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Poco más de 400 pilotes (columnas) fueron enterrados para cerrar el boquete en el Canal del Dique. | Foto: Foto: Cortesía Gobernación del Atlántico.

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Canal del Dique: los retos después del cierre

Este martes se pusieron las últimas bolsas de arena y arcilla para controlar la inundación en el sur de Atlántico. El ingreso de agua está controlado, aunque siguen los trabajos. El desagüe, la reconstrucción y la prevención, los desafíos.

25 de enero de 2011

Después de 56 días de trabajo para cerrar el boquete del Canal del Dique, por primera vez el ingreso de agua al sur de Atlántico es mínimo. Este martes se pondrán las últimas bolsas que rellenan la infraestructura metálica construida para detener la inundación en el departamento.
 
Con este logro se termina la segunda etapa del trabajo que comenzó el 30 de noviembre pasado, día en que la fuerza del agua del Canal del Dique (que se alimenta del río Magdalena) abrió el boquete sobre la carretera paralela que comunica los municipios de Calamar (Bolívar) y Santa Lucía (Atlántico).

Al sur del departamento ingresan ahora 50 metros cúbicos de agua por segundo, por eso, el trabajo debe continuar por varias semanas más.
 
“El agua parará de entrar cuando se ponga un terraplén de contención arcilloso e impermeable en la parte posterior; eso se hará desde la otra semana y durará como 15 o 20 días. Para los fines que teníamos, de evitar la inundación, eso se controla hoy (martes) cuando terminemos de poner el último saco a nivel del agua. Y el viernes pondremos sacos a 1,50 metros por encima del nivel”, explicó Juan Pablo Deik, secretario de Infraestructura del Atlántico.

En total 170 personas, 3.000 millones de pesos, 10.000 bolsas de arena y arcilla de 1,7 toneladas cada una, 400 pilotes, seis retroexcavadoras, dos cargadores, dos bobcat, cuatro planchones, cuatro remolcadores y una supergrúa fueron indispensables para cerrar el boquete que se abrió por el aumento del caudal del río Magdalena, que en noviembre y diciembre del año anterior llegó a su máximo nivel de los últimos años.
 
Fueron días difíciles, reconoce el funcionario. El momento más “desesperante”, como lo califica, fue cuando el nivel del agua estaba en su cota más alta e ingresaban 1.800 metros cúbicos por segundo a la zona rural.
 
“No podríamos controlar ni siquiera una piloteadota o una barcaza llena de piedras. Todo lo que poníamos el agua lo empujaba y lo arrancaba, incluso las anclas se las llevaba. No éramos capaces de sostenernos”, reconoce Deik.

Durante los primeros días de la emergencia los trabajos fueron infructuosos. “También era desesperante ver que el agua seguía avanzando del lado de Santa Lucía. Todos los días se comía 20, 30 y hasta 40 metros de carretera, hasta que llegamos a tener 250 metros lineales”, cuenta el Secretario de Infraestructura del departamento.

Al cuarto día, recuerda, comenzaron a ganarle terreno a la fuerza del agua. Con rocas gigantes comenzaron a llenar los extremos: 55 metros de un lado y 70 metros del otro. El trabajo fue apoyado por un helicóptero ruso del Ejército colombiano que trasladó bolsas de una tonelada, sin embargo, el trabajo no fue suficiente.

“No dio resultado. La corriente era tan grande, que bolsa que ponía el helicóptero, bolsa que se llevaba el agua”, agrega.

Así se mantuvieron hasta el 27 de diciembre, fecha en que comenzaron a trabajar con los pilotes (columnas verticales que se entierran en el terreno) hasta llegar a la parte central, la más difícil de todas: tenía 18 metros de profundidad y con las mayores velocidades de la corriente.

Así trabajaron día y noche. Terminados los pilotes, se procedía a rellenarlos de los sacos de arena. En las noches, se llenaban las bolsas y se soldaba para continuar a la mañana siguiente con la instalación de nuevas columnas.

A pesar de los avances, la zona es vulnerable a nuevas inundaciones, por eso, Juan Pablo Deik, secretario de Infraestructura, considera urgente hacer un blindaje longitudinal de los 24 kilómetros que hay entre Villa Rosa y Calamar. “Hay que hacerlo urgentemente porque nos ha demostrado la experiencia que así como se rompió ahora, se puede romper el otro año. No es confiable”.

¿Qué viene ahora?

Una gran inversión económica y mucha suerte es lo que se necesita para salir de la emergencia el sur de Atlántico. El desagüe de las zonas inundadas depende de la ‘generosidad’ del río: si baja el nivel, se podrá sacar el agua por gravedad, de lo contrario, habría que hacerlo con macrobombas, proceso que demoraría bastante.

Universidades como la del Norte y la del Magdalena han prestado su asesoría para realizar el desagüe. Manuel Alvarado, ingeniero y director del Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales de la Universidad del Norte, explicó que si el Magdalena deja, en cuatro meses podría evacuarse el agua de nuevo al río y de manera controlada.

Sin embargo, si el río no lo permite y coincide la primera temporada de lluvias del 2011, proyectada para marzo, “el agua podría quedarse allí todo el año”, informó Alvarado.

Pero hay optimismo. El nivel del canal ha bajado 1,70 metros “y aspiramos a que baje un par de metros más”, explicó Juan Pablo Deik, quien calcula que el 35 por ciento del agua de la inundación ya salió del nuevo al canal, en especial, a través de las compuertas del embalse del Guájaro que están abiertas desde hace varias semanas.
 
Según el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, se necesitan 9,000 millones de pesos más para los trabajos de evacuación del agua, dinero que se gestionará ante Colombia Humanitaria.
 
Según el mandatario, se tienen identificados siete puntos por donde se espera salga por gravedad el 90 por ciento del agua. El resto se evacuará mediante bombeo a través de macrobombas.

Pero el desagüe no es el único reto. Reconstruir el tramo de la carretera que destruyó el agua del Canal del Dique se suma a otros 17 proyectos de reconstrucción cuya ejecución cuesta 280.000 millones de pesos, según el Secretario de Infraestructura del departamento.
 
“La vía Santa Lucía-Campo de la Cruz está totalmente destruida y bajo el agua. En la de Villa Rosa-Santa Lucía-Calamar hay que reconstruir prácticamente los taludes. En el tramo Punta Polonia-El Limón estamos rompiendo para desaguar. Tenemos unos daños gravísimos que nos dejó el invierno”, explica el funcionario.