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COMO CUALQUIER DOMINGO

Por que fracaso el paro y que implicaciones tiene esto para el sindicalismo, la izquierda y la guerrilla.

28 de noviembre de 1988

El jueves 27 parecio más bien un domingo cualquiera. Las calles estaban semivacias, la gente se veía despreocupada. Y lo que se esperaba que podia ser el día más negro de la administracion Barco, acabo siendo una placida jornada de locha. Ningun observador desprevenido hubiera podido pensar que había sido la fecha fijada por las tres grandes centrales obreras para un paro civico nacional, ni mucho menos que esa jornada de protesta contaba con el respaldo en bloque de todos los grupos guerrilleros del país.

No fue precisamente que no hubiera paro, ni que las acciones guerrilleras se hubieran suspendido.
Lo que paso en realidad es que los temores que se abrigaban eran tan grandes, que los hechos resultaron mucho menos dramáicos. En cuanto al nivel de la paralisis laboral, ni siquiera las declaraciones de las centrales obreras al finalizar el día, cantaron victoria. En cuanto a las acciones terroristas, aunque no faltaron, fueron incluso inferiores a las que se han venido presentando en los ultimos meses de escalada violenta. El más grave de esos actos fue, sin duda, la serie de voladuras de torres de energia que alcanzaron a dejar sin luz, en un momento dado, al 30% del territorio nacional. En este sentido, hubo más apagon que paro general.

CUENTAS DE COBRO
Como sucede en Colombia después de las elecciones, al día siguiente del paro civico no resultaba facil hacer el balance de quien gano y quien perdió.
La primera apreciación podría ser la de que en el mano a mano entre gobierno e izquierda, gano el primero y perdio la segunda. Esto, en terminos generales, es válido, pero simplista, porque en realidad hay muchos matices de por medio. Para empezar, hay que definir que es un paro. En teoría se trata de un cese voluntario de actividades laborales para protestar o pedir algo. En Colombia, sin embargo, no sucede asi. Con excepción del paro civico que tumbo al general Gustavo Rojas Pinilla en 1957, los paros generalmente son producto de la intimidación o el sabotaje, mas que de apoyo a la protesta. En otras palabras, la mayoria de la gente que no va a trabajar el día del paro lo hace porque le da miedo que le incendien el bus, que le pinchen el carro o hasta que le metan un balazo. Como el paro no es voluntario, la clave del exito esta en la parálisis del transporte, para impedir que la gente llegue a sus puestos de trabajo. Por esto, los organizadores siempre intentan sabotear el transpore y los gobiernos de garantizarlo. Y que precisamente la garantia de transporle que dio esta vez el gobierno (expidió una poliza general por 72 horas que cubría cualquier daño que sufriera un vehiculo de transporte publico) la que determinó el fracaso del paro.

Pero ¿por que en Colombia la población civil no se suma a los paros? Hay varias razones. En primer lugar, el grado de sindicalización apenas supera el 10%, lo cual hace que la gran masa de trabajadores no tenga ningun compromiso con la organización sindical. En segundo lugar, porque las grandes masas solo se lanzan a protestar cuando hay una situación de crisis real con un deterioro dramático de su nivel de vida, cosa que no ha sucedido en Colombia en los últimos 30 años.

Otro factor que congrega el odio de las masas es que haya un tirano. Y aunque López y Turbay podían parecer tiranos en su momento, eran simples transeuntes de 4 años, elegidos por voto popular. Somoza, Trujillo y hasta Rojas Pinilla no tenían fecha fija de salida y, por consiguiente, la unica forma de echarlos era con protestas nacionales reales. Aqui todos se tienen que ir un 7 de agosto. Y como el paro general comunmente se hace despues de la mitad del gobierno, siempre se ve una luz al final del tunel .

Si el requisito para el exito es el odio al Presidente, Barco estaba protegido. El Presidente puede despertar muchos sentimientos negativos, pero no precisamente el odio. El odio en esta oportunidad, no solo no estaba dirigido hacia el Presidente y su gobierno, sino hacia los grupos identificados como los autores intelectuales de la protesta: la guerrilla. La gran novedad del paro de la semana pasada fue que se establecio un vínculo directo entre el sindicalismo y la guerrilla. Independientemente de que esta apreciación fuera cierta o exagerada, la idea era la de que los sindicatos se volvieron complices o idiotas utiles de Jacobo Arenas y su combo, en momentos en que precisamente la opinión pública llegó a su limite de tolerancia con ese combo. Esto le permitio al gobierno, como lo han hecho sus antecesores, presentar el paro como subversivo, con la diferencia de que en esta oportunidad casi era verdad. Por lo tanto, el paro no podía ser reclamado como un plebiscito a favor del gobierno, sino como un plebiscito en contra de la violencia. Lo que el gobierno si podia reclamar era haberle dado a la situación un manejo equilibrado, sereno y haber dictado, en visperas de la protesta, una serie de medidas que, a la hora del paro, probaron su eficacia. Inclusive, dejó una sensación de seguridad el hecho, criticado inicialmente, de que el presidente Virgilio Barco se fuera a Uruguay a una reunión del Grupo de los Ocho, delegando en sus subalternos el manejo del episodio.

LA RAJADA DE LA IZQUIERDA
Pero, ¿que implicaciones tiene el fracaso del paro para la izquierda en general? Ninguna buena. Fuera de que se dejó contar y que en la medición de su fuerza le fue mal, su credibilidad quedo en el punto más bajo de la historia. Si hace 10 años el sindicalismo tenía mala imágen por corrupto, hoy la tiene por su asociacion con la subversion y el terrorismo. A esta asociacion contribuyen ciertos hechos concretos, como la participación de algunos sindicalistas del sector eléctrico en el saboteo de plantas en la Costa Atlántica. Otra sensacion que quedó fue la de que, independientemente de lo que el gobierno hubiera cedido en la negociación, el paro estaba predeterminado. Como si viniera de una orden de arriba, y como si el objetivo central no fueran las reivindicaciones de los trabajadores, sino la de desestabilizar al país.

Lo anterior coloca al movimienta sindical colombiano en una situacion similar a la que atraviesa la Unión Patriótica, pues su imágen se encuentra deteriorada por sus asociaciones, validas o no, con los alzados en armas. Al igual que le sucede a la UP, si no se produce pronto y claramente, un deslinde entre las centrales y los grupos guerrilleros, el sindicalismo seguira perdiendo terreno y vera comprometido su futuro como institución que en verdad responda a intereses más laborales que políticos.
Y como consecuencia adicional a lo anterior, para el futuro la legitimidad de los paros civicos como mecanismo de protesta popular queda en duda.
Pero los paros no solo estan siendo cuestionados hoy por el uso que la subversión pueda hacer de ellos, sino por la eficacia de los mismos en lograr lo que los trabajadores piden en sus pliegos. De hecho, ni en el paro del 77, ni en los del 81 y el 85, se consiguieron los objetivos reivindicativos que supuestamente motivaron el paro. Se podría decir además, a juzgar por la no participación en el paro del jueves pasado, de grandes sindicatos como el de la USO y sectores como las gaseosas, las cervezas, los textiles, las ensambladoras y los bancos, que a los trabajadores de las distintas empresas les conviene más la negociacion directa de su sindicato con el patron, que a traves de las grandes centrales con el gobierno. Entonces, si los paros nacionales no sirven para lo que en teoría han sido concebidos, sino solamente para, en mayor o menor grado segun el caso, alterar el orden público y desprestigiar al sindicalismo, las centrales obreras se encuentran hoy ante el dilema de replantear esta forma de lucha (ver entrevista).

Pero justamente, todo lo anterior puede ser lo que justifica que la guerrilla haya insistido tanto en apoyar y presionar el paro. En las mentes cuadradas de los dirigentes guerrilleros, puede estar desarrollandose la idea de que en la medida en que se sigan agotando los mecanismos democráticos de protesta y participación popular, la via armada se convertirá en la única salida. Con esta rigida vision, se estarían sacrificando tentativas como la UP, las marchas campesinas, los paros civicos y el sindicalismo mismo. La gran pregunta es si las masas colombianas van a picar este anzuelo o si, por el contrario, hastiadas de violencia y terrorismo, van a seguir alejandose de la izquierda, ya que parecería que la actual situación no les deja opciones intermedias. -

"LA GUERRILLA QUIERE UTILIZAR LA CUT"
Al día siguiente del paro, SEMANA entrevistó al presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Jorge Carrillo Rojas, ex ministro de Trabajo y, sin duda, figura clave para el surgimiento de la que es hoy la mayor central obrera del pais. Los periodistas de SEMANA que acudieron a su oficina se encontraron con un Carrillo meditabundo, autocrítico, que se rascaba la cabeza a cada segundo y que considera que el fracaso del paro del 27, debe poner a reflexionar a la CUT y a todo el sindicalismo.

SEMANA: ¿Acepta usted que el paro fue un fracaso?
JORGE CARRILLO: Si aunque hay varias razones que expiican este hecho. En primer lugar, las medidas que tomo el gobierno fueron medidas de guerra. En segundo término, el hecho de que las organizaciones sindicales fuertes y generalmente combativas, se hayan marginado. Fue el caso de la USO, y de sindicatos como el de Bavaria, Avianca, los bancarios, los ferroviarios. Es decir, muchos de los que votaron el paro, a la hora de llevarlo a cabo, no participaron en el.

S.: ¿Considera que despues de este episodio, esta usted quemado? J.C.: No lo creo. Si se realizara hoy al interior de la CUT una asamblea para elegir una nueva directiva, yo contaría con la unanimidad. Pienso que otros fueron los quemados. Lo que es un hecho irrebatible es que mientras en el país no haya un clima de paz, no se puede pensar en una armonía de intereses en otros terrenos como el laboral. En cierto modo, la CUT nació para llenar un espacio que debía crear el mismo proceso de paz.
Pero como este no ha dado resultados positivos, la CUT ha terminado entre los palos. La guerra esta matando a la CUT.

S.: ¿ Y cree que ya la mataron, que quedó enterrada?
J.C.: Al interior de esta central se mueven distintos tipos de ideologías.
Hay sectores que ven en ella un tramnolin para hacer la revolución. Otros por el contrario, consideramos que lo importante es defender los derechos de los trabajadores. Por eso creo que las que se enterraron fueron determinadas posiciones políticas. La guerrilla quiere utilizar a la CUT para sus planes y lo que yo le digo a la guerrilla es que no se meta con nosotros, que no se meta con la CUT ni con las organizaciones sindicales.

S.: Pero teniendo en claro todo esto, ¿como se prestó usted para convocar un paro que tenia, a todas luces, objetivos políticos más que pretensiones reivindicativas?
J.C.: Esto no es solo en Colombia.
En el mundo entero los paros generales son paros políticos. Y aunque nuestro objetivo no era este, yo quería que se presentera esta crisis, la que estamos atravesando hoy en la CUT, para que ahora sean los trabajadores los que decidan el rumbo que debe tomar la central. En esta medida, lo que nos espera es un gran debate.

S.: Si uno mira lo que han buscado los paros cívicos del 77, 81, 85 y el de ahora en materia reivindicativa, uno se da cuenta que poco o nada se ha conseguido, que lo que ha habido es desprestigio para la organización sindical, cuando no muertos, heridos y detenidos. ¿No cree usted que el mecanismo de los paros nacionales esta mandado a recoger?
J.C.: Yo creo que tal vez si. No solo en Colombia, sino en todo el mundo. Y ese es uno de los puntos que los trabajadores deben debatir ahora.

LA NEGOCIACION QUE CASI EVITA EL PARO
Durante la semana previa a la realizacion del paro, los organizadores de la protesta y el gobierno estuvieron a punto de alcanzar un acuerdo. Las centrales habían presentado un pliego de 42 puntos el 18 de mayo, cuya respuesta el gobierno demoró intencionalmente, como mecanismo de negociación, pues no deseaba que las conversaciones se prolongaran demasiado, ni que comenzaran con demasiada anticipación antes de la fecha en que se suponía habría paro. El presidente Virgilio Barco finalmente convocó a los sindicalistas a Palacio para una reunión el 25 de agosto, con seis ministros del gabinete. En ella, el gobierno entregó un documento de 60 páginas (que alguien llego a bautizar como "el plan de paz laboral"), en el que explicaba su política económica y social a las centrales. Al terminar la reunion, Barco anunció que había designado a los ministros de Gobierno, Cesar Gaviria, y de Trabajo, Juan Martín Caicedo, para que iniciaran las negociaciones. Estas arrancaron finalmente el 20 de octubre, una semana antes de la fecha ya fijada para el paro, y despues de que se realizara el plebiscito interno de las centrales, en el que 920 mil sindicalizados votaron si al paro y 16 mil votaron no. Para esa reunión del 20, las centrales habían resumido en siete puntos sus peticiones. Sobre casi todos ellos se alcanzó un acuerdo que, al parecer, se hundio porque el gobierno tuvo al final la intima convicción de que las centrales de todos modos se iban a lanzar al paro, mientras las centrales estaban convencidas de que el gobierno nunca llegaría muy lejos en sus ofertas salariales y de control de precios, porque creian que sobre estos puntos había compromisos contraidos con la banca internacional.

Los puntos del pliego :
Medidas concretas para la protección de los sindicalistas que han sido amenazados.

·Cumplimiento de los acuerdos del gobierno con los movimientos civicos regionales, las organizaciones campesinas e indigenas y los educadores.

.Eliminación de todo tipo de intermediación en el empleo (bolsas de empleo y servicios temporales) y que Senalde asuma funciones como promotora nacional de empleo en forma gratuita.

·Ratificación y aplicación de los convenios de la OIT Organización Internacional del Trabajo).

·No privatización de las empresas estatales.

·Alza general de salarios equivalente a la perdida del poder adquisitivo durante los últimos doce meses.

·Congelación, por el término de seis meses, de los precios de los artículos básicos de la canasta familiar, de las tarifas de servicios y transporte, del precio de los combustibles, de los cánones de arrendamiento, de los medicamentos y de las matriculas pensiones.

·El ministro Gaviria ofrece que se cree una comisión permanente del DAS y las centrales, para que estudie estas medidas.
Se acuerda tambien la utilización de un fondo del gobierno y de Naciones Unidas para las víctimas de la violencia, con el fin de ayudar a las familias de los dirigentes asesinados, y de financiar el desplazamienlo de los directivos amenazados hacia zonas donde puedan estar más protegidos. En este punto se alcanzó total ACUERDO.

·El gobierno dice que los esta cumpliendo, se compromete a seguirlo haciendo y ofrece dictar una directiva presidencial en este sentido. Ofrece también crear comisiones con las centrales para vigilar el desarrollo de esos compromisos. Sobre este punto se alcanzó total ACUERDO.

· Aunque al parecer esto exigia la presentación de un proyecto de ley al Congreso, en principio el gobierno aceptó hacerlo.
Sobre este punto, se logró ACUERDO.

·El gobierno aseguró que estaba dispuesto a presentar proyectos de ley al Congreso para cumplir con las ratificaciones, asi como a integrar comisiones con las centrales para evaluar el cumplimiento de esos convenios. Sobre este punto se logró ACUERDO.

·El gobierno negó categóricamente que hubiera una política de privatización de las empresas estatales y aseguró que se comprometia, si era necesario, a emitir una declaración en ese sentido. Sobre este punto, se logró ACUERDO.

·El gobierno presentó una fórmula novedosa para amicipar el alza del salario minimo de enero a noviembre, comprometiendose a subir en agosto del 89 los puntos que se perdieran si la inflación de ese año rebasaba las expectivas. Además, aceptó otorgar un alza a los trabajadores oficiales con sueldos interiores a los 54 mil pesos. A pesar de algunas diferencias mínimas en las cifras, sobre las cuales no hubiera sido dificil lograr un consenso, en este punto se alcanzó un ACUERDO BASICO.

.Muy pronto, las centrales cedieron en este punto y aceptaron que el congelamiento no podía ser general. El gobierno ofreció congelar hasta diciembre 31, un paquete de productos básicos.
Las centrales pidieron que fuera hasta el 31 de marzo y ahi se vararon las negociaciones. A ultima hora, en visperas ya del paro, se estuvo cerca de un acuerdo para un congelamiento de ciertos productos hasta el 31 de enero, pero al final, NO HUBO ACUERDO.