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COLOMBIA VISTA DESDE EL NORTE

SEMANA encargó a Barry Sussman, eminente periodista estadounidense, su visión <BR>sobre los problemas del país.

23 de agosto de 1999

Barry Sussman es una institución en el periodismo de Estados Unidos. Editor del
periódico The Washington Post en la época en que se destapó el escándalo Watergate que le
costó la presidencia a Richard Nixon, es un experto en investigaciones políticas y hoy es director de
un grupo de consultoría de medios de comunicación. "Las implicaciones de toda la campaña
presidencial de Estados Estados Unidos para Colombia no están claras. Los congresistas
republicanos han venido sosteniendo un discurso duro desde hace bastante tiempo. El grupo de línea
dura quisiera ver desintegrados los grupos de narcotraficantes, de guerrillas y de paramilitares. Les
es imposible entender cómo pueden tener tanto poder. Los demócratas se están moviendo en la
misma dirección. No se sabe si Colombia va a ser un punto importante en los debates de la campaña.
Los demás países del mundo no son nunca temas de campaña a menos que sean presentados como
amenazas directas a Estados Unidos. Colombia, como es obvio, no representa una amenaza, pero las
drogas que produce sí lo son.La gente ha estado diciendo que Colombia se agazapa a la sombra de
México, lo cual significa que ha habido tantos problemas con México que Colombia se ha perdido
de vista. El ex embajador en Colombia, Charles A. (Tony) Gillespie, Jr., me dijo que Colombia se está
beneficiando de que 'los archivos secretos' hayan reemplazado a 'Miami Vice' en la televisión. Muchos
norteamericanos, tal vez la mayoría, no serían capaces de ubicar a Colombia en el mapa. Pero
inclusive aquellos que no saben dónde está tienen ideas muy definidas acerca del país. En Estados
Unidos Colombia tiene una imagen propia, creada en parte por Miami Vice (que actualmente se ve en
repetición por cable), en parte por películas inspiradas en los libros policiacos de Tom Clancy y en
parte por Gabriel García Márquez. También cuentan mucho, lamentablemente, los trágicos
acontecimientos cotidianos.Un lugar de selva y montañas La imagen es la de un lugar con selvas y
montañas, en donde 10 por ciento de las personas son narcotraficantes crueles y violentos, 10 por
ciento pertenecen a la élite de negocios con acceso a los clubes campestres, 60 por ciento son
resignados trabajadores de origen católico y 20 por ciento campesinos atrapados entre dos fuegos.
Se completa así el ciento por ciento, pero se omite a las guerrillas y a los paramilitares, pues en
la mente de la mayoría de los norteamericanos unos y otros forman un solo bloque con los
narcotraficantes. El número estimado de narcotraficantes es probablemente nueve o 10 veces mayor
que en el real.
Estoy seguro que los norteamericanos no tienen ni idea del número total de habitantes que tiene
Colombia; pero igual no saben cuántos habitantes tiene ningún otro país. Si se les da a escoger
entre tres opciones _10, 35 y 100 millones de habitantes_ 35 millones sería la cifra más citada, pero
probablemente no con mucha ventaja y solamente quedará de primera porque muchas personas optan
por el valor medio cuando no tienen idea.Y en todo esto ¿dónde aparece García Márquez? Pienso que
sus lectores de por aquí sienten que en Colombia es perfectamente normal que las cosas mejoren y
empeoren simultáneamente. Creo que también sienten, sin saber explicar realmente cómo sucede, que
los colombianos pueden salir adelante en la vida, o inclusive prosperar, en medio de la injusticia, la
criminalidad, la brutalidad, el intervencionismo extranjero, la ausencia de higiene, la polución del aire
y del agua, los desperdicios tóxicos, la corrupción política, la explosión de petardos colocados sin
propósitos claros, los asesinatos inexplicables, y así sucesivamente. ¿Mencioné el secuestro?
¿No? Bueno, entonces también el secuestro de gente rica, de gente pobre, de observadores de
pájaros, de misioneros, de congregaciones enteras que asisten inermes a misa y de aviones
repletos de pasajeros. Son capaces de seguir viviendo, de casarse, de tener hijos, de ir a la iglesia,
de tener trabajos y rutinas, de aspirar a cosas mejores, de crear a Juan Valdez e inclusive de exportar
flores.
Alguna vez que estaba tratando de viajar a Colombia, American Airlines canceló la primera parte de mi
viaje: un vuelo de Washington a Miami. '¿A dónde viaja?', me preguntó un pasajero a quien también
le habían cancelado el vuelo. 'A Medellín', le contesté. 'Tal vez el Señor no quiere que usted vaya a
Medellín', repuso.
Ese es un punto de vista muy común por aquí: tal vez Dios, pero en todo caso el Departamento de
Estado no quiere que la gente viaje a Colombia.
Cuando logré llegar a Miami y me embarqué en el vuelo de Aces a Medellín, me topé con media
docena de jóvenes en uniforme de camuflaje, armados y transportando perros... ¡Iban para
Colombia! ¿No es apenas normal?
Actualmente se está produciendo un éxodo de Colombia: se van las personas y el capital. Una
encuesta realizada durante las elecciones que llevaron al poder a Andrés Pastrana mostró que la
mayoría de los colombianos abandonarían el país si pudieran. Ahora lo están haciendo. Las solicitudes
de pasaporte están disparadas al igual que las solicitudes de visa para Estados Unidos. Como la
clase alta mantiene siempre vigente su pasaporte, el aumento de las solicitudes significa que otros
grupos de la sociedad quieren irse.Muchos en Washington piensan que Ernesto Samper quebró a
Colombia pagando favores políticos y que Andrés Pastrana quedó soportando los daños. Desde esta
capital se percibe que el colapso de la economía colombiana, luego de tantos años de insurrección, es
más de lo que muchos pueden soportar. La migración de personas y capitales también tiene que
ver con los resultados de una encuesta realizada este verano por El Tiempo, según la cual las dos
terceras partes de la gente interrogada pensaba que si las conversaciones de paz alguna vez lograban
iniciarse, no conducirían a ningún lado.Actualmente parece claro que los responsables en Washington
están adoptando una posición mucho más enérgica en el tema colombiano. Es un movimiento serio
basado en la ausencia de progreso de Andrés Pastrana en sus conversaciones con la guerrilla, en
informes acerca del aumento de la producción de drogas y en la certeza de que es buena política de
Estados Unidos mantenerse implacable contra el narcotráfico.
Al mismo tiempo hay una significativa cantidad de gente aquí, incluyendo personas con muy buen
conocimiento del tema colombiano, que considera que Pastrana está haciendo lo correcto. Han
insistido en que haya paciencia y flexibilidad. Esas personas tienen poca confianza en los militares
colombianos y quieren evitar una guerra total, esperando que la guerrilla quiera negociar. Sin embargo
el número de esas personas está declinando en Washington.
Debiles y poco patriotasVa ganando terreno la visión radical de que los colombianos _no sólo el
gobierno colombiano sino los ciudadanos_ son débiles e inclusive poco patriotas por haber hecho tan
poco para sacar adelante su país. En cambio lo están entregando en bandeja a los elementos
criminales y anárquicos. Un diplomático norteamericano comenta: 'Los colombianos soportan cuanta
basura. No parecen tener el coraje de pararse y gritar '¡Estoy hasta la coronilla y no voy a soportar
más'! Ni le gritan así a los propios que les hacen la vida imposible, ni se lo gritan al resto del
mundo... Me parece que las páginas de crímenes que aparecen en los periódicos bogotanos no
reciben mayor atención. La gente las mira de reojo y luego pasa a las páginas deportivas'.En julio,
esta visión de los colombianos como personas desalentadas para todo excepto para presenciar
deportes se percibió en una noticia de Reuters aparecida cuando las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (Farc) pospusieron las conversaciones de paz con el gobierno. La
noticia observaba que como resultado del aplazamiento, el cubrimiento televisivo del proceso de paz no
intervendría con las transmisiones en vivo del torneo de fútbol de la Copa América desde Paraguay.
'En un país tan afiebrado por el fútbol como Colombia, el cubrimiento de los deportes adquiere
prelación inclusive sobre los eventos políticos más dramáticos', decía el despacho de Reuters.
Un diplomático afirma que 'mientras más asciende uno al nivel en el que se toman las decisiones en
Washington, menor es el número de personas que saben cómo son las cosas en Colombia. La gente
no puede tomarse el tiempo de aprender esas cosas'. Durante una época realicé encuestas de opinión
para The Washington Post y puedo afirmar sin temor de que me contradigan, que la mayoría de los
norteamericanos no sabe prácticamente nada acerca de otros países. Recibí una vez una llamada del
ministro argentino del Interior, quien me preguntaba acerca de la opinión pública en Estados Unidos
sobre su país. Corrían los años 80, Raul Alfonsín era el presidente, y todos los meses Argentina
avanzaba hacia la democracia pero al mismo tiempo retrocedía frente a la inflación, la cual
alcanzaba dimensiones insostenibles. Le expliqué que la mayoría de los norteamericanos no tenía
ninguna impresión acerca de Argentina _ni siquiera acerca del tango_ y que en la historia de las
encuestas de opinión en Estados Unidos probablemente nadie había preguntado nunca nada
acerca de Argentina. Eso le pareció grave porque según él el Congreso de Estados Unidos atiende a la
opinión pública y una opinión pública favorable hacia Argentina podría resultar de gran ayuda. Añadí que
los argentinos se preocuparían por la opinión que Estados Unidos se formara acerca del país austral
y que las reacciones favorables de la opinión pública norteamericana podrían ayudarle mucho al
gobierno a sortear las crisis. Luego comenzó a llorar.Pensé en ese entonces que su percepción era
tan válida como conmovedora. Lo mejor que logré hacer fue asegurarle que los norteamericanos
valoran enormemente la democracia, lo cual es cierto. Esas son dos cosas que sé: primero, que los
norteamericanos no tienen prácticamente ninguna opinión formada acerca de los países extranjeros
y, segundo, que muchos norteamericanos piensan que Dios no quiere que vayan a Colombia. Hay
también una tercera cosa: los jefes de las Farc dicen que Estados Unidos se prepara para invadir a
Colombia. No es cierto; tan solo les gustaría invadir a Colombia".