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Recientemente, y quizá por la presión de los ciudadanos, a los parlamentarios se les quitó el pasaporte diplomático. | Foto: Archivo SEMANA

CONGRESO

Congreso seguirá pagando tiquetes aéreos a parlamentarios

El Consejo de Estado negó una demanda que buscaba que el Congreso dejara de pagar, cada semana, los tiquetes aéreos de senadores y representantes que viven fuera de Bogotá.

26 de marzo de 2015

Aunque en teoría son los representantes del pueblo para hacer las leyes y ejercer control político a los gobiernos, en la práctica colombiana los congresistas se han convertido en los funcionarios más desprestigiados del país. En recientes episodios, como la fallida reforma a la Justicia, se ha despertado un sentimiento de indignación contra los parlamentarios, y los colombianos han cuestionado, entre otros, los varios privilegios de los que gozan sobre los demás mortales, por el hecho de ser quienes llevan la voz del pueblo.

A los congresistas se les ha cuestionado que ganen cerca de 25 millones mensuales (entre salario básico, gastos de representación, prima de salud, de vivienda) y que, por ejemplo, sólo sesionen martes y miércoles, y en algunos casos se ausenten de las plenarias. También que tuvieran el privilegio del pasaporte diplomático, o que el Estado les entregara bonos para ‘tanquear’ sus camionetas. Antes de la Constitución del 91, hasta tenían inmunidad parlamentaria. A cambio de estos privilegios, han sido numerosas las noticias que relacionan a los ‘padres de la patria’ con casos de corrupción o hasta nexos con grupos ilegales.

Recientemente, y quizá por la presión de los ciudadanos, a los parlamentarios se les quitó el pasaporte diplomático. Una sentencia de la Corte Constitucional atajó las cuantiosas pensiones que recibían. Y un presidente del Congreso, Juan Manuel Corzo, se vio tan presionado, que tuvo que suprimir el auxilio de la gasolina.

Varios ciudadanos intentaron quitar otro de los privilegios de los que gozan los parlamentarios: los tiquetes aéreos que semana a semana, y durante el período de sesiones, el Congreso les asigna a los senadores y representantes que viven fuera de Bogotá.

Un decreto, el 299 de 2005, establece que a los congresistas que no residen en la capital se les reconoce el pago de los pasajes en avión para que vengan a las sesiones en el Capitolio y para que regresen a sus regiones. “Uno por cada semana, durante el período de sesiones ordinarias o extraordinarias, y un pasaje mensual en período de receso”, dice tal decreto.

Un grupo de ciudadanos indignados demandó dicho decreto con la pretensión de que los parlamentarios gastaran de su bolsillo los tiquetes correspondientes, toda vez que a ellos se les asignan cerca de nueve millones de pesos por concepto de gastos de representación.

La demanda fue interpuesta ante el Consejo de Estado, pero este alto tribunal avaló la norma, al señalar que el Congreso es autónomo para ejecutar su presupuesto y que estos gastos fueron avalados por dos decretos presidenciales.

Por eso, dejó en firme la norma que habilita que el Estado se encargue de los tiquetes de los congresistas y que estos no tengan que pagarlos con sus honorarios. De esta manera, el intento de varios ciudadanos de ponerle coto a este millonario gasto quedó frustrado.