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Luis fernando santos logró obtener 338 millones de dólares, cifra que ni siquiera él soñaba cuando comenzó el negocio Jose manuel lara no sólo ofreció 28 millones de dólares más que prisa, sino que propuso un ‘consejo de fundadores’ con el cual el control editorial quedaba practicamente en manos de la familia santos

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Cómo fue el negocio

SEMANA revela los detalles desconocidos de cómo el Grupo Planeta le ganó a Prisa la puja por el control de la Casa Editorial El Tiempo.

28 de julio de 2007

El martes pasado, al llegar la noche, la familia Polanco y los directivos del grupo Prisa consideraban un hecho que al día siguiente, en la reunión de accionistas de El Tiempo, se oficializaría que ese grupo español sería el nuevo socio mayoritario de esa casa editorial. Gran parte de la clase empresarial y política colombiana pensaba lo mismo. El Grupo Prisa no sólo era considerado un socio con más experiencia en el manejo de periódicos, sino que por su condición de propietario de Caracol Radio, se había convertido en una presencia cotidiana y familiar en el país. Además de esto, era de conocimiento público el enorme interés que el Grupo tenía en el diario colombiano desde hace mucho tiempo y la preferencia de la cúpula periodística del periódico por ese Grupo como socio estratégico.

Por eso no fueron pocas las expresiones de asombro que se oyeron cuando se filtró que había ganado Planeta. Aunque el negocio no se ha finiquitado en su totalidad, y ni los compradores ni los vendedores han hecho un anuncio oficial, ya se da por descontado que ese Grupo, que adquirirá el 55 por ciento de las acciones, será el socio estratégico de la centenaria empresa controlada hasta ahora por la familia Santos.

En realidad, no hubo un gran debate sobre el tema. A pesar de que media docena de accionistas como Enrique Santos, Rafael Santos, Roberto Pombo y Daniel Samper se inclinaban abiertamente por Prisa, sobre todo porque respetaba el legado liberal del diario, la mayoría de los otros veinte y tantos minoritarios no tuvieron ninguna duda. La oferta de Planeta les pareció claramente superior a la de Prisa. No sólo en cuanto a plata, sino en cuanto a lo que se denomina "gobernabilidad" de la empresa y del periódico.

Las cifras finales fueron las siguientes: Planeta ofreció 338 millones de dólares y Prisa había ofrecido 300, más un grupo de periódicos bolivianos avaluados en 25 millones de dólares. Ese pago en especie fue rápidamente descartado, pues para los accionistas de El Tiempo no tenían mayor atractivo unas publicaciones en un país tan ajeno a sus intereses como Bolivia. Además, periódicos con unos rendimientos muy pobres.

Ante esa circunstancia, se le solicitó al Grupo Prisa si estaba dispuesto a aumentar su oferta en contante y sonante. El mismo día de la asamblea, Jaime Polanco comunicó que estaba dispuesto a encimar 10 millones de dólares. Eso dejó sobre el tapete a Planeta con 338 y a Prisa con 310, con lo cual, en teoría, el negocio no estaba definido, pues Prisa pensaba que el criterio económico no sería automáticamente el único decisorio, ya que sabía de la empatía ideológica entre su grupo de medios con El Tiempo y que su experiencia con el diario El País ayudaría mucho en el contenido del diario colombiano.

La verdad es que la mayoría de los accionistas minoritarios no estaba dispuesta a aceptar una diferencia de 28 millones de dólares. Y como si eso fuera poco, la oferta de Planeta les dejaba a la familia Santos y a los otros accionistas de El Tiempo más control editorial que el que estaba dispuesto a ceder Prisa. Los socios veían que la propuesta de Planeta era más la de un socio estratégico, y la de Prisa, a pesar de ser buena, convertía El Tiempo en una división más del gigante de medios español.

La fórmula diseñada fue la siguiente: se conformaría una especie de consejo supremo llamado 'consejo de fundadores', en el cual se delegarían las decisiones editoriales importantes, incluida la selección de los directores. Este consejo sería integrado por nueve personas, de las cuales tres serían de la familia Santos; tres del Grupo Planeta, y tres externos. Y es en estos últimos tres, los externos, en donde Planeta le hizo una importante concesión a los accionistas de El Tiempo. El método de selección acordado para los externos es que los Santos nominan seis personas y Planeta aprueba tres de esas seis. Eso significa que aunque la escogencia final es de Planeta, el abanico entero inicial es de los actuales accionistas de El Tiempo, lo cual garantiza en la práctica una especie de control editorial por parte de estos.

Se anticipa que los tres miembros de la familia Santos que quedarán en el consejo de fundadores serán Enrique, Luis Fernando y Rafael, y que entre los seis nominados como miembros externos estarán Roberto Posada, Abdón Espinosa y Daniel Samper, los cuales probablemente serán los escogidos. El resultado de la aplicación de este mecanismo es que el periódico seguirá siendo manejado en forma idéntica o casi idéntica a como opera en la actualidad.

Y no sólo en lo editorial, sino también en lo administrativo, porque Planeta le ha pedido a Luis Fernando Santos, quien no descartaba retirarse, que permanezca al frente de la empresa. Así que lo más probable es que a mediano plazo no sólo siga él en su cargo, sino Enrique y Rafael como directores, y Roberto Pombo como editor.

Otro aspecto del acuerdo es que durante tres años ninguno de los accionistas podrá vender las acciones que le quedan. Como el negocio se hace a prorrata, cada uno de los socios conservará el 45 por ciento de sus acciones. Planeta adquiere el compromiso de comprar esas participaciones a un múltiplo de 11 veces el Ebitda, una vez vencido el plazo de los tres años. Esa venta es discrecional para los que quieran vender.

El múltiplo de 11 veces podría parecer bajo si se tiene en cuenta que la transacción de la semana pasada se hizo a cerca de 13 veces el Ebitda de 2006, que fue de 28 millones de dólares. Sin embargo, es un precio muy bueno si se toma en consideración que la proyección del Ebitda para el año 2007 es del orden de los 80.000 millones de pesos, es decir, 40 millones de dólares, y que esta cifra podría aumentar en los tres años siguientes. Avaluado sobre las proyecciones del Ebitda para el final de este año, un múltiplo de 11 le daría a la casa editorial un valor de 440 millones de dólares. Por lo tanto, la opción de salida en 2010 para el 45 por ciento de las acciones no vendidas en la reciente transacción es una fórmula muy atractiva. Aunque el interés de varios de los socios es el de permanecer en el largo plazo, existen ventajas en tener una opción de salida en caso de que en algún momento hubiera diferencias.

Otro detalle que ha pasado inadvertido es que la Casa Editorial El Tiempo hizo una escisión de algunos de sus activos para esta venta. Sacó del paquete el Centro Comercial Atlantis, la cadena de cines Cinemark y la participación que tienen los socios de la empresa de telecomunicaciones Avantel. Las últimas dos no tienen mayor valor, pero Atlantis ha sido avaluado en 80.000 millones de pesos, es decir, es un activo de 40 millones de dólares que quedó en manos de los socios, de acuerdo con sus participaciones accionarias. Esto quiere decir que la Casa Editorial El Tiempo en el momento de la transacción no tenía un valor de 338 millones de dólares, sino 378, si se incluye el valor de Atlantis. De los 338 millones de dólares, seis corresponden al 40 por ciento del canal de televisión CityTV. Este, que después de haber incurrido en grandes pérdidas se encuentra en punto de equilibrio, fue avaluado en 15 millones de dólares. Como dentro de la normatividad jurídica vigente ningún extranjero puede tener más del 40 por ciento de un canal de televisión, ese fue el porcentaje que se le vendió a Planeta.

La decisión de venderle parte de la empresa a un socio estratégico acabó siendo un gran negocio para los accionistas de esa casa editorial. Hace menos de un año, tanto El Tiempo como el Grupo Prisa pensaron que habían llegado a un acuerdo preliminar sobre una unión entre ambos, y que lo único que faltaba era la carpintería. En ese momento el precio que se mencionaba como valoración del periódico apenas se acercaba a los 200 millones de dólares. Con la escisión y la venta a Planeta, ese precio prácticamente se duplicó. No sólo hubo una competencia comercial entre Prisa y Planeta, sino una competencia de egos entre dos gigantes del mundo editorial español que han sido antagonistas históricos. El resultado de esta puja ha dejado completamente satisfecha a la mayoría de los accionistas.

En cuanto a la percepción de los lectores del periódico hay dos puntos de vista: es indudable que una unión con Prisa habría fortalecido editorialmente a El Tiempo. El diario El País, de Prisa, es la publicación escrita más prestigiosa en lengua castellana. No sólo cuenta con las plumas más famosas, como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y mucho otros, sino que tiene una red de corresponsales en el mundo que ningún periódico colombiano podría financiar. Esas plumas y esa red le hubieran aportado bastante al contenido de El Tiempo.

Por otro lado, con la compra de Planeta se evita una concentración de poder informativo a la cual muchos colombianos le temen. En esta época de multimedia, el pluralismo informativo es muy valorado. José Manuel Lara, el propietario de Planeta, puede no ser un experto en periódicos, pero tiene que ser un muy hábil hombre de negocios para haber llegado a donde llegó y logrado quedarse con El Tiempo. Las prevenciones que se han mencionado sobre su ideología de derecha parecen ser exageradas, y lo que es seguro es que no invirtió cientos de millones de dólares en Colombia para perder plata, sino para ganar. Y como hombre de negocios, sabe que la única forma de aumentar la rentabilidad es a través de una óptima calidad editorial, lo que requiere respetar la idiosincrasia y las tradiciones de los lugares donde opera. El Grupo Planeta, por ejemplo, tiene un periódico de izquierda en Cataluña y uno de centro, de circulación gratuita en España, con más de un millón de ejemplares.

Finalmente, existe un consenso entre los accionistas y los observadores de que el gran héroe de la jornada fue Luis Fernando Santos. Su trabajo en llave con la banca de inversión Credit Suisse, combinado con la discreción total que mostró de principio a fin, logró resultados que ni él mismo soñaba. El juicio final sobre el negocio de la semana pasada, sin embargo, no estará en manos de los accionistas sino de los lectores. Sólo el tiempo dirá cuál es el veredicto de la historia.