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El ex parlamentario Eric Morris Taboada se negó a renunciar a su calidad de representante a la Cámara y por eso se sometió al juicio en la Corte Suprema. Seguramente pensó que allí podía salir airoso. Al final, sin embargo, fue condenado

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Condena es condena

La sentencia de la Corte contra el ex congresista Eric Morris deja claro que los para-políticos? no pasarán mucho tiempo en prisión. Lo peor para ellos será el escarnio público.

22 de diciembre de 2007

Seguramente todo el mundo pensaba que las condenas que la Corte Suprema de Justicia iba a proferir contra todos los para-políticos serían altas y, sobre todo, ejemplarizantes. Sin embargo, la emitida el miércoles pasado contra el congresista sucreño Eric Morris Taboada -seis años de cárcel- demostró que ese no es ni será el objetivo de la alta corporación. Una postura totalmente válida si se tiene en cuenta, por ejemplo, que los autores materiales de masacres estarán en prisión no más de ocho años. Y eso que Morris Taboada ni se acogió a sentencia anticipada ni colaboró con la justicia.

La sala penal se basó en dos hechos para condenar al ex parlamentario. En 1998, siendo gobernador de Sucre, Morris se reunió en una finca ubicada entre Sincelejo y Tolú con un emisario de Salvatore Mancuso; en ese mismo encuentro también estuvieron el ganadero Joaquín García y el hoy testigo estrella de la Corte Suprema, Jairo Castillo Peralta ('Pitirri'). Según la sala penal, en ese encuentro García le pidió a Castillo que le recordara a Morris las deudas económicas que tenía con él y que habían sido adquiridas para la campaña política de octubre de 1997. A mediados de ese mismo año, en el restaurante Carbón de Palo de Sincelejo, varios ganaderos de Sucre se reunieron para fundar un grupo armado ilegal; para ese cometido se necesitaban 60 millones de pesos que el entonces gobernador Morris ayudó a conseguir.

Si las cosas le salen bien, en año y medio Morris volverá a la libertad. En otras palabras, los seis años de la condena de la sala penal, en realidad, quedarán en unos tres, por aquello de la petición de libertad condicional (dos terceras partes del total) y el trabajo y el estudio en el centro carcelario.

No obstante todas estas gabelas, debe ser duro para un hombre como Eric Morris tener encima las miradas inquisidoras de la gente por el hecho de haber estado en prisión. Tampoco deberá ser fácil para él y los demás para-políticos que terminen condenados tener que renunciar públicamente a la actividad pública, aunque por debajo de la mesa, muchos de ellos intentarán seguir manejando desde prisión los hilos del poder de sus regiones.

Porque, en realidad, la condena contra Morris, y las que vendrán en 2008, significan algo más importante que la cárcel: el castigo ante la sociedad.

No hay duda de que con lo mostrado por la Corte en la condena a Morris se está ante una especie de proceso 8.000. Es decir, la mayoría de políticos del país que en los 90 se le 'vendieron' al narcotráfico del cartel de Cali terminaron condenados a penas similares a la de Morris. Pero eso sí, como peor castigo, a los del 8.000 les sucedió lo que les pasará a los para-políticos: el escarnio público y la muerte política.  

En conclusión, como están las cosas, los únicos de la para-política que la tienen realmente complicada serían los ex senadores Álvaro García Romero y Álvaro Araújo Castro, si son condenados. El primero fue acusado como autor intelectual de la masacre de Macayepo, Bolívar (14 de octubre de 2000, 15 personas asesinadas); el segundo, ya también fue acusado por su presunta participación en el secuestro de un político de Cesar, Víctor Ochoa Daza (13 de enero de 2002).

Dada la experiencia de Morris, muchos de los para-políticos podrían estar pensando en aceptar los cargos en su contra. Eso a nadie debería extrañar. De hecho, el ex gobernador de Magdalena, Trino Luna, y el ex congresista Alfonso Campo Escobar se acogieron a sentencia anticipada y ya fueron condenados. Ambos, en poco más de un año y medio estarán libres.