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Con la demanda temeraria al Magistrado, el Presidente se metió él mismo, de manera gráfica, un tiro en el pie

al paredÓn con marÍa isabel

¿Cómo hacemos para cancelar esta bobada de pleito?

El jurista Ramiro Bejarano le responde a María Isabel Rueda.

2 de febrero de 2008

M.I.R.: ¿Por qué aceptó ser uno de los tres abogados que están defendiendo al magistrado César Julio Valencia contra la demanda de calumnia e injuria del presidente Álvaro Uribe?
R.B.: Primero, porque conozco al magistrado Valencia desde el 2 de febrero de 1970. Somos compañeros de curso, lo mismo que de Edgardo Maya, el procurador. Sé que Valencia es un hombre íntegro y sereno que no dice mentiras.

M.I.R.: No sabía que usted había sido compañero del Procurador… ¿Y quién era mejor alumno?
R.B.: Pues era mejor yo. (Risas). Y segundo, porque leí cuidadosamente la entrevista de Cecilia Orozco en El Espectador. Me parece imposible que el Presidente pudiera sindicar a César Julio de estar cometiendo injuria y calumnia cuando del mismo contexto de la entrevista se desprende que él está diciendo que no ha recibido presiones del Presidente para ese caso.

M.I.R.: Entonces, ¿todo se reduce a una mala interpretación de una entrevista, de pronto provocada involuntariamente por la forma como tituló 'El Espectador'?
R.B.: Yo todavía no he podido entender las razones de una demanda tan temeraria por parte del Presidente. Creo que una de las causas es su temperamento alterado, pero otra, que él necesitaba con esa denuncia hacerle un ataque indirecto a la Corte para calmar a sus amigos presos en las cárceles, que le deben reclamar al gobierno que no se le ha enfrentado a la Corte.

M.I.R.: ¿No es contradictorio que el Presidente haya propiciado un proceso que tiene a los para-políticos en la cárcel y que ahora lo estén acusando de querer amedrentar a la Corte para que los suelte?
R.B.: Eso no es obra del Presidente sino de la Corte. Y el tema de sus amigos en la cárcel se le salió de las manos.

M.I.R.: Pero que estén presos es obra del proceso contra el paramilitarismo. Al fin y al cabo, los políticos están presos porque los han denunciado los paramilitares, y eso fue posible gracias a la Ley de Justicia y Paz.
R.B.: Ya completa como 50 amigos en la cárcel o procesados...

M.I.R.: ¿Sabe lo que yo creo? Que el Presidente llamó al magistrado para denunciarle un hecho que él consideró muy grave: que un magistrado auxiliar, Iván Velásquez, estuviera presionando al testigo alias 'Tasmania' con beneficios jurídicos para que involucrara al Presidente en el asesinato de un para. En ese contexto el caso de Mario Uribe tenía que surgir inevitablemente porque en él, 'Tasmania', también actúa como testigo. Cosa muy distinta es presionar al magistrado, algo que el Presidente nunca hizo. ¿Tengo razón en esta interpretación?
R.B.: No. Es muy creíble que sí llamó a César Julio a expresarle su molestia por el caso de su primo, y eso se explica por la cronología de los hechos. Mario Uribe fue llamado a indagatoria a las 5 de la tarde del 26 de septiembre, y a las 7 el Presidente ya estaba enterado en Nueva York y llamando desesperadamente a César Julio. Mi interpretación es que lo llamó para protestarle por todo. La suya es que lo llamó para protestarle por el caso de 'Tasmania' con el magistrado auxiliar, y terminó mencionando lo otro.

M.I.R.: ¿No justificaba la llamada la gravedad de la información que recibió el Presidente?
R.B.: Me parece poco probable que en esta oportunidad la llamada al Presidente de la Corte fuera para protestarle por el caso 'Tasmania', cuando 15 días antes ya le había protestado por el mismo caso al magistrado Iván Velásquez.

M.I.R.: ¿Y no será que como no pasó nada, salvo por la solidaridad automática de todos los magistrados con Velásquez, la molestia del Presidente lo llevó a hacer la segunda llamada?
R.B.: Me hago la composición de lugar. Lo llamaron a Nueva York a contarle lo de su primo, se desesperó y llamó, y en el fragor de esa conversación hizo la mención de Mario Uribe, que es lo que recuerda claramente César Julio Valencia.

M.I.R.: Pero de ahí a que se interprete que Álvaro Uribe llamó al Presidente de la Corte para presionarlo a favor de su primo…
R.B.: Pues ahí está lo insólito. Que el Presidente haya concluido que hubo injuria y calumnia, cuando César Julio lo que dijo muy claramente fue que el Presidente no lo presionó para esos eventos. Sin embargo, tomó la decisión de denunciar a César Julio de forma tan caliente, como tomó la decisión de llamarlo de manera muy imprudente el 26 de septiembre. Para formular una denuncia penal hay que sentarse y pensar. Lo que dicen los medios de comunicación es que el Presidente llamó a su abogado, el doctor Lombana, estuvieron reunidos de 11 de la noche a 5 de la mañana preparando una denuncia penal. A esas horas de soledad no tuvieron tiempo de que se les pasara la rabia. Así no se puede acertar.

M.I.R.: Estamos de acuerdo en una cosa: en ninguna parte de la entrevista el magistrado acusa al Presidente de haberlo llamado para presionarlo. Pero el contexto sí se puede prestar a malas interpretaciones…
R.B.: La cosa es tan clara, que la denuncia está formulada por injuria y calumnia, y armado el escándalo, el abogado del Presidente dice que sólo ha formulado la denuncia por injuria, lo cual demuestra la inconsistencia y la poca credibilidad que ellos tienen sobre su propia denuncia.

M.I.R.: Bueno. Entonces supongamos que el Presidente se equivocó en la interpretación de las declaraciones del magistrado, o leyó mal. ¿No es suficiente para que el caso se caiga?
R.B.: No tiene ningún futuro en ningún estrado judicial, ni siquiera si la Comisión de Acusación de la Cámara quiere hacer uribismo.

M.I.R.: Pero mientras tanto crea zozobra en el país…
R.B.: Lo más difícil que hemos tenido que enfrentar junto con los otros dos abogados del magistrado Valencia, Yesid Reyes y Alfredo Beltrán, es a la prensa. Casi todo lo que dice es tergiversado. Los medios, con muy honrosas excepciones, han cerrado filas alrededor del presidente Uribe. La semana pasada salió un editorial en El Tiempo 'taqueando' a todo el mundo. Mandamos una carta y no la publicaron. Antes de que el magistrado nos diera poder, los medios de comunicación estaban felices informando que el Presidente lo iba a denunciar. A las 72 horas se le cambió el rumbo a ese proceso, y los medios salieron a decir que el pleito era absurdo. Pero antes no habían dicho nada. Les pareció normal que el Presidente denunciara al magistrado y que su abogado lo insultara públicamente. Es un desequilibrio muy fuerte.

M.I.R.: Usted dice que el pleito es absurdo. ¿Quién debe ceder aquí para que se acabe toda esta bobada?
R.B.: Creo que el Presidente armó el problema y tiene que dar la señal de estar dispuesto a retirar su denuncia, invocando la razón de altos intereses nacionales si es preciso que lo haga.

M.I.R.: ¿Y el magistrado Valencia a qué estaría dispuesto?
R.B.: No a rectificar. Ese es un punto absolutamente claro. Pero sí a que se abriera una conciliación para aceptar ese desistimiento del Presidente de la República en virtud de atender los altos intereses nacionales.

M.I.R.: Un momentico. El magistrado Valencia también puede reconocer que el Presidente nunca lo presionó en el caso de su primo. Eso no es rectificar, si fue cierto que no lo dijo.
R.B.: Es que eso no necesita reconocerlo, porque jamás lo ha dicho.

M.I.R.: Pero el proceso está planteado en ese contexto. ¿Por qué el magistrado no ayuda a aclarar este malentendido?
R.B.: Es que el Presidente se metió él mismo, de manera gráfica, un tiro en el pie. El magistrado Valencia nunca dijo eso, la entrevista no dice eso.

M.I.R.: Si yo llamo al magistrado mañana y le pregunto que si el Presidente lo presionó, ¿qué me va a contestar?
R.B.: Lo mismo que en la entrevista: que no.

M.I.R.: Le insisto en que también por razones patrióticas, el magistrado pudo haber ayudado a poner las cosas en su sitio. Y todavía puede.
R.B.: La forma del acuerdo sólo se puede enmarcar en esa condición: que el Presidente retire la demanda interpretando un sentimiento nacional de que esa demanda jamás se debió presentar. Este ha sido un lunar negro de Uribe que la historia va a recordar siempre. Cometió un error gigantesco, monumental.

M.I.R.: Le cambio de tema. Cuando esta entrevista salga estaremos a pocas horas de la marcha contra las Farc y el secuestro. ¿Usted va a marchar?
R.B.: Voy a caminar. Lo de la marcha me suena muy militarista. Pero tengo la mala impresión de que el gobierno pretende hacernos creer que la caminata es fruto de la seguridad democrática, como lo dijo José Obdulio delante de mí en Hora Veinte. El gobierno ha sabido manipularla.

M.I.R.: El que politizó la marcha fue el Polo, que decidió no marchar porque dizque con eso le hacían un favor a Uribe.
R.B.: Me parece medio tragicómico todo lo que ha pasado. Lo único cierto es que en Colombia no tenemos cultura de expresión colectiva. Somos terriblemente egoístas, y todos queremos pescar en el río revuelto de esa convocatoria. Creo que la marcha va a ser un éxito, pero que vamos a salir más desunidos de lo que llegamos a la marcha. Uribe puede tener el 81 por ciento de la favorabilidad nacional, y no dudo que lo tiene, pero por alguna razón no cohesiona a la Nación.

M.I.R.: Me parecen muy mezquinos los que creen que una marcha contra las Farc y el secuestro es una marcha pro reelección de Uribe.
R.B.: Pues es el propio gobierno el que lo piensa así, y está mandando esos mensajes.