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Informe Especial

Córdoba le apuesta a la paz

Juanita León, editora de reportajes de SEMANA, estuvo en Santa Fe de Ralito durante la desmovilización del bloque de Córdoba, el más antiguo de las autodefensas.

Juanita León
23 de enero de 2005

La desmovilización de otros 925 paramilitares la semana pasada en Santa Fe de Ralito parecía la fiesta de graduación del hijo aplicado que abandona el hogar después de sacrificarse noches enteras haciendo bien las tareas.

La ceremonia fue particularmente simbólica porque las autodefensas de Córdoba son quizás las únicas que lograron a cabalidad su propósito de desplazar a las guerrillas tanto del departamento como de los corazones de su gente. No en vano dijo el ganadero cordobés Hernán Gómez en su emotivo discurso durante la jornada de entrega de armas: "Esta es una ocasión histórica. Está entregando las armas toda una sociedad regional".

En su casa paterna, como llamó el jefe paramilitar Ernesto Báez a Córdoba, arrancó el martes a las 11 de la mañana bajo un sol ardiente y al son de las Cuatro estaciones de Vivaldi, la desmovilización del Bloque Sinú-San Jorge, uno de los más antiguos de las autodefensas y posiblemente el que logró contar con mayor base social.

Después del Himno Nacional y el de las autodefensas, el obispo de Montelíbano habló sobre la importancia del perdón, y las hermanas Silvia y Eliana Bedoya, vestidas de blanco, entonaron la canción popularizada por Mercedes Sosa en que le pide a Dios para que "la guerra no nos sea indiferente". "Es un monstruo grande y pisa fuerte", tararearon algunos paramilitares con sus fusiles en reposo y adornados con la bandera de Colombia en cambio de la legendaria flor.

Los discursos tanto de Hernán Gómez, en representación de la sociedad civil, como de los jefes paramilitares Báez y Salvatore Mancuso revelaron lo que las autodefensas y quienes los apoyan piensan de las AUC. Se perciben ante todo como víctimas de "la ausencia del Estado y de la demencia ideológica de la guerrilla y de la dictadura comunista", como dijo Hernán Gómez. "Hemos sido la provincia de la provincia. Tierra de nadie, dónde sólo merecíamos colonias penales".

El discurso de Gómez, un antropólogo que militó en la izquierda de joven, fue miembro del equipo negociador del gobierno en los diálogos de paz con las Farc en Tlaxcala y con el EPL en Córdoba, pero que con el tiempo terminó como tantos otros de su generación más cerca ideológicamente de las autodefensas, provocó la ovación del público. También fue muy aplaudido el histriónico discurso de Báez, miembro fundador de las AUC y vocero del Bloque Central Bolívar, aún sin desmovilizarse. Báez dijo que con la llegada de Álvaro Uribe al poder por fin sienten la presencia del Estado y que por ende las autodefensas se "sienten inútiles en el campo de batalla". Sin embargo alertó al gobierno sobre la importancia de emplear a los desmovilizados ya que "la guerrilla y los narcotraficantes están a la expectativa de recibir esta mano de obra".

Su advertencia sonó poco amigable en una jornada de paz, pero realista después de entrevistar a varios de los desmovilizados. "Vamos a ver si el gobierno nos da fuentes de trabajo. Si no, habrá que volver a buscar otras fuentes de trabajo que sí hay", dijo crípticamente uno de los desmovilizados, quien se presentó como RR. Él, en principio, estaba dispuesto a apostarle a la paz y sentía que "salir libre en esta parte de la guerra es un triunfo", pero dudaba de la voluntad de reconciliación de varios de sus compañeros. "La mitad ya pidió entrada a otros frentes", dijo. El jefe de las autodefensas de Arauca confirmó haber recibido solicitudes en ese sentido de recién desmovilizados, pero dijo que las había rechazado por el compromiso con el gobierno.

Báez también abogó por los paramilitares presos y anunció que las autodefensas buscarán un referendo nacional para que el pueblo colombiano -y no el Congreso- sea quien decida sobre las penas que ellos deben pagar. "Que los colombianos decidan si nuestro destino es la cárcel, o la extradición, o el tribunal internacional. Hacemos formal compromiso de someternos a la decisión que tome el pueblo colombiano", anunció con humildad. (Ver recuadro). Sin embargo, acto seguido tildó de "reconocido líder paraguerrillero" al representante del Polo Democrático Wilson Borja, uno de los autores del proyecto de ley de Justicia, Verdad y Reparación, que no les gusta.

Mancuso, con un tono más pausado y con un discurso nostálgico y elogioso sobre la labor de las autodefensas de Córdoba -a las que se les responsabiliza por cientos de muertes- defendió la importancia de que la ley que selle la reinserción garantice sus derechos políticos "pues de lo contrario sería sesgar el derecho legítimo a defender con la ley lo que preservamos con las armas... Habrá un espacio intermedio que será un tributo a la sociedad por los errores cometidos. Será un tiempo de reflexión, contrición y preparación, pero luego contarán con nosotros desde la orilla de la ley", dijo el jefe de las AUC, desmovilizado hace un mes.

Por último habló el alto comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, quien destacó los éxitos del proceso con las autodefensas, que a la fecha ha logrado la desmovilización de 4.585 paramilitares.

Después del mea culpa liderado por el obispo de Montería, monseñor Julio César Vidal, las autodefensas entregaron sus armas. "Con este acto sello mi compromiso de paz", dijo uno de los hombres antes de entregar su fusil. "Seremos ejemplo para Colombia", leyó otro su mensaje en un papelito. "Bienvenido a la civilidad", le contestó a cada uno el ministro del Interior, Sabas Pretelt.

En total, según los verificadores de la OEA, entregaron unas 300 armas. No entregaron más, según me explicó uno de los jefes paramilitares, porque muchos eran 'postes' urbanos que se dedicaban a hacer inteligencia y el 20 por ciento no eran autodefensas, sino jóvenes de la zona a quienes ellos querían ayudar a estudiar y a tener un proyecto productivo. "Lo importante es que no estén apuntando estos 300 fusiles a los colombianos", dijo Sergio Caragmagna, encargado de la OEA para la verificación del proceso.

Para finalizar la ceremonia, los desmovilizados echaron a volar miles de mariposas como un símbolo de paz. Pero como los discursos se alargaron, cientos de monarcas naranjas traídas de Medellín y Cali se murieron del calor antes de emprender su primer vuelo. Ojalá no suceda lo mismo con los sueños anunciados de estos hombres que prometieron abandonar las armas y que hoy se encuentran ya libres en Montería retomando su nueva vida.