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Contra la pared

La rebelión del Congreso contra el proceso de paz es también una respuesta a la estrategia de las Farc de secuestrar parlamentarios para presionar la ley de canje.

5 de noviembre de 2001

German Vargas Lleras, 39 años, ha aprendido a moverse como pez en el agua por todos los rincones de Bogotá. Va a las sedes liberales de los barrios, tiene en la memoria varias rutas para ir de su casa al Congreso y sabe la forma más rápida para llegar y salir de los sitios sociales. Sin embargo reconoce que se muere del susto de salir de la ciudad aunque en su condición de senador debería hacer política por todo el país. “¿Cómo se le ocurre? Con semejante situación”, dice un hombre que por el rango de su cargo tiene el beneficio de varios hombres que lo custodian día y noche.

¿Quién podría culparlo? En lo que va corrido de este año han sido asesinados tres congresistas, secuestrados cuatro más y se ha denunciado oficialmente el intento de secuestro de 12 más, aunque en los pasillos de la sede del Poder Legislativo se escuchan a diario por lo menos cinco historias individuales de presión, amenaza o intento de plagio. “Veníamos por tierra de Buenaventura hacia Cali cuando nos enteramos de un retén de las Farc. Entonces nos tocó devolvernos de urgencia”, contó el también senador Juan Martín Caicedo Ferrer sobre lo que le ocurrió hace dos fines de semana.

Esta presión explica la protesta del Congreso de la semana pasada para exigir del gobierno profundos correctivos tanto al proceso de paz como a la zona de distensión. La situación llegó a tal extremo que, por primera vez en mucho tiempo, el Senado se declaró en sesión permanente al tiempo que se escucharon vehementes reclamos en la Cámara. El enfrentamiento Congreso-Farc se venía gestando de tiempo atrás aunque con el asesinato de Consuelo Araújo Noguera la copa se rebosó.

Para nadie es un secreto que esta organización guerrillera avanza en su estrategia de secuestrar parlamentarios con el fin de presionar al Congreso para que apruebe una ley de canje. La guerrilla dice que es la única forma de que liberen al casi medio centenar de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas que aún están en su poder. El propósito de forzar al Estado para que dicte una ley de canje permanente no es nuevo. El 7 de enero de 1999, cuando arrancó el proceso de paz Jorge Briceño Suárez, ‘Mono Jojoy’, le advirtió a SEMANA en un reportaje exclusivo: “Si no hay canje habrá que traer políticos. Habrá que traerlos como hicieron con el hermano de Gaviria. Porque sólo entonces les pusieron atención y los llevaron a Cuba y los canjearon”.

Pese a la categórica advertencia, esta se quedó en el tintero pues las Farc le apostaron a que el gobierno tendría que dictar la ley de canje para liberar a los soldados y policías que tenían en su poder. El tire y afloje concluyó con la liberación de 280 miembros de la Fuerza Pública a cambio de 15 guerrilleros el 28 de junio pasado en La Macarena. La cosa pareció quedarse ahí al punto que los generales Tapias y Mora se mostraron triunfantes en una entrevista con SEMANA: “El canje que quería ‘Tirofijo’ no tiene posibilidad de repetirse”.

Apenas pasó un mes cuando ‘Manuel Marulanda Vélez’ le escribió una extensa carta dirigida al alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, en la que le recordó que a él el tema del canje no se le había olvidado: “Ahora se requiere el canje o un acuerdo gobierno-Farc para la liberación total de todos los guerrilleros presos, para poder liberar a los oficiales y suboficiales en un término de dos meses, para hacer todos los trámites correspondientes de ambas partes”.

La misiva de ‘Marulanda’ va en el mismo camino que las amenazantes palabras de ‘Jojoy’ y de paso cuestiona al Congreso por quejarse del secuestro de cuatro de sus miembros: “¿Cómo explican los señores senadores y representantes sus reclamos a las Farc porque los retienen y los convierten en canjeables, a tiempo que ellos son los que aprueban leyes represivas y económicas que lesionan los intereses del pueblo y sus luchadores? ¿A qué se comprometen como legisladores en defensa del pueblo en el futuro, para garantizar que se puedan mover sin interferencia en cualquier parte del país?”. Sin mencionar un nombre, ‘Tirofijo’ confirmó la campaña que han emprendido sus frentes y que hasta ahora les ha permitido poner en su poder a los representantes liberales Consuelo González de Perdomo y Orlando Beltrán Cuéllar, el senador liberal Luis Eladio Pérez y el representante conservador Oscar Tulio Lizcano.

En esta serie de secuestros la situación más azarosa se vive en el Huila, departamento que limita con la zona de distensión. Allí, González de Perdomo fue secuestrada el pasado mes de septiembre por las Farc cuando se movilizaba de Pitalito hacia Neiva. “Se la llevaron hacia el oriente por la inspección de Otas, en la vía que conduce al área del despeje”, dijo en su testimonio a la Policía su conductor, quien fue liberado horas después del plagio. Diez días antes de este secuestro se habían llevado a Beltrán Cuéllar. Y por si fuera poco, la esposa y dos hijos del senador Jaime Lozada Perdomo fueron secuestrados a finales de julio en su apartamento del edificio Torres de Miraflores, en Neiva.

“Es que aquí toca es coger peces gordos porque de lo contrario a nadie le importa ni los soldados ni los policías”, reconoció ‘Jojoy’ a un grupo de periodistas en una charla en La Macarena el día de la liberación de los soldados y policías. Eso hace temer a las autoridades que además de los legisladores las Farc tengan en su poder al director de Extranjería del DAS, Ramiro Carranza, secuestrado el 5 de septiembre en su finca de Quetame, y al ex ministro Fernando Araújo y que hubieran intentado llevarse para tales fines a la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera. Todo para armar una lista grande que ponga al Estado contra la pared.

“No hay de duda que todas estas acciones buscan derivar en un canje”, señala Vargas Lleras. Mientras que otro congresista sostiene que las Farc han avanzado tanto en su campaña que pensar en salir a hacer política fuera de Bogotá no “sólo es improcedente sino una verdadera imprudencia”.

Por si esto fuera poco, los miembros del Congreso están sufriendo también una racha de asesinatos sin precedentes. Así como el país vio en otras épocas las muertes en serie de alcaldes, luego de policías y posteriormente de periodistas ahora está asistiendo perplejo a los abaleos de los parlamentarios. En menos de 10 meses han sido asesinados tres de ellos: Diego Turbay Cote, Jorge Rojas y Octavio Sarmiento.

Pero, ¿en qué va a terminar todo esto? Los congresistas —a través de un proyecto de ley impulsado por Reginaldo Montes y William Sicachá— pretenden que se les permita a los parlamentarios secuestrados ser candidatos. El gobierno ha reaccionado con preocupación. “Sería como legalizar el secuestro”, respondió el ministro del Interior, Armando Estrada. ¿Entonces? “Por ahora lo que deben hacer los candidatos es presentar con la debida antelación la ruta de sus giras para diseñar los planes de seguridad”, dijo una fuente de la Casa de Nariño. “Esto es facilito. Nos entregan a los nuestros y nosotros les entregamos a los que tenemos”, advirtió ‘Jojoy’ en aquella entrevista con SEMANA. “No tengo dudas de que esto cada vez se va a poner más difícil”, prevé Vargas Lleras. Todo esto explica la rebelión del Congreso la semana pasada pues de ser unas personas que muchos miran como privilegiados pasaron a convertirse en una obsesión de ‘Tirofijo’.



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