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COLOMBIA PAGO EL PATO

En una cena de conspiradores, Kissinger y Havelange decidieron eliminarla.

16 de agosto de 1982

Todo ocurrió entre jueves y domingo. Justo antes de que empezara el partido Alemania Francia, la noticia se regó como pólvora entre la delegación colombiana presente en el mundial: el Presidente Betancur no apoyaba el Mundial 86.
No lo podían creer. Ni los dirigentes, ni los periodistas, ni los simples turistas colombianos. Hasta entonces sonaban como figuras menores de un concierto, colocando banderas en los estadios y luchando por ser escuchados. Su desilusión no fue total. El Presidente no apoyaba el certamen pero tampoco lo combatía. Y nadie, en todo el país, podía responder a una pregunta: ¿asistirá Belisario a la final en Madrid?
No asistió, a pesar de que era invitado especial del rey y ello influyó más en los dirigentes de la recalcitrante Fifa de lo que los delegados colombianos imaginaron.
Dos días después, el sábado, cuando ya el mundo sabía que Polonia era el tercero en el campeonato, se celebró una cena en un lujoso y discreto restaurante madrileño. Los comensales eran muy especiales: el exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, el presidente de la Federación Norteamericana de Fútbol, Gene Edwards, y los eternos Joao Havelange y Herman Neuberger, presidente y vicepresidente de la Fifa.Terciando entre ellos, extrañamente estaba también el presidente del Club Cosmos, equipo y empresa futbolera estadounidense en la que tiene sólidos intereses Joao Havelange.
Allí, al calor de los vinos y mientras transcurrían los platos, Kissinger y Edwars presentaron a la Fifa, un plan destinado a hacerse con la sede del Mundial 86, que fue otorgada a Colombia en 1974.
Sin saberlo, los colombianos ya habían recibido un campanazo de advertencia, en una ocasión no determinada pero debidamente difundida por los cables internacionales. Según esas informaciones, Havelange habría puesto un plazo hasta el 16 de diciembre, a la delegación colombiana, utilizando términos muy duros "Ya está bien de videos y revistas de propaganda, es hora de trabajar en serio". Se refería, sin duda, al audiovisual sobre la Colombia turística que preparó el Banco de Colombia para pasar por la televisión española, y a una separata especial preparada por la redacción de "Cromos", que fue llevada a España y distribuida masivamente.
Y detrás de todo ello, también sin que lo supieran los colombianos -y muchas personas más-, está un fantasma aparentemente inofensivo: las tres hojas del emblema Adidas.
Hay dos candidatos para hacer el próximo mundial, además de Colombia. Y eso todo el mundo lo sabe: son Brasil y Estados Unidos.

CON LOS BRAZOS ABIERTOS
Nadie lo creería, pero a Havelange no le seduce la idea de hacerlo en Brasil, su tierra. Tiene allí a un enemigo mortal. Su nombre es Giuilette Coutinho, presidente de la "Confederacao Brasileira de Futebol", quien sería el verdadero protagonista de la fiesta. En cambio, posee en EE. UU. definidos intereses en el negocio del espectáculo deportivo. El mayor "sponsor" (patrocinador) publicitario del mundial, después de la firma Adidas, es Coca-Cola. Havelange recibió el plan de Kissinger con los brazos abiertos. Dicen los observadores que librará una batalla personal para llevarse el mundial a EE. UU.
Se trataría de jugarlo en la Costa Oeste, de Nueva York, hacia arriba, e incluyendo (por qué no), algunos estadios canadienses en la ruta. Se aprovecharía, así, un fervor futbolero que Francia le heredó a Quebec.
Surgió el obstáculo del césped. Y Kissinger lo sorteó: los estadios de rugby serían despojados de su césped sintético, y recibirían semillas de hierba. "En seis meses lo haríamos".
Con 24 horas de anticipación a este episodio, ocurrió otro, del que los colombianos no sólo se enteraron, sino que fueron protagonistas: conocieron algunas cifras, suministradas por Mundiespaña, sobre los costos de organización. La magnitud de esos números, aunque eran parciales, produjo un momentáneo escalofrío entre los organizadores de la Corporación Colombia 86: si el presidente no asumía responsabilidad directa, la organización de empresa privada no podría asumir todos los costos.
En ese estado de cosas, llegó la nerviosa delegación colombiana al Santiago Bernabeu, el domingo de la final. Una gran pancarta situada en una de las tribunas decía "Colombia 86". Pero ni las banderas ni las flores prometidas aparecieron por ninguna parte. Y comenzó el desaire. El nombre de Colombia no se escuchó en los discursos de clausura del Mundial 82. Terminó el partido. Y en la pantalla gigante del estadio se repitieron los goles, se mostró a Paolo Rossi, salieron repetidamente las letras ITALIA CAMPEON, pero tampoco se vio la esperada frase "Nos vemos en Colombia-86". Los locutores hablaron de un globo gigante tricolor, que no se vio porque no le permitieron sobrevolar el estadio. Justo cuando empezaba a lamentarse por los micrófonos, y el estadio estaba semivacío, la pantalla gigante empezó a pasar el audiovisual de marras.

UN LUNES ANGUSTIOSOS
Al salir del estadio, Roberto Ordóñez y Fernando Londoño, se encontraron en las oficinas asignadas a Caracol en la torre de comunicaciones del Mundial. Fue entonces cuando decidieron desmontar la corporación creada el 27 de abril, con tantas esperanzas. Por más esfuerzos que hiciera la empresa privada, no podría organizar sola el Mundial, teniendo en cuenta que estarían ausentes entidades como Avianca y Bavaria.
Después de tomada esta determinación, Ordóñez habría tenido un enfrentamiento con Alfonso Senior, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, a raíz de la pantalla gigante. Se encontraron en el aeropuerto de Barajas, entre público y periodistas. Senior, como miembro del Comité de la Fifa, se había encargado de coordinar el encendido del letrero luminoso "Nos vemos en Colombia 86", apenas terminara el partido final. Ordóñez y Londoño-este último presidente de Caracol-anunciaron a la prensa el desmonte de la Corporación. Nunca anunciaron que Colombia declinaba el Mundial. Mal podían hacerlo, puesto que no llevaban la representación oficial del país.
Después de anunciar su decisión, Ordóñez viajó a Londres y se perdió en el dédalo de hoteles y calles. Y su superior inmediato, Jaime Michelsen, lo hizo localizar a como diera lugar, y le dijo que no se podía montar una empresa de semejante magnitud para terminarla de un momento a otro.Ordóñez meditó largamente, y rectificó posteriormente, abriendo un compás de espera.
Entonces habría tenido lugar una división entre Ordóñez, Londoño y Senior. Los primeros habrían decidido retirarse de la organización del Mundial. Y, durante un angustioso y largo día-el lunes-sólo Senior creyó en Colombia 86, mientras los cables, los titulares de prensa y los noticieros televisivos del mundo, daban por hecho que el país había perdido la sede.
Al final de la semana, cuando regresaron, los dirigentes futboleros escurrieron el bulto a la prensa. Legalmente, el Mundial sigue siendo colombiano, hasta el 16 de diciembre. Pero sólo una decisión presidencial -imprevisible-lo confirmará o no. Y para conocerla faltan algunas semanas.

LAS MEDIAS DE ARCONADA
Parecia mentira. Pero estaba allí, claramente impreso por el teletipo, en una seria noticia internacional. El Partido Socialista Español resultaba implicado en una investigación sobre por qué el portero Luis Arconada había usado medias blancas y no rojas en los partidos del Mundial.
Fue el más absurdo -y divertido escándalo del torneo. finalmente, se aclaró que el portero suplente, Donostiarra, había solicitado permiso para usar medias no reglamentarias, y que ningún infiltrado del PSOE había cambiado perversamente las medias para perjudicar a España.
Pero hay mucho más. Si existe alguien desgraciado en España en este momento, ese hombre se llama Pablo Porta. Es el presidente de la Federación Española de Fútbol. Los tres grandes de la FIFA, Havelange, Neuberger y Artemio Franchi, están muy disgustados con él y su futuro como dirigente futboléro internacional se ha nublado particularmente. Ellos percibieron la irritación existente al más alto nível del gobierno español, por los resultados del torneo. El gobierno ha fijado un plazo a las entidades organizadoras para rendir cuentas públicas. Lo cierto es que los únicos que han ganado dinero son la FIFA, la Federación y Mundiespaña. Ellos recibieron ya hace dos años la suma de mil millones de pesetas, por concepto de venta anticipada de boletas.
El airado jeque kuwaiti Al-Jaber-Al Sabah calificó a esos dirigentes como "peores que los peores "maffiosi"". El no puede hacerse ilusiones sobre su pequeña Federación de Fútbol, que agrupa apenas 28 equipos. (La Federación Italiana, por ejemplo, tiene 30.168 equipos y 1. 022.030 jugadores).
Nada se hace hoy en la FIFA, ni en otras muchas federaciones deportivas internacionales y ni siquiera en el Comité Olimpico Internacional, sin el visto bueno del señor Dassler, judio aisaciano y gran patrón de Adidas. No hay un futbolista en ningún pais del Este-a excepoción de Yugoeslavia-que no esté equipado de pies a cabeza por Adidas En occidente, Adidas financia y ofrece créditos a cambio de transformar a los deportistas en hombres anuncío de incalculable alcance. El otro protector y amo de la FIFA es Coca-Cola, dueña también de la Copa Mundo Juvenil.
Uno de los casos más significativos fue la eliminación de China Popular. Su equipo no luce publicidad alguna. Estaba empatado a puntos con Nueva Zelandia. Cinco goles contra Arabia necesitaban los neozelandeses para sacar a la China. Y los hicieron en el primer tiempo. En el segundo no hubo anotaciones. Según los comentaristas, China juega un excelente fútbol, y hubiera sido una gran revelación. El gran temor de Neuberger, expresado públicamente en varias ocasiones, es que derepente surja en un mundial una selección atricana o asiática en las finales. En ese sentido, los cameruneses no tuvieron el mal gusto de ganarle a Italia, aunque estuvieron a punto.
Corresponsalia de "Cambio 16"