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| Foto: Archivo SEMANA

JUSTICIA

La mina de esmeraldas de Chucho Sarria que nunca existió

El Consejo de Estado acaba de negarle una indemnización de 2.300 millones al esposo de la 'Monita Retrechera'. El hombre aseguraba que su fortuna venía de estas piedras preciosas y nada tenía que ver con actividades ilegales.

19 de septiembre de 2017

Chucho Sarria fue uno de los personajes más extravagantes de los años 90 en el país. De sargento de la Policía pasó a ser un empresario esmeraldero, esposo de la Monita Retrechera y supuesto brujo miembro del Cartel de Cali. 20 años después de ocupar los titulares de prensa, volvió a ser noticia. Y ahora es por cuenta de las millonarias indemnizaciones que le exige al Estado por los supuestos daños que le causó.

Pero en esas pretensiones de revitalizar su fortuna extinta, el Consejo de Estado se le convirtió en una barrera. Esta semana, el alto tribunal le volvió a dar un golpe a sus intereses. Sarria quería ser indemnizado con 2.300 millones de pesos por el deterioro de la finca La Ximena, ubicada en Dagua (Valle del Cauca), que le fue incautada en marzo de 1996 a su esposa, un mes después de ser asesinada.

Entonces Sarria y Elizabeth Montoya, su pareja, conocida como La Monita Rertrechera, estaban en la palestra. Ella era una ficha clave del proceso 8.000 y la señalaban de ser el enlace entre el cartel de Cali y el expresidente Ernesto Samper. Él había sido capturado en diciembre de 1995 y era procesado por enriquecimiento ilícito y narcotráfico.

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Con la acusación de esos delitos, las autoridades explicaban el enriquecimiento de Sarria, quien pasó de ser un suboficial de la Policía a un empresario esmeraldero con una fortuna avaluada en 15.000 millones en pocos años. Sarria se defendió diciendo, entre otras cosas, que cuando era guardia de la prisión de la Isla Gorgona, y tras recibir indicaciones de algunos presos, había descubierto una mina de esas piedras preciosas, y que así se había hecho millonario. Finalmente, el ‘brujo de Antero‘ resultó absuelto en 2002.

En libertad, Sarria empezó sus peleas contra el Estado. La demanda por la que se exigía los 2.300 millones estaba fundamentada en que la Monita había comprado la finca en 1980, dos años antes de casarse con Sarria y que, por lo tanto, lo había hecho con sus propios recursos. Sin embargo, las pesquisas de los investigadores revelaron que la compra se hizo en 1990, cuando su unión conyugal ya estaba vigente. Por eso, el Consejo de Estado le negó la indemnización. Pero esa no fue la primera vez que perdió una batalla por plata en ese tribunal.

‘El brujo de Antero‘ había logrado, en decisiones de primera y segunda instancia, que la justicia ordenara el pago de unos 110 millones de pesos para él y su familia, como resarcimiento a sus años en prisión. Pero para Sarria, ese monto fue poco y terminó llevando su caso hasta el Consejo de Estado. Allá salio ‘trasquilado‘.
Como lo contó SEMANA en junio pasado, en vez de aumentar el monto de la indemnización, el magistrado Hernán Andrade anuló cualquier compensación a su favor. Además, el togado revisó el proceso por el que fue absuelto y encontró, a su consideración, varias irregularidades.

Sarria había justificado el incremento de su fortuna con la venta de bonos al Banco de la República y con soportes de los negocios que mantuvo en sociedad con su esposa, quien dedicó su vida a tranzar con joyas e incluso con obras de arte de leyendas de la pintura como Salvador Dalí. Pero para el magistrado, la autenticidad de esas pruebas no fue verificada por los peritos.

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Además, en el expediente encontró que un estudio de Ingeominas había certificado que en Gorgona no hay esmeraldas, y eso debilitaba la versión del enriquecimiento de Sarria, contada por él mismo y que para el magistrado estaba montada sobre una "pobre argumentación".

Pese a esos reparos al proceso, el Consejo de Estado no podía influir en la absolución de Sarria. Pero el esposo de la Monita Retrechera volvió a prisión, aunque por causas distintas. Fue capturado el pasado 15 de junio porque tenía una condena de 10 años pendiente por purgar, por el intento de asesinato de Elkin Barajas, un exsocio suyo en el negocio de las esmeraldas, quien fue atacado por sicarios en abril de 2008.

Así, en un año, Sarria pasó de ser un hombre libre que le reclamaba a la justicia, a un preso sin un solo peso de lo que pretendía cobrarle al Estado.