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María Fernanda Campo, Mauricio Cárdenas y Rubén Darío Lizarralde y representan al Conservatismo en el Gobierno. | Foto: SEMANA.

POLÍTICA

El dilema de los ministros conservadores del gabinete

Mauricio Cárdenas, Rubén Darío Lizarralde y María Fernanda Campo representan al conservatismo en el Gobierno.

27 de enero de 2014

Uno de los primeros dilemas tras la Convención Nacional del Partido Conservador es la presencia del partido en la coalición de la Unidad Nacional del gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Desde cuando adhirieron al proyecto político de Santos, los conservadores han recibido del presidente una cuota de representación en el gabinete ministerial, que, si bien no era tan fuerte como la que los azules habían recibido en los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, no deja de ser importante y representativa.

Luego de la polémica y agitada convención azul, en la que 1.190 convencionistas le dieron un portazo a acompañar la reelección de Juan Manuel Santos, la recién escogida candidata presidencial, Marta Lucía Ramírez, dejó planteado sobre la mesa un debate que tendrá que afrontar el partido en los próximos días. ¿Qué pasará con la cuota conservadora en el gabinete?

Ramírez defiende la tesis de que los miembros del conservatismo que están en el gabinete se retiren del mismo. Un escenario que, según el jefe conservador, Ómar Yepes Alzate, le daría independencia al partido.

El dilema ahora es para los tres ministros que hoy representan al Conservatismo en el gabinete. Mauricio Cárdenas Santamaría, ministro de Hacienda, es uno de los funcionarios de mayor confianza del presidente Juan Manuel Santos. Cárdenas ocupa la cartera desde agosto de 2012, precisamente cuando se produjo el primer remezón ministerial del Gobierno y cuando llegó para suceder a otro conservador, Juan Carlos Echeverry.

Cárdenas había sonado en los mentideros políticos como uno de las posibles cartas de Santos para definir su fórmula vicepresidencial. Antes de la Convención del partido había cobrado fuerza este rumor, sobre todo como una especie de ofrecimiento que pudiera garantizar el respaldo de la colectividad a la reelección. Todo podría quedar atrás luego de que los conservadores decidieron tener candidato propio a la Presidencia.

El otro ministro conservador en el gabinete es el polémico Rubén Darío Lizarralde, jefe de la cartera de Agricultura, un histórico botín conservador que ha defendido desde tiempos gobiernos anteriores. En el gobierno Santos esta cartera fue encomendada a Juan Camilo Restrepo, excandidato presidencial del conservatismo en el año 94, y luego pasó a manos de Francisco Estupiñán, a quien los paros de los campesinos el año pasado terminaron por pasarle factura.  

Casualmente, Lizarralde, militante del Partido Conservador, es cercano a Marta Lucía Ramírez, a quien apoyó en la consulta conservadora del 2010. Ahora deberá decidir si es conveniente su permanencia en el gabinete.    
El tercer cargo que se les reconoce a los conservadores en el gabinete es el de la ministra de Educación, María Fernanda Campo, una de las pocas funcionarias del gabinete que ha estado durante todo el gobierno del presidente Santos.

Pero la cuota de representación del conservatismo en el gobierno no se reduce al gabinete y se extienden al servicio diplomático y otras entidades del Estado. Quizá las más significativas son el Banco Agrario, que está en manos del senador Roberto Gerlein, y el Incoder, que en sus cargos directivos tiene influencia el senador Hernán Andrade.

De momento la decisión podría estar en manos del presidente Juan Manuel Santos si decide reacomodar la representación partidista del gabinete como consecuencia del veredicto de la convención conservadora. Pero si la instrucción del partido es abandonar la Unidad nacional, los ministros estarían ante la posibilidad de apartarse del gGobierno para acatar las decisiones de la colectividad.