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CAMINA, PERO COJEA

La campaña de alfabetización: un viejo propósito con nombre nuevo.

29 de abril de 1985

" Yo apenas estoy botando el musgo. Vengo de la montaña antioqueña, donde me había escondido después de que me jubilé. Allí me mandó a buscar Belisario para que le dirigiera la campaña de alfabetización, y yo creo que me escogió porque básicamente soy un maestro de escuela". Así se presenta Reynaldo Arroyabe Lopera, un antioqueño de 60 años en quien parece recaer la mayor responsabilidad de que la campaña "Camina" cumpla su meta de alfabetizar dos y medio millones de analfabetas adultos antes de diciembre de este año.
La campaña, que ha contado con una ofensiva publicitaria jamás vista en programas de este tipo, "depende básicamente de la solidaridad nacional para cumplir sus metas de alfabetización", explica Arroyabe.
La pregunta que hay que hacerse ahora, sin embargo, es la de qué hace pensar que, con base en pura solidaridad nacional, esta vez sí se logrará en el país el propósito de erradicar el analfabetismo, cuando la lista de esfuerzos anteriores es larga y en la mayoría de los casos fallida. La campaña de alfabetización más reciente, lanzada oficialmente durante el gobierno de Turbay Ayala, en 1980, fue desmontada por este gobierno para armar la "Camina". Y hay quienes dicen que la intención de darle nuevo nombre a un viejo propósito, sólo puede tener una explicación política aunque Arroyabe es el primero en negarlo enfáticamente. "Yo, como les digo, estoy recién posesionado, y por consiguiente no puedo explicar por qué se desmontó la "Simón Bolívar" para organizar la campaña "Camina". Lo único que sé decir es que si hubiera visto en esto un propósito político por parte del Presidente, jamás habria aceptado. Entre otras cosas porque yo, en materia política soy de un bando distinto al del Presidente".
En los últimos 30 años han sido muchos los esfuerzos oficiales para acabar con el analfabetismo en Colombia. Bajo la administración Lleras Camargo (1958 -1962), se sancionó la ley que obliga a los bachilleres a cumplir 72 horas de alfabetización. Esta ley, sin embargo, no ha sido cumplida a cabalidad, porque las 72 horas son fácilmente reemplazadas por donaciones (libros y material didáctico que los colegios privados recogen para donar a las escuelas públicas), u otro tipo de trabajos como la participación en campañas de tránsito.
En 1968, bajo la administración Lleras Restrepo y con motivo de los 185 años del nacimiento de Simón Bolívar, se propuso realizar la "Campaña Libertadora", que incluía obras de beneficio social por la ruta que trazó el Libertador. Este plan comprendía, además de acueductos y electrificación en zonas rurales, una estrategia de alfabetización, cuyos resultados, sin embargo, no fueron los esperados.
Para el año 70, cuando comenzaba el cuatrienio del presidente Pastrana, se ordenó decretar ese como el "año de la alfabetización". Al no existir un programa montado se presentaron múltiples dificultades de orden administrativo y presupuestal. Se recurrió a la empresa privada en busca de financiación, y finalmente surgieron de ese intento, los centros de educación para adultos: 3.000 en todo el país y 9.030 maestros adscritos a este programa, bajo las administraciones, departamental y municipal. Se estima que por esos centros han pasado un millón de colombianos.
En 1980, el entonces presidente Julio César Turbay, inauguró oficialmente, con motivo de la conmemoración de los 150 años de la muerte del Libertador, la campaña "Simón Bolívar", y nombró como director al sociólogo Jaime Niño Díez.

¿QUE HIZO LA "SIMON BOLIVAR"?
Aunque la dirección de la campaña "Simón Bolívar" llegó a tener 40 funcionarios de dedicación exclusiva, el total de gente involucrada en la misma, a nivel nacional, fue de 2.720 personas. La campaña arrancó con un presupuesto de 150 millones de pesos y más de 3.000 empresas se vincularon al proyecto suministrando material didáctico.
El trabajo se hizo conjuntamente con líderes comunales de barrios y veredas, y se pusieron en funcionamiento más de 4 mil comités de alfabetización coordinados en cada municipio por tres funcionarios y en cada departamento por nueve. La meta era llegar a 3'600 mil personas alfabetizadas en diciembre de 1984, pero sólo se alcanzó una cifra de 500 mil, lo cual, segun Jaime Niño, "fue enteramente satisfactorio".
La campaña "Simón Bolívar", que contaba ya con una estructura organizativa utilizable por futuros gobiernos, recibió un entierro de tercera. Días después de posesionarse el presidente Betancur llegaron a la sede de la campaña en Bogotá 25 cartas en las cuales se agradecían los servicios prestados y se anunciaba que el contrato se vencia el 31 de agosto de 1982. Según Jaime Niño, "por razones de tipo político, lo que vino después no se puede calificar sino como vandalismo": su sucesor, Guillermo Rios B., quemó los archivos en el patio de la sede.
Sobre las perspectivas de la actual campaña de alfabetización, Niño sostiene que "es muy grave trabajar sólo con un modelo nacional de cartilla. Es importante entender que la educación para adultos merece un tratamiento especial, y que es mejor trabajar con cartillas regionales, como lo hicimos nosotros, de acuerdo con los intereses y necesidades de cada región. Otro vacío muy grande es el de la participación masiva y comunitaria. Considero muy difícil conseguir el apoyo de todos los colombianos que quieran alfabetizar y que se quieran alfabetizar sin tener núcleos sociales involucrados. Sin embargo desde mi punto de vista profesional y técnico, y además por mi sensibilidad social, deseo que las metas de la actual campaña se cumplan".

¿Y AHORA QUE?
A pesar de esta histórica lista de campañas, las cifras sobre analfabetismo son escalofriantes: casi un cuarto de la población colombiana es analfabeta. Exiten 2'500 mil analfabetas absolutos, 4'000.000 funcionales (o sea los que alguna vez supieron leer y escribir pero se les olvidó por falta de práctica) y 500 mil entre los siete y los 14 años. El 40% de los siete millones de analfabetas corresponde a colombianos menores de 40 años, y el 55% a mujeres. De los datos obtenidos se sabe que es el departamento del Atlántico el que alberga el mayor número de analfabetas en proporción con su población: 270 mil.
Recién posesionado el presidente Betancur, nombró como directora de la Campaña de Instrucción Nacional, "Camina", a Ximena Rojas de Lleras, quien consultada por SEMANA dijo: "Al comienzo de la campaña hubo mucha gente, como el doctor Niño, que se sintió desplazado, y con toda la razón, porque lo más lógico, cuando a uno le quitan el puesto, es sentirse desplazado. Pero el trabajo hecho anteriormente no se ha desaprovechado, ya que la cartilla que se está empleando es básicamente la misma que se usó en la campaña "Simón Bolívar". De lo de la quema del archivo no puedo asegurar nada, porque no lo ví. Lo que creo es que faltó coordinación y una mayor y mejor información".
Todavia es imposible, puesto que acaba de iniciarse, medir los resultados de la campaña de alfabetización que adelanta el actual gobierno. Los más escépticos, sobre la base de las repetidas y frustradas experiencias colombianas, argumentan que muy probablemente una campaña basada en el altruísmo ciudadano, del que no han podido depender en Colombia ni siquiera cosas tan elementales como mantener las calles limpias, no podrá obtener los masivos resultados esperados. Y sostienen que campañas "heróicas" como la que se requiere para alfabetizar a siete millones de colombianos, sólo se han logrado con éxito en dos paises latinoamericanos, Cuba y Nicaragua. Sin embargo, según el colectivo de Alfabetizadores Populares, "ninguna campaña masiva, de las pocas que han funcionado en América Latina en contextos similares al nuestro, han logrado remotamente tan anhelados éxitos. Ni el Mobral en el Brasil, ni Alfín en el Perú, las más grandes, alcanzaron a reducir en un 10% el analfabetismo; menos aún las campañas boliviana o ecuatoriana a las que hay que agregar la dificultad de las lenguas indígenas. Nicaragua, que cerró las universidades y colegios durante 6 meses y el 77% de sus estudiantes se lanzaron a vivir con los campesinos, tampoco erradicó el analfabetismo; lo redujo de un 53% a un 12% y eso que allí la capacidad de convocatoria del gobierno y las motivaciones de la juventud, eran mucho más altas que las que se pueden presentar en este momento en Colombia. Cuba, que trabajó en una campaña similar a la de Nicaragua pero durante un año entero, le quedó por alfabetizar a un 7% y tuvo, años después, que iniciar una campaña residual".
Otros, más optimistas, consideran que "Camina habrá triunfado con el hecho de que tan sólo un colombiano deje de militar en las filas del analfabetismo. O como dice la propia Ximena de Lleras: "estoy convencida del poder de la solidaridad de los colombianos. Prueba de ello es el éxito rotundo de la campaña de vacunación que se adelantó el año pasado, y que se puedan realizar Teletones cada año con extraordinarios resultados. La clave de nuestra campaña es la ofensiva de la oferta, para que todo el que quiera alfabetizar y todo el que quiera aprender encuentre los elementos esenciales para llevar a cabo su tarea".

AMANECERA Y LEEREMOS
La campaña "Camina" arranca con un millón de cartillas, a $15 cada una. El paquete lo componen dos títulos: "Hago cuentas" y "Leo y escribo". Cien páginas en promedio, tamaño 27.5 x 20.5 cms., papel periódico e ilustradas a todo color.
Otro folleto introduce la serie: "Guía del alfabetizador". En su introducción se dice que ha sido redactada "usando a veces expresiones y giros no muy correctos para un texto escrito". El desconcierto que produce esta declaración de principios parece que marcaría la edición en sus descuidos e inconsecuencias gramaticales. Errores menores y detalles, pero que en un material didáctico que acompaña una labor de enseñar a leer y escribir, son inaceptables. Por ejemplo, el uso de tildes es arbitrario.
Unas veces se hace y otras no. Con la misma palabra y en página enfrentada, borrando con una mano lo que la otra escribió. La diéresis en "antiguedad" está omitida cuando páginas atrás el vocablo "guerra" ya había sido enseñado con la "U" muda.
En la escritura de los números no hay unidad. Aparece "veinticinco" versus "veinte y dos", sin aclaración alguna, despistando al futuro lector. Los signos de interrogación se suceden abriendo frases y otras veces no, creándose disparidad y desacierto. O mejor aún, una falta de corrección absoluta en los textos. Algunas letras, números y signos fueron hechos a mano alzada, como a último momento, cuando este no era el estilo tipográfico impreso. En un diálogo, un interlocutor le dice al otro: "Qui' hubo mano", mostrando el uso inadecuado del apóstrofo, un signo arcaico en el idioma.
Otro aspecto en el texto "maestro" para enseñar a leer, es la presentación gráfica. Ilustraciones de los años cuarenta de escuelas radiofónicas, pobres en dibujo, tristes en ideas, vacías de imaginación y desprovistas de concepto. No es aventurado presumir que en materia de alfabetización el mundo haya dado pasos gigantescos. No entiende uno por qué allí no hubo diseño, nuevas frases, más allá de "la torre de la iglesia siempre es muy alta", y nuevos colores.
No pareciera que "Camina" haya empezado con diferentes pasos. En realidad estas cartillas no modifican fundamentalmente la metodología ni la presentación de sus predecesores, una edición que data de 1981, esa sí impresa con todos los vicios posibles: apretada en textos, a una tinta, confusa y claro está, sin diseño. Este problema formal en apariencia, se dejó en muchas manos y pocas cabezas. Y no se le dio la importancia que suponía. El resultado antes que nada es la imprevisión y lo paradojico: la ignorancia de cómo elaborar textos para enseñarle a la gente a leer textos. En cuanto al contenido, el Colectivo de Alfabetizadores populares señala que: "La cartilla "Leo y Escribo", aungue ha sido superficialmente adaptada a varias regiones del país, sigue vertebrada sobre una problemática rural; exceptuando la cartilla del Distrito, los alfabetizadores urbanos tendrán que trabajar con temas como el comercio de lo producido en una finquita (que por lo demás parece que pertenece a los campesinos olvidándose que el porcentaje de los que no tienen tierra o son aparceros, es mucho mayor que el de los mini y micro fundistas). Tendrán, además, que aprender a sumar y a restar como si ya no supieran, puesto que el sistema de escritura enseñado no tiene en cuenta la lógica de los cálculos empíricos. Tendrán que aprender, en la cartilla de salud, que deben comer proteínas, sin preguntarse por qué no pueden comprarlas"
Y otro datico más: "Parece creerse que para alfabetizar lo único que hay que hacer es producir materiales y hacer propaganda, cuando lo más complejo realmente es desarrollar la infraestructura organizativa y mantener la motivación de alfabetizadores y analfabetas a lo largo de la campaña. Pero aún a nivel de materiales, es tanto el simplismo de la estrategia que pasa por alto dos materiales indispensables, que son los que más costos arrojan y que bien pueden aumentar estos en un 500%: se trata de los anteojos y las lámparas. La experiencia muestra que por lo menos un 50% de los adultos mayores de 35 años van a necesitar anteojos, que la mayoría de "clases" habrá que dictarlas de noche y que en donde no hay luz nadie se alfabetiza con velas".