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El subteniente Raúl Muñoz no asistió a la audiencia de la semana pasada en la que una juez de Bogotá lo condenó a 60 años de prisión. Por el asesinato de de Jeferson y Jimmy Torres y de su hermanita Yenny, la psiquiatra de su caso lo denominó ‘depredador sexual’. | Foto: GUILLERMO TORRES/SEMANA

JUDICIAL

¿Cómo llegó Raúl Muñoz a ser subteniente?

Al subteniente Raúl Muñoz, condenado por violar y asesinar a los tres niños de Arauca, le habían rechazado dos veces su ingreso a la escuela militar por su perfil psicológico. Pero gracias a "dos amigos coroneles" finalmente lo aceptaron.

29 de septiembre de 2012

Raúl Muñoz Linares tiene 28 años y hace menos de una semana lo condenaron a 60 años de prisión --la máxima pena que se le ha impuesto a un uniformado en Colombia-- por violar a Yenny, una niña campesina de 14 años, a la cual además asesinó a golpes de machete así como a sus dos hermanos, Jimmi y Jeferson, de 9 y 6 años.

Lo ocurrido es espeluznante. Muñoz, quien para ese entonces llevaba cinco años en el Ejército, era el comandante de dos grupos de contraguerrilla, Buitres 1 y 2, con 30 hombres cada uno. Hacía solo dos meses había llegado a Arauca, procedente de Caquetá. "Siempre he estado en zona roja", dijo en una de las audiencias.

El jueves 14 de octubre de 2010, sobre el mediodía, Muñoz salió machete en mano hacia la finca de la niña, en el sector de Caño Temblador, del municipio de Tame. Era la tercera vez que la veía en menos de cinco días. La violó y luego a machetazos la mató así como a sus dos hermanos. Escarbó en la tierra dos huecos de 50 centímetros y enterró en uno de ellos a los dos niños y en el otro a la niña y al lado puso una bolsa plástica en la que había echado las prendas de vestir. La pierna de uno de elos quedó por fuera de la fosa y por eso los hallaron unos días después.

Hizo todo en menos de tres horas. Luego regresó a la base empapado. Se bañó y se cambió el camuflado.

Doce días antes también había violado a otra menor de 16 años. En esa ocasión, a diferencia de cuando regresó de la matanza de los tres niños, llegó al campamento visiblemente alterado, y pidió que le raparan la cabeza.

¿Qué puede llevar a una persona como él a cometer semejante delito? ¿Cómo puede el Ejército no detectar un comportamiento anormal como este?

Pasó su infancia en Falan, Tolima, con una familia aparentemente normal. Su mamá es una maestra de escuela especializada, según Muñoz, en educación sexual. Y su papá es un hombre con quinto de primaria que trabajaba una finca de su propiedad. Tiene también dos hermanos mayores que ahora son profesionales. Los vecinos, según reposa en su hoja de ingreso, hablaban bellezas de ellos. Comodidades no les faltaban: tenían finca, dos carros, tres motos y casa propia en el barrio Ambalá, de estrato 2, en Ibagué.

En su hoja de vida de la Escuela Militar hay muchas felicitaciones por cualidades, obediencia, deseo de acertar y desempeño en pruebas físicas. Incluso decían que se destacaba porque "descubría con rapidez cómo dominar la situación en discusiones difíciles".

Sin embargo, hay un detalle en su hoja de vida que todos pasaron por alto. Raúl Muñoz se presentó dos veces antes a la Escuela de Cadetes pero fue rechazado por sus condiciones psicológicas. La primera vez, según la explicación que quedó consignada: "Evidencia una escala clínica elevada MA (83)", lo que se refiere a una tendencia maniaca en su personalidad, pues el nivel normal va hasta 68. Además, el análisis de la visita a su casa no era muy alentador. "El aspirante vive con sus papás y dos hermanos. No hay buena comunicación entre ellos, ni confianza. Se percibió en el comportamiento de los miembros de la familia actitudes evasivas y displicentes. Se notó en los papás del aspirante cierta incomodidad hacia sus hijos, no se veía comprensión ni apoyo".

La tercera vez que Raúl intentó entrar fue la vencida. Según el informe de Medicina Legal "ingresó a la Escuela Militar gracias a que se hizo 'amigo de dos coroneles', quienes le dieron la recomendación para ingresar".

La psiquiatra que hizo el examen del subteniente Muñoz descartó que tuviera una enfermedad mental y lo denominó "depredador sexual". Y explicó que "no muestra un remordimiento evidente al referirse a las ocasiones en las cuales sostuvo relaciones sexuales con sus víctimas".

¿Influyó en algo su paso por el Ejército? En el proceso penal no se habló de ello. Solo el fiscal que lo acusó dijo que Muñoz, valiéndose de su fromación de lancero y de su y rango militar, "montó un observatorio el 2 de octubre para espiar a la niña". Lo mismo se repitió el 14 de octubre.

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