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Terry Watson, el agente de la DEA. En los recuadros, Andrés Alvaro Oviedo, Julio Steven Gracia y Héctor Leonardo López. | Foto: Archivo SEMANA

DECISIÓN

Caso Watson: así fue la audiencia en la que condenaron a taxistas

Una corte federal de Virginia (EE. UU.) impartió las primeras condenas contra los asesinos de un agente de la DEA.

12 de diciembre de 2014

Fue una jornada de mucha tensión. En la mañana de este viernes, tres de los siete taxistas que asesinaron al agente de la DEA James ‘Terry’ Watson, se presentaron ante una corte federal del estado de Virginia (Estados Unidos) para escuchar cuántos años de cárcel deberán pagar por su crimen.

El ingreso fue por turnos. El primero de ellos fue Andrés Álvaro Oviedo García, el ‘Flaco', quien estaba vestido con un overol verde que lo identifica como sentenciado. Ya se había declarado responsable de los delitos de concierto para secuestrar, secuestro, ataque a un funcionario o empleado de Estados Unidos y ataque a una persona con protección internacional.

El juez leyó las consideraciones sobre su caso y terminó con la información que todos esperaban: 20 años de cárcel. A su turno, ingresó al estrado Héctor Leonardo López, que vestía igual que su cómplice. El juez hizo la lectura sobre su caso y lo condenó a 25 años de cárcel. Minutos después Julio Steven Gracia escuchaba del mismo servidor judicial su condena: 27 años de prisión.

Los tres, cada uno a su turno, les pidieron perdón a los familiares del agente Watson que se encontraban en la sala. Ellos, los papás del agente, escucharon atentos cada detalle de la lectura de las condenas y miraron fijamente a los taxistas cuando se excusaban por sus culpas.

Al terminar la audiencia, los padres de Watson leyeron un sentido comunicado de una colombiana que fue identificada como la compañera sentimental del agente.

Ahora, el mismo juez se apresta a condenar a Edwin Gerardo Figueroa Sepúlveda y a Wilson Peralta Bocachica, que hace pocas semanas se declararon culpables.

Los hechos

El 21 de junio del 2013 Watson se montó en un taxi en el parque de 93 en el norte de Bogotá. Otro de estos carros de servicio público lo seguía. De un momento a otro, el primer vehículo detuvo su marcha y puso las luces estacionarias.

El segundo automotor frenó detrás. Dos personas descendieron y abrieron las puertas traseras del taxi en el que viajaba la víctima.

Tras algunos segundos, la víctima salió corriendo. Watson, en el último intento por salvar su vida, emprendió la huida. A pesar de su escape, las tres puñaladas que recibió terminaron por vencerlo.

Tras una ardua investigación fueron capturados los siete taxistas y fueron recluidos en la cárcel La Picota. Desde allí emprendieron una cruzada para pagar sus deudas con la justicia en Colombia y no en Estados Unidos, que ya pedía su extradición. El principal argumento era que el crimen había ocurrido en territorio nacional.

Los familiares y abogados de estas personas hicieron cuanto estuvo a su alcance para evitar ser enviados a EE. UU. Pero nada lograron. Luego de su traslado a ese país, los taxistas se declararon inocentes, pero ante el rigor de la prisión y con todas las pruebas en su contra, fueron reconociendo su pecado.