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La fachada de la catedral de Cali, parroquia dirigida por el padre Fred Potes, quien sigue en el cargo pese a estar en el ojo del huracán. Según las denuncias, pagaba servicios sexuales de jovencitos con las limosnas de sus feligreses. Potes dice que espera los resultados de la investigación pero no negó haber participado en los hechos motivo de la denuncia

ESCÁNDALO

Como el avestruz

Nuevas denuncias sobre abusos sexuales y actividades 'non sanctas' sacuden a la Iglesia Católica. La Iglesia no quiere ver el elefante en la sala.

25 de agosto de 2007

Bob Woodward, el legendario periodista de Watergate, usó una frase de la sicología para describir el manejo equivocado de la administración de George W. Bush en la guerra de Irak. Dijo que vivía en un estado de negación. Así está la Iglesia Católica colombiana frente a las cada vez más frecuentes acusaciones contra algunos de sus sacerdotes por abusos sexuales. El nuevo capítulo estalló en Cali. Arrancó con las graves y explosivas denuncias del padre Germán Robledo sobre el presunto pago de favores sexuales a jovencitos con el dinero de la limosna por sacerdotes vinculados a la Arquidiócesis de Cali. Robledo es un reconocido religioso que durante 23 años presidió el Tribunal Eclesiástico de Cali. Hace seis meses se retiró, según dijo, decepcionado porque sus quejas no encontraban eco entre los jerarcas católicos.

Ante la magnitud del asunto, monseñor Juan Francisco Sarasti, arzobispo de la ciudad, aceptó públicamente que conocía las denuncias y anunció una investigación. Mientras el alto prelado ponía la cara, la polémica crecía gracias a las declaraciones entregadas a los medios de comunicación por los sacerdotes involucrados y la sorpresiva aparición de testigos. El padre Robledo no sólo ratificó lo dicho, sino que durante la semana aportó nuevos datos de las presuntas irregularidades de sus compañeros.

Dijo tener varias cartas y videos que respaldan sus denuncias. "Tengo una entrevista grabada y dos cartas, una de junio de 2004 de los feligreses de la iglesia La Santa Cruz, en la que se quejan de las actuaciones del padre Fred Potes", afirmó Robledo, quien agregó que no está solo en esta lucha y que representa a algunos sacerdotes que se cansaron de "la doble moral que impera en la Arquidiócesis de Cali".

El padre Potes, párroco de la catedral de Cali, está en el centro del escándalo. Este religioso ya era conocido en el cerrado mundo sacerdotal porque hace cuatro años celebró a toda prisa la Primera Comunión de las hijas del capo de la mafia Juan Carlos Ramírez, alias 'Chupeta', sin exigirles el curso obligatorio que requiere la Iglesia. Aunque varios clérigos se negaron, finalmente el clérigo Potes aceptó celebrar la ceremonia de esa manera excepcional, ya que las niñas no tenían tiempo de hacer el curso pues salieron intempestivamente del país con su padre.

A este controvertido sacerdote la Fiscalía lo investigó en 2004 por el delito de inducir a la prostitución a un menor de edad, pero la diligencia fue archivada en los pasos preliminares. El caso comenzó por una denuncia anónima en la que se sindica a Potes de subir dos adolescentes al baúl de un carro y llevarlos a su apartamento. Las autoridades entrevistaron al prelado, que en esa época era párroco de la Iglesia La Santa Cruz, y él negó los hechos.

Asegura el padre Robledo que tiene el testimonio grabado de una persona que cuenta cómo son contactados los jóvenes que tendrían relaciones íntimas con Potes, y el monto de los pagos.

Como si esto fuera poco, el viernes pasado, luego de una semana de conocerse la noticia, apareció en Popayán otro testigo contra el padre Potes. Se trata de Fernando Villarreal, un mecánico de 27 años, quien comentó que hace muchos años, siendo un niño de la calle, se hizo amigo de otros niños que aguantaban hambre. "Un día uno de ellos dijo que conocía a un padre que ayudaba a quienes padecían necesidades. Así conocí a Fred Potes, quien dijo que nos ayudaba, pero que nos iba a proponer algo", sostiene Villarreal, quien agrega que el religioso los llevó hasta su casa parroquial y que hubo caricias entre ellos.

Casos aislados

Aunque Robledo investigaba el mal comportamiento de sacerdotes en la Arquidiócesis de Cali desde hace más de tres años, sólo decidió a hacer pública su denuncia cuando se dio cuenta de que su superior, monseñor Sarasti, no tomaba los correctivos del caso aunque estaba enterado de la gravedad de los hechos desde 2006.

La ordenación de un joven sacerdote el pasado mes de abril, que coincidió con el nacimiento de su primer hijo fruto de un matrimonio que mantuvo oculto, fue la gota que rebosó la copa e impulsó al grupo liderado por Robledo a denunciar las presuntas irregularidades. "Este muchacho no sólo oculta su verdadera condición, casado y con un hijo, sino que ahora anda acosando niñas en el distrito de Aguablanca y, para colmo de males, le asignaron un diácono para que lo forme", recalcó el padre Robledo a los medios locales.

El grueso de las denuncias está relacionado en una carta de 2006. Allí se habla de siete casos de religiosos con hijos y con compañeras permanentes que, en algunos casos, figuran como secretarias privadas. También menciona casos de pederastia. "Por lo menos el 10 por ciento del clero de Cali está involucrado. Hay ocho sacerdotes con denuncias por inasistencia alimentaria, otro que echaron de Estados Unidos por un escándalo de tipo sexual y acá fue recibido como si nada. Está el caso de un párroco que convive con su secretaria pero tuvo un hijo con la prima de otro sacerdote, y el caso de un párroco que convivía con su secretario, lo que produjo el rechazo de sus feligreses", dijo Robledo.

Las inclinaciones y prácticas sexuales de algunos sacerdotes de la Arquidiócesis de Cali no son los únicos problemas que enfrenta esta institución. Las denuncias del grupo que lidera Robledo incluyen malos manejos financieros en los 24 colegios y hasta entierros sin reportar en los camposantos que administra esta diócesis.

Las denuncias de Cali se suman a los cada vez más frecuentes casos que involucran a miembros de la Iglesia Católica en Colombia. Tal vez el más sonado es el del padre Efraín Rozo. El año pasado se conoció un video donde el padre acepta que abusó sexualmente de su sobrino y un niño seminarista en 1966. Y sin embargo hace un mes el Tribunal Eclesiástico de Bogotá lo absolvió.

A la gente le quedó la sensación de que el Tribunal, a punta de tecnicismos jurídicos, no llegó al fondo del asunto. La situación se complicó por el contraste entre esta laxa determinación y el anuncio, casi simultáneo, de la Arquidiócesis de Los Angeles (Estados Unidos), que admitió pagar 660 millones de dólares a más de 500 víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes de este obispado desde 1940.

"La de la Iglesia es una historia que no se da en blanco y negro. Es santa y pecadora, con curas pederastas y curas héroes, porque está hecha del mismo barro que los hombres, sólo que con una misión que siempre parece desbordarla", escribió una vez Javier Darío Restrepo, conocedor como pocos de la realidad interna de esta institución en el país.

Hay quienes creen que llegó la hora de exigir un mayor compromiso de los altos jerarcas de la Iglesia con los problemas que ya son inocultables. Incluso se escuchan voces en torno a que, para el caso de Cali, que involucra laicos, sea la justicia ordinaria la que se encargue de esclarecer los hechos.

Para Daniel Bonilla, director del Grupo de Derecho de Interés Público de la Universidad de los Andes, el elefante que monseñor Pedro Rubiano creó para referirse al proceso 8.000 viene de vuelta. "En todas sus declaraciones Rubiano aceptó que, desde el punto de vista jurídico, las decisiones podían ser correctas; sin embargo, cuestionó su moralidad. En este caso, la Iglesia debe reconocer también que tiene un elefante en su sala". En otras palabras, no más tapen, tapen.