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Hace 23 años que las Farc no se reunían para definir su estrategia. Esta es la primera vez que los nuevos miembros del secretariado se encuentran todos en un mismo lugar. | Foto: A.P.

REPORTAJE

Lo que se decidió en la última conferencia guerrillera

Al definir los criterios de su estrategia política futura, las FARC le juegan a tres objetivos: implementar los acuerdos, llegar a los centros urbanos y atraer a la izquierda.

24 de septiembre de 2016

La imagen era surrealista. En medio de la profunda llanura del Yarí, entre el Caguán y la Macarena, la guerrilla levantó en menos de dos meses una ciudadela para albergar a más de 1.000 personas. Antenas de internet, una tarima gigante para conciertos, un sofisticado bufet de comidas, baños portátiles, entre otras comodidades. Todo ello para la décima conferencia de las Farc, en la que aprobaron los acuerdos de La Habana y el tránsito definitivo del grupo armado a la vida política y civil.

En El Diamante se reunieron por lo menos 600 periodistas, 50 invitados especiales, 200 delegados de los frentes de las Farc y un número indeterminado de guerrilleros de apoyo. Todos los combatientes estuvieron sin armas y por primera vez abrieron sin restricciones sus cambuches a la prensa, dieron entrevistas y se divirtieron cada noche con conciertos tan disímiles como el de Aries Vigoth, el cantante llanero, Alerta Kamarada, un reconocido grupo bogotano, y la salsa de una orquesta guerrillera llamada Los Rebeldes del Sur. El ambiente era festivo, pues para muchos farianos significaba el reencuentro con compañeros que no habían visto durante años o incluso décadas. De hecho, en la tarima, cada noche se leían los nombres de madres que buscaban a sus hijos, hermanos que buscaban un reencuentro con los suyos. Eran escenas emocionantes que demuestran como tantos otros hechos el cansancio con la guerra.

Las Farc se habían reunido por última vez a definir su estrategia hace 23 años, en 1993, durante la octava conferencia en la que todavía llevaban la batuta Manuel Marulanda, Alfonso Cano y el Mono Jojoy. La novena se hizo en plena guerra, por internet. En esta décima por primera vez se reúne en pleno un secretariado relativamente nuevo, cuyos nueve miembros nunca antes habían estado juntos.

Posiblemente esta sea la más trascendental de las reuniones que hayan celebrado las Farc en su historia, no solo porque la hicieron en pleno cese del fuego, y por lo tanto con la anuencia y el apoyo del gobierno y de las Fuerzas Militares, sino porque será la última de este grupo como guerrilla.

¿De qué se habló?

Como dijo Timochenko en la instalación, esta conferencia buscaba sobre todo que el conjunto de las Farc aprobaran los acuerdos firmados en La Habana; y en segundo lugar sentar las bases para el accionar de los excombatientes en la política legal.

Por eso, de las 30 tesis que presentó el secretariado, por lo menos 25 son una especie de pedagogía de los acuerdos. Las otras cinco señalan grosso modo lo que harán en el futuro. Y eso se puede resumir en tres puntos en los que concentrarán las nuevas batallas.

Librarán la primera batalla por la implementación de los acuerdos. Las Farc creen que los años que vienen serán un ciclo reformista que democratizará al país y que incluso puede ser un periodo revolucionario. Es decir, la transición será al rojo vivo. De hecho ya están definidos los nombres de quienes harán parte de la comisión de implementación y seguimiento: Iván Márquez, Jesús Santrich y Victoria Sandino.

La segunda batalla tiene que ver con romper lo que ellos llaman la hegemonía política y cultural. Esta tiene dos aristas. Una, la batalla por las ideas, que augura que las Farc entrarán a la política con una posición y un discurso ideológico propio. Advierten que quieren llegar sobre todo a los centros urbanos. Y una segunda, por mejorar su imagen con el apoyo de la verdad histórica que, según creen, les hará justicia.

Darán la tercera batalla por la unidad del campo popular, sectores democráticos y revolucionarios. Esto indica que las Farc aspiran a convertirse en un polo de atracción de la izquierda. Pero plantean que se debe hacer un esfuerzo para lograr un gobierno de reconciliación y construcción de paz. Las Farc creen que en aras de que la implementación de los acuerdos sea adecuada, se debe hacer una amplia convergencia. Tan amplia como lo requiera la defensa de lo pactado.

Otras dos cosas han dejado claras y taxativas: que su principal bandera política en la vida civil será impulsar una constituyente abierta que cambie los equilibrios actuales del poder establecido. Y que si gana el No en el plebiscito, no habrá renegociación.

Aplazaron las definiciones más prácticas de su paso a la política legal hasta abril del año próximo, cuando realicen una convención política, ya sin armas. Para entonces deben haber dejado el 100 por ciento de los fusiles. Posiblemente las definiciones más estratégicas aplazadas es si serán un nuevo partido o un movimiento político. Y el nombre.

Lo más importante que ocurrió en esta conferencia es que en las Farc se siente un ambiente de renovación. Las mujeres cobraron un protagonismo inesperado. Los cuatro años de La Habana les dieron una mayor importancia y ellas mayor presencia en los cargos de dirección. Buscan también estar en primera línea en la política. Lo mismo ocurre con los jóvenes, destacados por una actitud crítica y abiertamente en busca de que los tengan en cuenta.

Pero lo realmente trascendental que ha ocurrido en el Yarí, en lo que muchos han llamado Estéreo Farc o Woodstock colombiano, es que el país entero ha visto otro rostro de esa organización. Una guerrilla que ha cambiado su discurso, en el que ya no hay referencias bélicas ni triunfalistas. Cada guerrillero repite el mantra de la paz y la reconciliación. Han cambiado la actitud arrogante, que se vio por ejemplo en el Caguán, por una más abierta. Y también han cambiado su estética, por una más moderna. Algo queda claro en estos días: buscan conectarse con los sectores urbanos. Las Farc se preparan para la política en serio.