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Cesó la horrible noche

Después de 13 meses volvió la luz al país, ahora los colombianos quieren que haya luz en las investigaciones.

3 de mayo de 1993

EL JUEVES DE LA SEMANA pasada el presidente de la República, Cesar Gaviria Trujillo, le dió al país una noticia que no por esperada dejaba de ser probablemente una de las mejores que se les pudiera dar a los colombianos: que el racionamiento eléctrico que habían tenido que sufrir durante los últimos 13 meses había llegado a su fín.
Si bien es cierto que será muy difícil medir el impacto económico real del apagón, al país si le han quedado toda una serie de lecciones que debería capitalizar como experiencia para el futuro.
Quizá la primera de esas lecciones sea una sorpresa para todos aquellos que estudiaron geografía en los colegios hasta hace 10 años. Consiste en que la supuesta riqueza hidrica que enseñaban los profesores y que, en teoria, hacía de Colombia una potencia mundial en la materia, no es tan grande y segura como para garantizar la expansión del sector al ritmo que demanda el crecimiento económico.
Esto lo que implica es que la expansión se deberá hacer también con base en plantas de energía térmica cuyo combustible sea el gas natural o el carbón. Las plantas termoelectricas tienen la ventaja que su construcción es mucho mas rápida y menos costosa que la de una central hidroeléctrica. Además, este tipo de plantas permite la participación del sector privado como empresario e inversionista en un sector donde no existía hasta ahora sino la inversión publica.
La principal ventaja de la participación del sector privado en la generación de energia es la probabilidad de que con este se mejore de manera sustancial el nivel de la administraci6n del sector, puesto que son muchas las empresas electrificadoras cuya administración esta totalmente politizada y, en consecuencia, que desaparezca una de las causas de esa "olla podrida de corrupción y equivocaciones pasadas" de que habló el presidente Gaviria la semana pasada.
Con administración privada y con doliente establecido es muy probable que la eficiencia administrativa sea mucho mayor que en la actualidad.
En materia de corrupción, muchos colombianos están pendientes de lo que pueda pasar con las investigaciones que adelantan la Procuraduría General de la Nación y la Fiscalía. En términos generales, el sentimiento en el país es que la purga masiva del gobierno que le costó el puesto a una larga lista de técnicos a mediados del año pasado no cobijó a los verdaderos responsables del apagón y que más bien lo que se le presentó a la opinión pública fué una larga y poco efectiva lista de chivos expiatorios.
Otro elemento curioso que vivió Colombia a raíz del racionamiento es lo que, parafraseando a Gandhi, se podría llamar la ' desobediencia civíl" de los colombianos frente a la hora Gaviria. Una cosa que parecía relativamente sencilla y ventajosa, y que se hace en muchos países del mundo dos veces al año, generó grandes controversias el año pasado, hasta el punto que el Gobierno tuvo que echar marcha atrás cuando se dió cuenta de que la mayoría de los colombianos seguía su vida con base en lo que se llamó la "hora antigua".
En cuanto al costo real del apagón es mucho lo que se ha dicho pero poco lo que se ha establecido. Los más de dos billones de pesos de pérdidas para la economía colombiana de que se habló en varios medios a fines de la semana pasada no tiene ningún fundamento real. Es más, si fuera cierto hubiera conducido a una crisis económica de proporciones incalculables, pues esa cifra representa el 15 por ciento del producto interno bruto colombiano.
Tal vez el estudio mas serio que se ha realizado sobre el tema es uno de la Contraloría General de la República sobre el impacto que tuvo el apagón en las finanzas de las electrificadoras. Y la conclusión es que tuvo un rango de costo entre 126 mil y 176 mil millones de pesos, lo que representa una disminución del 19 por ciento sobre los ingresos proyectados por venta de energía.
Pero independientemente de su costo, es indudable que el apagón transformó la vida de los colombianos, y que a pesar de que no faltaran quienes "añoren el ruido de la plantas", lo cierto es que ahora habrá mejores condiciones para el crecimiento económico acelerado que damanda la apertura.