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Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático,Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas, Laurent Fabius, presidente de la COP21 y François Hollande, presidente de Francia. | Foto: Anadolu Agency

MEDIO AMBIENTE

Cambio climático: el enemigo que no da tregua

El sábado pasado se adoptó en París el primer acuerdo sobre este tema aprobado por 195 países. Sin embargo, quedan dudas sobre su efectividad.

19 de diciembre de 2015

Entre lágrimas, aplausos y gritos, Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores de Francia y presidente de la XXI Conferencia de las Partes (COP21) sobre el Cambio Climático, anunció al mundo entero que el acuerdo para combatir este fenómeno era una realidad. La emoción se tomó Le Bourget, lugar donde se hizo la cumbre. Hubo, incluso, quienes afirmaron que Fabius se merece el próximo Premio Nobel de Paz por lograr llevar a buen fin un documento que los negociadores del mundo llevan 20 años intentando cerrar.  Sin embargo, el texto que salió de París no incluye grandes cambios y augura un futuro incierto para todos los países del planeta.

Si bien el acuerdo es “histórico” porque 195 países se pusieron de acuerdo sobre cómo luchar contra el cambio climático, las decisiones que parecen revolucionarias tienen alguna cláusula o redacción que las deja sin dientes.

El mejor ejemplo es el compromiso que los países desarrollados asumieron para recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Durante gran parte de las negociaciones el texto decía que las naciones desarrolladas “deberán” seguir  encabezando los esfuerzos de reducción. En la última versión del documento quedó “deberían”, cambio que, aunque parece insignificante,  permite a países como Estados Unidos no comprometerse absolutamente con ningún tipo de pacto futuro de reducción de emisiones. Además, en el texto final se especificó a los países industrializados como los que deben encabezar esos “esfuerzos” de reducción, lo que deja por fuera a países como China e India.

Los puntos más importantes del acuerdo de París, que reemplazará en 2020 al protocolo de Kioto, son: 1. Nivel de compromiso: el tratado es “jurídicamente vinculante” en casi todas sus partes. 2. Mitigación: el acuerdo pone la meta de calentamiento planetario en un máximo de 2 grados centígrados e invita a los países a ir hacia los 1,5 grados centígrados. 3. Adaptación: reconoce que es indispensable adaptarse al fenómeno. 4. Pérdidas y daños: reconoce que hay que hacer algo pronto por países como las islas del Pacífico, que ya viven los efectos del cambio climático. 5. Financiación: los países desarrollados aumentarán sus aportes para llegar a constituir un fondo anual de 100.000 millones de dólares. 6. Revisión por ciclos: establece la obligación de revisar las metas cada cinco años. 7. Transparencia: incluyó un punto sobre seguimiento, claridad y trasparencia que obliga a los países a rendir cuentas sobre lo que hacen y lo que no.

Steffen Kallbekken, director de investigaciones del Centro de Investigación sobre Clima y Ambiente de Oslo, Noruega, dijo a SEMANA que “a la fecha, los compromisos que ya han hecho 187 países para reducir sus emisiones dan apenas para un mundo que llegaría a una temperatura de 2,7 grados centígrados. Se necesitan esfuerzos más ambiciosos para lograr un avance real”. Lo mismo opinan los científicos del Panel Intergubernamental  de la ONU sobre el Cambio Climático (IPCC), que han dicho en repetidas ocasiones que si no se limita el calentamiento del planeta a 2 grados centígrados, como máximo, la Tierra sufrirá consecuencias irreversibles.

Como dijo Bill Gates en entrevista con la revista The Atlantic en noviembre pasado, todo lo que se haga de aquí a 2030 es crucial “pues mientras más tiempo pase, más difícil será controlar el cambio climático. Por eso solo grandes saltos en innovación tecnológica en energías renovables, así como medidas complejas en relación con la enorme infraestructura en energía convencional permitirán alcanzar las metas propuestas”.
Como muchos instrumentos multinacionales, el acuerdo no es tan fuerte en sus metas para evitar que algunos países, como hicieron China y Estados Unidos en Kioto, optaran por no firmar. Aunque es el primer paso, diplomáticamente hablando, hacia un mundo menos dependiente de los combustibles fósiles, no es la solución a los dos puntos más importantes de la discusión: qué hacer en el corto y mediano plazo para frenar los efectos de este fenómeno en cada país y cómo deben distribuirse sus costos e impactos.

Colombia en la cumbre

Estos fueron los altos y bajos.

• Alto: el equipo negociador liderado por el viceministro de Ambiente, Pablo Vieira Samper; Andrea Guerrero, encargada de asuntos ambientales de la Cancillería, y Jimena Nieto, copresidenta del grupo de revisión legal del acuerdo, fue de primera categoría.

• Bajo: sorprendió que Colombia fuera uno de los pocos países que no contó con un ministro, que en este caso debería haber sido el de Ambiente, en las negociaciones de alto nivel de la última semana. Esto, sin duda, le restó fuerza al equipo.