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El Programa de Fortalecimiento Institucional para las Víctimas, que lleva a cabo la OIM con el apoyo de Usaid, busca ayudar a las autoridades colombianas para ejecutar eficazmente la Ley de Víctimas. | Foto: Carlos Bernate

VÍCTIMAS

A reparar el dolor

El reto de atender y reparar a más de 8 millones de víctimas del conflicto pondrá a prueba la creatividad y la capacidad de gestión de los mandatarios locales.

2 de julio de 2016

Aunque el conflicto armado ha afectado más directamente a unos municipios y departamentos que a otros, todos deben asumir a las víctimas como una de sus principales responsabilidades.

La gran mayoría ha vivido en su territorio los efectos de la confrontación (atentados terroristas, secuestros, tomas de poblaciones, minas antipersonal, etcétera); otros han llegado desplazados por la violencia en sus lugares de origen. Pero todos requieren la atención prioritaria del Estado.
Eso plantea la pregunta de cómo atender a una población que ya supera los 8 millones de colombianos sin descuidar a quienes por razones distintas al conflicto viven en condiciones de vulnerabilidad en su territorio y también requieren atención.

La gestión de Luis Francisco Ruiz, alcalde de Cartagena del Chairá hasta el pasado 31 de diciembre, ofrece un ejemplo. Ruiz mantuvo durante su mandato una administración abierta a las víctimas y se dedicó activamente a gestionar recursos que las beneficiaran. “Gran parte de la población de Cartagena del Chairá es víctima, directa o indirectamente. Habría sido errado no incluirlas en nuestro Plan de Desarrollo. Como había pocos recursos, buscamos beneficiarlas dentro de los rubros que la ley nos permite, porque así estábamos favoreciendo a toda la población”, dice el alcalde.

Su experiencia y la de otros mandatarios destacados en esta tarea les han servido de guía a la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid) y a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para presentar en los talleres realizados por Colombia Líder unas pautas que deben orientar a las entidades territoriales en esta labor. Recomiendan, entre otras cosas, incluir a las víctimas en los programas de la administración, hacer planes de desarrollo y en general desarrollar un gobierno participativo e incluyente que reconstruya las relaciones y recupere la confianza.

Para la OIM, la falta de recursos no puede ser excusa para descuidar a las víctimas. Los mandatarios locales tienen para sacar adelante sus proyectos, entre muchas otras opciones, trabajar conjuntamente con otros municipios u otras entidades territoriales, cofinanciar proyectos con el gobierno nacional o buscar recursos de la cooperación internacional o las alianzas público-privadas.

Y todo esto no se puede llevar a cabo sin que las propias víctimas participen. “Ellas también aportan. No con dinero, pero sí con su trabajo, su experiencia y su conocimiento. Vincularlas, además, les da un mayor sentido de pertenencia”, agrega Ruiz. 

"De alcaldes y gobernadores depende que la paz sea una realidad"

Peter Natiello, director en Colombia de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), habla sobre los retos que las autoridades territoriales tendrán frente al posconflicto.

SEMANA: ¿Cuál es su percepción sobre los retos que tendrán las alcaldías y gobernaciones una vez se firmen los acuerdos de paz?

PETER NATIELLO: Para que la paz sea una realidad es necesario fortalecer a las autoridades territoriales, lo cual implica, desde nuestro punto de vista, facilitar que alcaldes y gobernadores cuenten con recursos financieros necesarios para poder cumplir con su rol. Por su parte, las autoridades territoriales tienen que estar en la capacidad de rendir cuentas a sus comunidades y responder a sus necesidades. El rol de alcaldes y gobernadores en este momento histórico para Colombia es crucial, en tanto que de ellos depende, en cierta medida, que la paz sea una realidad.

SEMANA: ¿Cuáles considera elementos claves para comprender y hacer realidad la reconciliación entre los colombianos?

P.N.: Colombia lleva generaciones viviendo en medio del conflicto y su población ha desarrollado mecanismos para adaptarse y ser resistente, lo cual en algunas regiones del país se ha traducido en la enorme capacidad de resiliencia de su gente, pero en otras, en un poco de apatía frente al conflicto y las consecuencias que este ha tenido en casi el 15 por ciento de la población del país. Ese proceso de concientización es el primer paso para poder ponerse en los zapatos del otro, y entender que construir un país en paz es una tarea conjunta.