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“Con Chávez hubo mucho ruido y pocas nueces”

El alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, retoma las gestiones del intercambio humanitario. Asegura que Chávez se salió del libreto.

24 de noviembre de 2007

SEMANA: Esto con el presidente Chávez terminó mal. ¿Usted cree, como los familiares de los secuestrados, que nunca se había avanzado tanto en el intercambio?
L.C.R.: Nuestra principal preocupación era que detrás de las gestiones del presidente Chávez y la senadora Piedad Córdoba no había nada. Iván Márquez fue a Caracas, no habló sobre una fórmula para la liberación de los secuestrados, echó el mismo cuento de Pradera y Florida, y anunció que los negociadores serían los de siempre. Simultáneamente, el presidente Chávez empezó con el cuento de que quería verse con Marulanda, aunque nunca dijo cuál era el propósito. El panorama se había enrarecido bastante.

SEMANA: ¿La forma como terminaron las cosas es una catástrofe o parte de los gajes normales en procesos como este?
L.G.C.: Lo veo como un paso necesario, no como una catástrofe. Se estaban cometiendo los mismos errores que habíamos cometido antes: mucho ruido y pocas nueces.

SEMANA: ¿Cómo se explica que las Farc, teniendo un escenario como el de París, no hubieran enviado las pruebas de supervivencia?
L.C.R.: Resulta incomprensible. Francia lleva muchos meses pidiéndoles a las Farc pruebas de vida y condicionando a ello su presencia en el proceso. Preferiría no formular hipótesis, pero sí fue un grave error de las Farc, porque el principal propósito del presidente Chávez era llevar esas pruebas a Francia. Y allá se vivió como una gran frustración, como un incumplimiento por parte de las Farc.

SEMANA: El presidente Uribe dijo que a la única persona en el mundo a la que no irrespetarían las Farc sería a Chávez. ¡Pero lo irrespetaron al no entregarle las pruebas que quería llevar a Francia!
L.C.R.: En los últimos días teníamos la sospecha de que las Farc tampoco iban a respetar al presidente Chávez y que, por supuesto, tratarían de usar la situación para posicionarse políticamente. Nos jugamos nuestras mejores cartas, tanto Colombia como Venezuela, pero la relación costo-beneficio no justificaba mantener el escenario.

SEMANA: ¿Qué pasa si de aquí al 31 entregan las pruebas? ¿El proceso es reversible?
L.C.R.: La decisión está tomada sin ambigüedades. Si llegan pruebas, pues son importantes porque ayudan a aliviar el dolor de los familiares, pero no permiten decir que hemos entrado en lo sustantivo de la negociación. ¿Cuántas veces antes han entregado pruebas de vida y eso no ha cambiado la situación? Creo que las Farc manejaron este escenario internacional con la pretensión de ganar terreno, sentar a Estados Unidos en la mesa, y lograr que la Unión Europea les quitara el calificativo de terroristas. Trataron de abarcar mucho y reventaron la credibilidad.

SEMANA: ¿Es cierto que la sentencia de 'Simón Trinidad' se aplazó para ver si se daban las pruebas de supervivencia, o que llegó a existir la posibilidad de intercambiar a 'Trinidad' y a 'Sonia' por los tres gringos?
L.C.R.: No tenemos ninguna información del gobierno o de la justicia de Estados Unidos de que tengan interés en negociar, y se lo hemos preguntado expresamente. Se creyó, a raíz de las visitas de Piedad a 'Trinidad' y a 'Sonia', que se estaba abriendo un espacio de negociación con Estados Unidos. Pero siempre quedó claro que no era así.

SEMANA: ¿Ha hablado con Chávez?
L.C.R.: Hablé con el canciller Maduro y le expliqué la situación. Ellos expidieron un comunicado respetuoso, equilibrado. Minimizan el hecho, dicen que la reacción nuestra fue exagerada. Pero en Chile expresamente se había hablado del general Montoya, y el presidente Uribe le dijo al presidente Chávez que no era conveniente que se comunicara de manera directa con el alto mando militar.

SEMANA: ¿A usted lo sorprendió que el presidente Uribe aceptara la intermediación de Chávez?
L.C.R.: Yo fui el impulsor de la idea. Cuando el Presidente nombró a la senadora Piedad Córdoba como facilitadora y ella nos propuso llamar a la comunidad latinoamericana a trabajar en el tema. Yo le dije que habláramos en concreto del presidente Chávez, porque con él sí podíamos avanzar. Y creo, como lo cree el Presidente, que tomamos el mejor camino.

SEMANA: Pero a usted se lo saltaron en todo el proceso…
L.C.R.: Mantuvimos todo el tiempo una comunicación, pero por el mismo estilo del presidente Chávez, con frecuencia nos enterábamos de cosas por los medios, como la petición de la reunión con Marulanda. En La Guajira, el presidente Chávez y Piedad Córdoba nos pidieron hacer esa reunión sin nuestra presencia, y accedimos. Después, el presidente Chávez no nos informó de la visita de Iván Márquez a Caracas porque las Farc se lo solicitaron. Nos movíamos entre un canal interno muy franco y reservado y un escenario público que resultaba inevitable.

SEMANA: Cuando uno escoge al presidente Hugo Chávez como mediador sabe que el hombre es protagónico, exhibicionista, que no guarda reservas… ¿A ustedes les sorprendió este epílogo?
L.C.R.: No. No ha habido ni molestia ni sorpresa en el sentido de que estemos defraudados o que no nos imagináramos que esto podría suceder. Nos fuimos ajustando a la dinámica comunicativa del presidente Chávez en la medida en que él daba sus declaraciones. Pero lo del general Montoya sí fue un problema definitivo.

SEMANA: ¿Si pudiera echar para atrás, le habría aconsejado al Presidente que no le hiciera este encargo a Chávez?
L.C.R.: No me arrepiento. Sigo creyendo que era el mejor escenario.

SEMANA: ¿Es cierto que el presidente Chávez se salió del libreto del intercambio?
L.C.R.: Ya nos estábamos metiendo en la lógica de un proceso de paz sin consolidar la fórmula para la liberación de secuestrados. Caímos en una especie de esquizofrenia. Las Farc seguían insistiendo en el despeje de Pradera y Florida, y en que yo debería irme allá a hablar con el señor Fabián Ramírez, mientras a Caracas iba Iván Márquez a decir que no tenía autorización para hablar del tema de los secuestrados. Había fallas muy grandes. He recibido instrucciones del Presidente de retomar el proceso, actuando con discreción.

SEMANA: ¿Usted cree posible desmontar a Chávez de este proceso?
L.C.R.: Conociendo al presidente Chávez, él respondería con una frase como esta: Mi corazón siempre está en Colombia. Siempre seguiré buscando la paz. Sentimentalmente sigue comprometido, pero sin la autorización del gobierno colombiano. Ahora, si las Farc quieren liberar a los secuestrados y entregárselos al presidente Chávez, al Papa, a Francia, a la Cruz Roja, no pondremos ningún obstáculo. Pero sentarnos en una mesa de negociación, eso ya es distinto.

SEMANA: La discusión se centró en si la llamada a Montoya era suficiente para dar por terminada la intermediación. ¿Cualquier pretexto era bueno para que Uribe se quitara a Chávez de encima?
L.C.R.: No, tampoco tanto. Yo estaba muy comprometido con este proceso. Hice todo el esfuerzo para que esto fuera exitoso.

SEMANA: Si, según Uribe, Chávez era el único que podía sacar adelante este proceso, ido Chávez, ¿ahora quién?
L.C.R.: El liderazgo y el proyecto político del presidente Chávez resultan atractivos y respetables para la guerrilla, y es una persona que nos puede crear un escenario paralelo. Pero todo en la vida tiene un límite, y el tiempo de este escenario se agotó. La lección es que hay que fortalecer los canales de trabajo internos, y les pediría a los familiares y a la comunidad internacional que me ayuden a trabajar en esta etapa por los canales internos, para que las Farc no intenten utilizar cualquier escenario internacional publicitado que se abra para fortalecerse políticamente.