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Un reglamento disciplinario les impide a los socios dar declaraciones públicas. | Foto: Archivo SEMANA

CONFLICTO

Rumores de censura en Club El Nogal

Desde hace un año, el club decidió expedir un Código Disciplinario para sus socios que les prohíbe expresarse públicamente en contra de ellos o de la institución.

30 de junio de 2016

El enfrentamiento que protagonizan el novelista Daniel Emilio Mendoza y la Junta Directiva del Club El Nogal tiene a propios y extraños hablando de la manera poco convencional como ese conglomerado pretende evitar que sus socios y la misma corporación puedan estar en boca de los medios de comunicación.

Un reglamento disciplinario que vio la luz el año pasado y que se aplica a los socios les impide dar declaraciones públicas o expresar mensajes en redes sociales que puedan atentar contra el prestigio o la imagen de la institución o de alguno de los socios.

Semana.com dialogó con Mendoza y con varios socios que no sólo se oponen al funcionamiento de un reglamento que vigile sus conductas, sino que están convencidos de que el club está violentando garantías fundamentales de sus propios asociados, aplicando la censura, un instrumento que por mandato de diversos reglamentos internacionales, el Estado colombiano tiene prohibido imponer.

Según el novel escritor, abogado de profesión y amante de la música rock, las acciones del club que él califica como atentatorias de la libertad de expresión empezaron a surgir como un mecanismo de retaliación y de defensa para impedir que en su columna del portal Las 2 Orillas se refiriera a actuaciones contra la ética y probables hechos de corrupción de los que eran partícipes algunos socios.

Mendoza dice que todo empezó cuando quiso contarles a los lectores cómo el ex superintendente de Industria y Comercio Jairo Rubio, a su juicio, incurría en un abuso repudiable al utilizar una afiliación de cortesía de una empresa que, dice, era objeto de auditoría por parte de la entidad a su cargo.

Además, cree que lo propio sucedió cuando quiso referirse a la presencia de Jairo Iván Ramírez en la junta directiva y el comité de seguridad, pese a que mantenía con la corporación un litigio que, según él, era cercano a 5.000 millones de pesos.

El escritor cree que esa persecución también lleva implícita una especia de venganza ante su propósito de criticar la reacción, según él de desaprobación, que tuvo el socio Pedram Fabián cuando El Nogal contrató una firma de vigilancia en un proceso licitatorio en el cual él, aparentemente, era partidario de la opción más costosa.

Daniel Emilio Mendoza dice estar convencido de que a raíz de estos eventos se redactó el polémico reglamento, que además establece que se pueden utilizar grabaciones, correos electrónicos y demás estructuras tecnológicas para demostrar la falta del infractor.

Para Julio César Ortiz, expresidente del Nogal y todavía socio del club, ese código es un “adefesio”. Es inconcebible que un tipo de mandato de ese estilo, dice, tenga que ser aplicado a los socios, atentando incluso contra su libre expresión.

La opinión de otros socios es muy parecida. Varios creen que lo que hace El Nogal es afectar seriamente las libertades de sus propios asociados para defender las manías de ciertos integrantes que se muestran encantados de imponerles conductas y comportamientos a los demás.

La gota que llenó el vaso fue la publicación de la novela El diablo es dios, en la que el literato acude a mensajes ficticios de Twitter que caricaturizan la relación entre el procurador Alejandro Ordóñez y el exsenador Pablo Victoria, algo que resulta siendo también una invención del autor, no una afirmación, según él mismo lo aclaró.

Los socios y la junta directiva de El Nogal que se vieron retratados en esta, su primera publicación literaria, no dejaron pasar por alto su atrevida forma de describir sus invenciones, y ahora quieren aplicarle la cláusula del Código que le impide a él y a los demás afiliados hacer este tipo de manifestaciones públicas.

Semana.com quiso comunicarse con el gerente del club, Henry Segura, con el fin de ofrecerle la oportunidad de expresar su punto de vista frente a esta discordia. Sin embargo, según dijo su asistente, no le fue posible atender el teléfono por sus múltiples ocupaciones.

Mientras tanto, muchos socios se preguntan si los personajes más visibles y simbólicos de los medios de comunicación, que son socios de este tipo de clubes, estarían dispuestos a aceptar una restricción como esta.