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La defensa de Murillo argumentó que si bien el mandatario había sido condenado, el delito por el cual terminó enredado había desaparecido del Nuevo Código Penal. | Foto: SEMANA

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Chocó naufraga en la incertidumbre política

El Consejo de Estado decretó la nulidad de la elección del gobernador, Luis Gilberto Murillo. ¿Qué pasará?

8 de julio de 2013

El Consejo de Estado falló el viernes una trascendental demanda en contra de la elección del gobernador de Chocó, Luis Gilberto Murillo: decretó la nulidad de su elección. La decisión pone el departamento en una incertidumbre política sin precedentes, aunque él se aferra a un recurso de revisión ante la Sala Plena de esa misma corporación.

Al margen del desasosiego político que desde hoy reina en esta región, la discusión entre los pobladores pasa por la causa del dictamen: haber destinado recursos públicos para una escuela. Además, la cifra es marginal en comparación con los miles de millones de pesos que a diario se esfuman en corrupción en el país: cinco millones de pesos. Y no sólo eso: el delito por el cual se le condena no existe en el Código Penal. Es decir, todos los elementos para un libreto de realismo mágico.

¿Cómo es la historia? Cuando Murillo era director de la Corporación Autónoma de Chocó, en 1993, destinó cinco millones de pesos para la reparación de una escuela en el municipio de Andagoya. Su decisión fue denunciada y el proceso adquirió características kafkianas y llegó a estrados judiciales. En 1998, Murillo, siendo gobernador, fue condenado a seis meses por el delito de peculado por destinación oficial diferente y una inhabilidad para ejercer funciones públicas por un año.

El entonces mandatario se fue del país y regresó en el 2010. En cuatro meses realizó una campaña maratónica con la que alcanzó de nuevo la Gobernación. Durante el tiempo que estuvo fuera estuvo preparándose académicamente, lo que es un plus en un departamento con índices deficitarios en materia educativa. Él creía que la vida le sonreía, pero comprobó que el pasado no perdona. Su elección fue demanda bajo el argumento de que un ciudadano condenado no podría asumir un cargo de elección popular.

Lo hizo el director de la Red Veedurías, Pablo Bustos, quien encontró que el gobernador podría estar incurso en una inhabilidad. Esto es, que no cumpliría los requisitos para ocupar un cargo al ser condenado por un delito contra la administración pública. Murillo fue suspendido del cargo mientras el caso transitó por varias entidades de control, entre ellas Procuraduría, el Consejo Nacional Electoral y el Consejo de Estado.

La defensa de Murillo argumentó que si bien el mandatario había sido condenado, el delito por el cual terminó enredado había desaparecido del Nuevo Código Penal. El mandatario removió cielo y tierra para evitar una nueva derrota en estrados. Pero el Consejo de Estado le dio la razón al demandante y decretó la nulidad de su elección: “El principio de favorabilidad penal no tenía aplicación en este caso porque la inhabilidad hace referencia al hecho de haber sido condenado penalmente en cualquier tiempo”, dijo el Alto Tribunal.

¿Existe plan B?

Semana.com consultó con fuentes de alta confiabilidad del Consejo de Estado, quienes manifestaron que aun cuando el fallo le es adverso a Murillo, le queda la posibilidad de presentar un recurso extraordinario de revisión ante la Sala Plena de ese Tribunal.

Con este recurso el mandatario tendría que demostrar que la decisión del Alto Tribunal no está ajustada a la ley. Pero también cursa una tutela en la Corte Constitucional que podría ayudar ante una revisión del Consejo de Estado. En la tutela, interpuesta por los abogados del mandatario seccional con el ánimo de eliminar la condena, se argumenta que “si no hay delito en el código, no puede haber inhabilidad”.

La tutela es estudiada por el magistrado Alberto Rojas, quien se apresta a presentar la ponencia sobre ella ante la Sala Plena el próximo 23 de julio. De esta manera, Chocó por ahora se queda sin gobernador en propiedad y la incertidumbre política de este departamento sigue vigente, pues nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar.