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Apolinar Salcedo, alcalde hasta la semana pasada, cuando fue destituido por la Procuraduría. El movimiento Sí Colombia de Noemí Sanín, quien avaló su candidatura, deberá presentar una terna de candidatos para escoger su reemplazo. Arriba, Francisco Lloreda, quien lidera las encuestas para la Alcaldía de Cali

FALLO

Cali tocó fondo

La destitución del alcalde Apolinar Salcedo caldeó los ánimos y agitó la campaña electoral de la Sultana del Valle, capital que necesita cambiar de rumbo para recuperar el terreno perdido.

12 de mayo de 2007

La semana pasada Cali se quedó sin Alcalde. La Procuraduría destituyó a Apolinar Salcedo por las graves irregularidades en la celebración de un millonario contrato que permite a la empresa Sí Cali recaudar los impuestos del municipio. Pero en vez del sosiego que se esperaba ante la salida del cuestionado mandatario, la capital de Valle está más caliente que nunca. Y todo por cuenta de una coincidencia.

El martes en la mañana, Francisco Lloreda anunció su aspiración para ocupar el primer cargo de la ciudad. Unas horas más tarde se conoció el fallo que obliga a Salcedo a dejar su puesto. Luego, el mandatario sancionado aceptó su responsabilidad en una rueda de prensa. Esta cadena de coincidencias levantó suspicacia en la ciudad, pues ambos personajes se habían enfrentado en las pasadas elecciones. Ahora Salcedo se va por la puerta de atrás y Lloreda aparece, según las encuestas, como el candidato con mayor opción para ganar la Alcaldía.

El hecho avivó la profunda división que existe entre los grupos políticos, cuyos líderes se apoyan en la lucha de clases para buscar el poder. Estrategia que ha dado buenos resultados en los comicios, pero que enturbia el ambiente y relega el debate por el futuro de Cali.

Es improbable que Lloreda pueda influir en la agenda de un organismo de control del orden nacional. Por eso el tono airado con que se debatió en los medios locales esta 'carambola del destino', al que se sumaron las acusaciones de los demás candidatos sobre un posible favor de la Procuraduría a su campaña, anuncia que la contienda electoral estará marcada por la ferocidad de los ataques personales.

Algo que no le conviene a Cali, pues esta polarización fue la que permitió que los últimos dos alcaldes, John Maro Rodríguez y Apolinar Salcedo, fueran respaldados por las mayorías en la urnas. Los dos son personas de extracción popular que llegan al poder venciendo dificultades. Rodríguez es locutor radial, y Salcedo, un concejal que, además, perdió la vista desde muy niño. Ambos han decepcionado con creces a quienes los eligieron, pero no han sido los únicos.

A Mauricio Guzmán y Ricardo Cobo, quienes se ubican en el otro extremo de la pirámide social y gobernaron la ciudad entre 1995 y 2000, tampoco les fue bien. Guzmán no pudo terminar su período, pues fue vinculado al proceso 8.000, y a Cobo se lo recuerda por sus múltiples escándalos.

Unos y otros tienen cuota de responsabilidad en la crisis del sector público y la quiebra de Cali. Son 12 años en los que el liderazgo fue reemplazado por discursos populistas, el desarrollo benefició a muy pocos ciudadanos y los grandes negocios se hicieron a puerta cerrada. Década oscura que sumió a la ciudad en un grave atraso, si se la compara con Bogotá o Medellín. Por eso, aunque la economía de la región es sólida, Cali se juega su futuro en las próximas elecciones y continuar discutiendo sobre si un candidato es rico o pobre, negro o blanco, en nada sirve para resolver sus problemas.

Desde los gremios y la academia la sanción contra Salcedo es vista como una alerta ejemplarizante, que debe ayudar a los caleños para que sean más exigentes a la hora de entregar su voto. Otra lectura sobre el fallo es que se debe convertir en el punto final de la mala racha de alcaldes y en una oportunidad para cambiar de rumbo.

La duda que falta resolver es por qué, si el alcalde Salcedo se cayó por firmar un contrato irregular y hubo dolo en su actuación, el negocio se mantiene en firme y la Fiscalía exoneró de responsabilidad penal a los involucrados.