Nación
La protesta de pintar las fuentes de agua que no le gustó al alcalde de Medellín
Como si se tratara de un nuevo Moisés, un grupo de ciudadanos tiñó de rojo las aguas de varias fuentes públicas para protestar por la ola de asesinatos que sacude a la capital paisa.
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Un colectivo de ciudadanos que ha sentado su voz de protesta ante algunos programas del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, como por ejemplo las relacionadas con las crisis ambientales, quisieron también mostrar su descontento con el número de homicidios en la capital antioqueña. Con 52 asesinatos, julio se convirtió en el mes más violento de un año que que ya registra 301 homicidios. La protesta tuvo color apocalíptico, como de plaga de Egipto enviada por Dios: los ciudadanos tiñeron las aguas de cuatro fuentes de la ciudad con rojo sangre. El secretario de Seguridad (e), Andrés Tobón, dijo que se trataba de un acto criminal.
Aunque las aguas se tiñeron de rojo con anilina vegetal no contaminante, los ciudadanos, que son bien conocidos por su fuerte participación en redes sociales, fueron tildados de criminales y ante los medios se dijo que ya las autoridades los estaban buscando.
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Entonces se especuló que convertir las fuentes teñidas en aguas crsitalinas —la del teatro Pablo Tobón Uribe, del Parque de Bolívar, el Parque de San Antonio y un espejo de agua en el Parque de los Pies Descalzos— valdría cincuenta millones de pesos, luego se dijo que siete, hoy afirman que valió tres millones. Nadie habló del ingenio de la protesta, pues este mismo colectivo, que hoy se hace llamar No matarás —otro guiño a las plagas bíblicas—, fue el mismo que hace unos meses le puso tapabocas a las famosas esculturas de Fernando Botero, para evitar que murieran intoxicadas con el aire contaminado.
En su momento Federico Gutiérrez dijo que era inaceptable que se dañara la infraestructura de la ciudad, que las protestas son válidas, pero no de esa manera: “Hay formas de protestar y de expresarse, pero no puede ser que cada que existe una manifestación, se dañen elementos de ciudad, esa es la reflexión, eso tiene unos costos financieros”.
Cuando el colectivo se enteró de que supuestamente los estaban buscando decidieron entregarse, pusieron una cita a las 7 de la noche del lunes en el Teatro Pablo Tobón Uribe a la que invitaron al alcalde, al comandante de Policía, sin embargo estos no llegaron. “Nuestro mensaje era que no nos estábamos escondiendo. Ninguno de los invitados llegó, pero sí llegó un grupo de personas que habían estado pendientes por redes y conversamos sobre la acción y la necesidad de parar esta violencia”, dijo Daniel Suárez, uno de los miembros del colectivo.
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Sobre lo malentendidas que han sido las protestas, que entre alguno no suscitan reflexión sino rechazo, Suárez dijo: “Nosotros más que persecución, sentimos que Federico Gutiérrez nos puso una etiqueta. Cuando presionamos por el mejoramiento de la calidad del aire, él nos hizo a un lado y nos utilizó como una expresión de oposición, es muy raro eso, porque en ninguna de las actividades que hemos hecho hemos hablado de que somos un movimiento político. El alcalde nunca ha asistido a ninguna de nuestras invitaciones de reflexión, es lamentable. Y ahora empieza a utilizar un lenguaje muy fuerte y salir a medios cada que hacemos algo. Lo que yo pienso personalmente es que cuando pierde el protagonismo en la ciudad, él busca ganarse de nuevo ese protagonismo, y busca que la ciudadanía se vaya en nuestra contra”.
Aunque el método de protesta y reflexión es polémico para algunos, sí dejó una puerta abierta para pensar lo que está sucediendo en la ciudad desde hace varios meses, como en el barrio Belén Alta Vista, donde hombres del Clan del Golfo tratan de demostrar un poder intimidatorio a los ciudadanos.