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Castaño se reinventa

La verdadera historia detrás de la ruptura de las AUC y la renuncia de Castaño.

29 de julio de 2002

En la ultimas semanas Carlos Castaño bombardeó al país de cartas, cada una más noticiosa que la anterior. Reveló que las autodefensas del Casanare tenían secuestrado al empresario venezolano Richard Boulton, quien se creía que estaba en manos de la Farc. Después dijo que renunciaría a la dirección política de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y que disolvería la organización por sus vínculos con el narcotráfico y con el secuestro. Por último anunció la creación de un nuevo Movimiento Nacional de Autodefensas. Es evidente que hay una crisis en el grupo armado, ¿pero qué hay realmente detrás?

Varias fuentes cercanas a las AUC y autoridades conocedoras del tema coinciden en que Castaño viene buscando un reacomodo frente a Estados Unidos desde que las AUC fueron incluidas en la lista de terroristas del Departamento de Estado el 10 de septiembre, y aún más después de los atentados del día siguiente, cuando el gobierno de Bush inició su cruzada antiterrorista.

No obstante, su principal jugada en ese nuevo rompecabezas es la que hoy lo lleva a replantear toda la estructura de las AUC. Castaño comenzó el año convocando a más de 100 narcotraficantes -muchos de ellos financiadores de las autodefensas- a una cumbre en Cartago, Valle del Cauca, para explorar con ellos la posibilidad de que se sometieran a la justicia de Estados Unidos. Al final de la reunión más de la mitad de ellos firmaron una carta dirigida al Departamento de Estado, en la que expresaron su voluntad de explorar las alternativas de sometimiento a la justicia de ese país. En su momento Castaño explicó que hacía esto porque era "consciente de que es una mentira pretender una negociación del conflicto en Colombia mientras persista el narcotráfico". Aunque no lo dijo, fue evidente su intención de ganar puntos con Estados Unidos demostrando su voluntad de ayudar a desmontar el negocio del narcotráfico, que según sus propias declaraciones públicas financia en un 70 por ciento a las AUC.

Ese sometimiento finalmente no prosperó. Algunos jefes importantes del narcotráfico -entre ellos los conocidos como 'Cuco', con influencia en Caucasia; 'Macaco', con influencia en Urabá, y los 'Mellizos Mejía', en Arauca- no entraron en el pacto.

Diego Montoya, cabeza del cartel del norte de Valle, también decidió no participar cuando se dio cuenta de que hombres tan cercanos al proyecto paramilitar no habían respaldado la iniciativa de Castaño.

La movida fallida del fundador de las AUC sembró desconfianza entre muchos de sus aliados. Los intereses de unos y otros no coincidieron. Los narcos, que respaldaron a las autodefensas para proteger sus tierras y su negocio de la presión guerrillera, no se sentían cómodos con los propósitos políticos y estratégicos de Castaño frente a Estados Unidos. Incluso algunos no tenían procesos pendientes en ese país y no encontraban cómo un sometimiento a la justicia estadounidense los iba a beneficiar. Como consecuencia, en los últimos meses le han retirado su apoyo económico y militar -algunos tienen mando sobre varios miles de hombres armados- y la organización quedó fracturada.

Algunos hechos recientes han profundizado estas sospechas y divisiones dentro de las AUC. Por ejemplo, la reciente captura de Víctor Patiño, acusado de ser narcotraficante del norte del Valle y paramilitar, por agentes de la DEA y de la Policía y el pedido la semana antepasada en extradición de Hernán Giraldo, el jefe paramilitar de la Sierra Nevada de Santa Marta.

A esta creciente atomización interna se sumaron algunos golpes militares que han recibido las AUC durante este semestre. Se calcula que a manos de las Farc murieron en Bojayá (Chocó) 92 paramilitares; 40 en Campamento (Antioquia) y otros tantos en Rovira (Tolima) y Puerto Boyacá, epicentro histórico de las autodefensas. Si bien la estrategia de las AUC dio resultados contra el ELN ha fracasado contra las Farc, pues la fortaleza de la guerrilla de 'Manuel Marulanda', a diferencia de la elena, no reside en el apoyo de los civiles que son blanco de las avanzadas paramilitares. En muchos combates directos de paras contra guerrilleros de las Farc éstos últimos han ganado. Incluso en el sólido control que tenían las AUC en el Urabá antioqueño y en Córdoba -el bastión de Castaño- se ha visto quebrantado por la ofensiva militar del bloque José María Córdoba de las Farc.

Franquicia en crisis

Divididas y golpeadas en algunos de sus frentes las AUC -que nunca fueron una organización centralizada, con un único mando, sino más bien una confederación- entraron en crisis. Castaño había logrado congregar muchas fuerzas antiguerrilleras dispersas por el país bajo su influencia y vocería, pero su poder sobre los jefes de bloque nunca fue de tipo vertical como el que, por ejemplo, puede tener 'Marulanda' sobre las Farc. Los guerrilleros de éstas han sido parte de una escuela y el frente es la hechura de una organización.

Por el contrario, los bloques de las autodefensas tienen orígenes diversos, se financian autónomamente y responden a realidades regionales muy diferentes. Para citar un ejemplo, mientras que las autodefensas de Víctor Carranza, en Boyacá, surgieron para defender la concesión de la explotación de esmeraldas que les dio el gobierno más que con un espíritu contrainsurgente, el bloque del Magdalena Medio surgió como una forma de los narcotraficantes para proteger sus tierras y defenderse de la extorsión y el secuestro de las Farc. El mismo Castaño, en varias oportunidades, reconoció el carácter federativo de la organización e hizo pública su preocupación de que muchas acciones de la organización escaparan de su control. Cuando el secuestro masivo de trabajadores en Casanare en 2000, o la masacre de Barranca en 1998 y, más recientemente, el secuestro de Boulton, Castaño dijo no haber ordenado esos actos.

"Las AUC en el fondo han sido sobre todo una franquicia, afirma un experto. Tras sus éxitos militares en el Urabá y Córdoba Castaño exporta ese conocimiento al Magdalena Medio, al Guavio, al Meta y a cualquier zona que lo requiera, pero nunca ha sido una organización monolítica como muchos los han querido ver".

Esta estructura nacional de las AUC le permitió a Castaño tener una importante interlocución política y un vasto poder militar. Pero después de que Estados Unidos incluyera a las AUC en la lista de terroristas y de que la Corte Penal Internacional fuera aprobada en un tiempo récord para juzgar delitos de lesa humanidad, como los cometidos por él y sus hombres, comenzó a volverse su talón de Aquiles.

El afán de Castaño de reacomodarse frente a Estados Unidos también surge de los cambios de gobierno tanto en ese país como en Colombia. El de Bush llevó al Departamento de Estado a encargarse de los asuntos del hemisferio a Otto Reich, hombre clave en la estrategia contrainsurgente en Centroamérica. Esta estuvo basada en la convicción de que sólo se puede derrotar a las guerrillas con un ejército irregular, una estrategia que en poco se diferencia de la de Castaño. "Hay muchos en el nuevo gobierno de Bush que reciben complacidos los anuncios de Castaño de que se distanciarán del crimen y bajarán su beligerancia porque eso los legitimaría, algo que calza en sus planes contrainsurgentes", dijo un conocedor a fondo de las contradicciones de la política estadounidense frente a Colombia.

No es casual que en mayo pasado, en declaraciones a la prensa, Reich le diera luz verde al futuro gobierno de Uribe para una eventual negociación con todos los grupos terroristas, en la que incluía a las autodefensas. Esto le permite a Castaño tener la esperanza de entrar en una negociación con este gobierno si mueve bien las fichas.

El cambio de gobierno en Colombia también incide en la estrategia de Castaño. El jefe paramilitar es consciente de que el presidente Uribe llega al poder con un 'pecado original': su estrategia de seguridad en Antioquia, basada en las Convivir, propició el aumento del paramilitarismo en la región. Las sospechas de que Uribe fue benevolente con este fenómeno cuando era gobernador abundan entre congresistas y ONG de Estados Unidos, que estarán pendientes de sus actuaciones frente a las autodefensas y que presionarán para que la superpotencia condicione su apoyo al país a que Uribe muestre éxitos concretos en la lucha antiparamilitar.

Lo que algunos analistas piensan es que Castaño, aprovechando la crisis de las AUC para volverla una oportunidad, busca moderar su lucha para encontrar una salida negociada. No es tan claro, sin embargo, qué tanto le vaya a salir su estrategia. Mientras hace sus jugadas con miras a una negociación no se sabe de qué va a vivir su nuevo Movimiento Nacional de Autodefensas, que en la práctica son las Accu y algunos aliados en Antioquia y el Magdalena Medio, de todos modos un grupo con considerable fuerza militar y política, para encontrar maneras de mantenerse sin acudir al narcotráfico. Expertos consideran que mantener la guerra les cuesta a las autodefensas alrededor de dos millones y medio de pesos mensuales por cada hombre armado. Diez mil exigirían una renta de 25.000 millones de pesos al mes, una suma insostenible apenas con contribuciones voluntarias de ganaderos o un 'impuesto' moderado a los cocaleros, del que habló Castaño.

Tampoco es claro cómo se podrá convertir en un tercer interlocutor en una eventual negociación de paz ni qué se negociaría con su fuerza. En lo que por ahora sí coinciden todos los analistas es en que los esmerados planes de Castaño para encontrar salidas políticas tienen el alto riesgo de sucumbir a la sangre y el fuego del ajuste de cuentas. El pasado no perdona.