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Clara Rojas estuvo en cautiverio, en manos de las FARC, junto con Íngrid Betancourt. | Foto: AP

CONFLICTO

Clara Rojas y el ‘placer’ de ser secuestrada

La antigua rehén de las FARC califica de “desafortunada” la embestida de la guerrilla contra ella.

3 de septiembre de 2014

El caso de Clara Rojas, quien estuvo secuestrada durante seis años por las FARC en la profundidad de la selva, muestra con nitidez las diferencias sustanciales entre la guerrilla y el resto del país. Mientras que para la enorme mayoría de colombianos el suyo fue un abominable plagio que se produjo bajo la intimidación de las armas de fuego y en condiciones de absoluta indefensión, la insurgencia lo pone casi al nivel de un viaje vacacional.

Las miradas son tan diametralmente opuestas como quedó en evidencia el mismo 23 de febrero de 2002. Aquel día Ingrid Betancourt y Rojas viajaron a la zona de distensión, creada por el gobierno de Andrés Pastrana en un intento de ponerle fin al conflicto a través de una negociación, cuyo epicentro era San Vicente del Caguán. En ese instante, ese municipio era gobernador por un alcalde del Partido Verde Oxígeno del que ambas formaban parte.

Corrían muchos rumores de que ante una ruptura de las negociaciones, los paramilitares que tenían bandas de asesinos en los alrededores de la zona despejada entrarían a masacrar a los pobladores. Las dos mujeres sintieron que era su responsabilidad ir allí para ayudar a protégelos. Las FARC en lugar de ver su gesto como un hecho de solidaridad lo interpretaron como si ellas fueran responsables y las secuestraron.

Por aquel entonces las FARC tenían presencia en casi todos los departamentos de Colombia y sus columnas inspiraban un enorme miedo entre la población porque habían puesto en práctica lo que llamaban “pescas milagrosas” en las que casi todos los días caían secuestrados de todos los estratos sociales. Basta imaginar el terror de cualquier persona ante un grupo de hombres armados, en camuflado, y que actúa con frialdad a la hora de decir: “Se van con nosotros”. ¿Cómo latirá el corazón en ese momento? ¿Qué imágenes pasaran por la cabeza en ese instante?

Es posible que para cualquier persona este sea el hecho más traumático de su existencia. Para las FARC se trata de “algo normal”, como lo dan a entender ahora. Es por eso que los diálogos de paz en La Habana se vieron enturbiados en las últimas horas.

De ahí que el jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle, se saltó su guión habitual en Cuba para condenar ante la prensa ese “ataque personal” y exigir a las FARC que aclaren “su sinceridad al acordar principios de reconocimiento y responsabilidad frente a las víctimas”.

El ex vicepresidente afirmó que el escrito sobre Rojas, publicado en la noche del martes en el blog de las FARC, es “una muestra de desprecio a una víctima que sufrió durante varios años un secuestro” y “viola su dignidad como persona y como mujer”.

En el texto, datado en las “montañas de Colombia”, la guerrilla afirma con un cinismo sorprendente que Rojas decidió voluntariamente acompañar en su secuestro a Ingrid. “Rehúsa irse y por su propia determinación decide quedarse. Afirma que cualquier cosa que suceda a Ingrid también debe ocurrirle a ella. En ese momento parece un gesto de lealtad a su amiga y compañera de política. Más adelante se sabría que era mucho más. Tanto insistió que terminó quedándose”, afirman las FARC en el texto, en el que, por si fuera poco, se insinúa una relación sentimental entre ambas.

Ante el descaro de las FARC, Rojas ha optado por la prudencia. Señaló, en las últimas horas, que todo es “falso” y “desafortunado” y consideró que se trata de una estrategia de la guerrilla para desacreditarla por su “repercusión pública”, ya que es la primera persona secuestrada en obtener una curul en el Congreso.

Y es que el blog de las FARC es tan insultante que hablar del hijo que Rojas tuvo durante su cautiverio con un guerrillero del bloque Sur que la custodiaba, a quien “se entregó por su libre voluntad, aunque tal vez se arrepintiera después”. “La cuestión es sencilla, se gustaron y pasó lo que pasó, a escondidas, claro, ese tipo de relaciones no se permiten en la guerrilla, ni creo que en ningún ejército del mundo”, dice la supuesta autora del texto de las FARC. La guerrilla dice, entonces, que el alumbramiento de su hijo Emmanuel en la selva “afectó psicológicamente” a Rojas, quien “se mostraba siempre muy ruda con él y lo lastimaba con frecuencia”.

Sobre las condiciones en las que se desarrolló el cautiverio de Rojas y Betancourt, la guerrilla alardea que por su “condición de mujeres y su extracción social” recibieron “un trato preferencial” y gozaron de algunas libertades como no estar nunca atadas.

A este respecto, la actual congresista consideró que ese tipo de pronunciamientos “sojuzgan la situación de las víctimas y minimizan la situación que vivieron”; y aseguró que su voluntad de participar como víctima en el proceso de paz ha decaído tras la polémica.

Precisamente, este episodio de intercambio de acusaciones entre el Gobierno y la guerrilla se produce en un momento muy delicado en los diálogos de paz, ya que está prevista la participación en la mesa de La Habana de un segundo grupo de víctimas el próximo día 10 de septiembre. Y muestra como un mismo hecho es interpretado de manera tan distinta por los colombianos que nunca han militado en una guerrilla –más de 47 millones- y los alzados en armas, que según los más exagerados estudios cifra en 20.000 combatientes.