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CALI EN LA MIRA?

Con el auto de detención a Gilberto Rodríguez, las autoridades parecen enfilar baterías contra su cartel.

7 de diciembre de 1992

UN MES DESPUES DE QUE el director del DAS Fernando Brito afirmara que no podía iniciarse ningún operativo para capturar a Gilberto Rodríguez hasta que un juez no impartiera la orden, la Fiscalía General libró auto de detención en su contra.
La noticia sorprendió a más de uno. Sobre todo cuando la Fiscalía agregó que son nueve las ínvestigacíones que se adelantan en contra de Rodríguez, acuzado por la DEA y las autoridades colom bianas de ser el jefe del cartel de Cali, y contra su hermano Miguel.
Son indagaciones que abarcan delitos de narcotráfico, enriquecimiento ilícito, porte ilegal de armas y lavado de dinero. Según las autoridades colombianas, varias de las pruebas que vinculan a los dos hermano con el narcotráfico, fueron entre gadas por el tribunal federal de Nueva Orleans, en el marco de los convenios de intercambio de pruebas firmados por Washington y Bogotá el año pasado.
El nombre de Gilberto Rodríguez había comenzado a sonar a nivel mundial desde hace meses. No sólo por la afirmación que hizo la DEA de que parte del éxito de la operación Green Ice había dependido de la información lograda tras un allanamiento en las oficinas de Rodríguez, sino por las declaraciones del mismo departamento antinarcóticos norteamericano en las que sus voceros acusaron a Miguel de estar involucrado en una operación de contrabando de 19 toneladas de cocaína a la Florida.
Con estos dos antecedentes y la posibilidad del intercambio de expedientes, era difícil que las autoridades colombianas no actuaran contra el cartel de Cali, en especial si se tiene en cuenta que numerosos analistas colombianos y extranjeros habían venido insinuando desde hace años, que el Estado colombiano había concentrado la lucha antidrogas en Medellín y había dejado que floreciera una especie de pacto de no agresión con el grupo de Cali. La verdad sobre estas versiones es que esta lucha estuvo centrada más en acabar con el terrorismo que generaba Pablo Escobar y sus hombres, que en un objetivo considerado imposible de alcanzar: ponerle fin al tráfico de drogas. Y al poner todas sus energías en desaparecer el terrorismo, el cartel de Cali, que optó en cuanto a su agresividad por mantener bajo el perfil, dejó de estar en el primer renglón de la agenda.
Pero esta situación tomó otro rumbo luego de que en opinión de los organismos internacionales de la lucha antinarcóticos, el cartel de Medellín resultara golpeado por su guerra con el Estado colombiano y el proceso de sometimiento a la justicia. Desde ese momento, la mira de las autoridades se inclinó hacia el cartel de Cali, que según las investigaciones había aprovechado los problemas de Escobar para hacerse a una tajada más grande del negocio. De hecho, la Interpol y la DEA han señalado que el grupo liderado por Rodríguez Orejuela ha ganado tanto terreno en los últimos tres años, que actualmente el 70 por ciento del mercado europeo de la cocaína, considerado hoy como más rentable que el norteamericano, estaría en sus manos, y que un porcentaje cercano de las ventas de esta droga en Estados Unidos también se originaría en la organización caleña. Para la DEA y la Interpol, es posible que Rodríguez sea hoy uno de los mayores traficantes del planeta.
Además de esta bonanza, la situación jurídica de los miembros del cartel de Cali era, hasta hace una semana, bastante cómoda. En realidad el único que había sido solicitado en extradición era Gilberto Rodríguez Orejuela, quien luego de ser capturado en España y traído a Colombia, se sometió a un juicio en el que fue declarado inocente.
Sin embargo, la reciente decisión de la Fiscalia le cambió el color a las cosas. Y no sería extraño que, a juzgar por el peso que las autoridades norteamericanas y europeas le dan hoy a la organización de Rodríguez, en el futuro de la lucha antidrogas, se oiga hablar mucho más de él que del propio Pablo Escobar.