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En los 28 municipios del departamento las bacrim han desatado una oleada de extorsiones contra ganaderos, agricultores y comerciantes.

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Córdoba: víctima de extorsión

El Clan Úsuga y bandas locales de delincuencia tienen azotados los 28 municipios del departamento con la extorsión. Ganaderos, comerciantes y contratistas, impotentes, se acostumbraron a pagar.

16 de enero de 2016

Un informe de 1997 del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) determinó la forma como las Farc, el ELN y el EPL obtenían grandes recursos en Córdoba a través del secuestro, la extorsión, la ‘vacuna ganadera’ y el narcotráfico, entre otros. Lo increíble es que hoy, a pesar de que desaparecieron los paramilitares, pasó la seguridad democrática y las autoridades desarrollan una intensa ofensiva para acabar las bacrim, los habitantes sienten cada vez más que la situación parece ser la misma a la de hace 20 años o más, pero con diferentes protagonistas.

Desde hace 36 meses, el Clan Úsuga, que tiene presencia en los 28 municipios de Córdoba y que tenía al narcotráfico y a la minería ilegal como principal fuente de financiación, comenzó a extorsionar en las zonas urbanas y rurales, en especial en los diez municipios del Alto San Jorge y Alto Sinú. Esta es una zona minera, próxima al nudo de Paramillo, donde fuentes de inteligencia militar afirman que unas 2.500 familias se dedican a producir coca.

Las autoridades explican que el incremento de la extorsión está en los duros golpes que ha recibido el clan, al que le han incautado grandes cantidades de drogas, lo que los ha obligado a tratar de financiarse mediante la extorsión, el boleteo y el cobro de vacunas a ganaderos, agricultores y comerciantes, entre otros. Para llevar a cabo estas operaciones, las autoridades han detectado actividades fachada como el cobradiario o el mototaxismo.

Frente a esta nueva oleada, que ha aumentado la percepción de inseguridad, las víctimas temen perder la vida o sus propiedades, ceden a las exigencias y no denuncian. A los ganaderos y agricultores, según la región y su situación económica, les cobran entre 3.000 y 5.000 pesos por res y 10.000 pesos por hectárea. Aunque no hay cifras oficiales, se cree que los ganaderos pudieron pagar, en 2015, entre 15.000 y 20.000 millones de pesos en extorsiones y vacunas.

SEMANA estableció que en la zona costera, en los municipios de Canalete, Puerto Escondido, los Córdobas y Moñitos, los miembros de las bandas han citado a reuniones masivas de ganaderos para exigirles pagar las cuotas. Las autoridades, la Fiscalía y la Policía Nacional, están preocupadas porque la gente en Córdoba se acostumbró a vivir con ese flagelo y por ello pagan sin denunciar y prefieren guardar silencio.

Lo increíble es que este aumento de las extorsiones y la sensación de pérdida de seguridad permanece a pesar de que el presidente Juan Manuel Santos ordenó capturar a Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, cabecilla de la banda. Las autoridades desplegaron para ello un fuerte operativo con los hombres mejor preparados, en helicópteros de alta tecnología. En 2015, según el comandante de la Policía departamental, coronel Engelbert Grijalba, 79 personas denunciaron por extorsión, 26 resultaron capturadas por orden judicial y 12 en flagrancia. En total, las autoridades detuvieron 225 militantes del clan en Córdoba entre los que figuran cabecillas, sicarios y narcotraficantes capturados en allanamientos de laboratorios o en la incautación de cargamentos de droga.

Para hacerle frente a este flagelo, la Policía adelanta el plan ‘Yo no pago, yo denuncio’ y el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, se reunió esta semana con el gobernador Alejandro Lyons y los organismos de seguridad para tomar nuevas medidas. Entre otras, anunciaron el envío de 50 hombres del Gaula Elite Antiextorsión y 70 unidades más de la Policía.

Los cordobeses esperan que las capturas y los programas hagan mella en la estructura y poderío de los Úsuga en la región. Tal es su fuerza que ya no solo extorsionan, sino que han impuesto arbitrariamente normas como el toque de queda después de las siete de la noche en algunos corregimientos y veredas de Puerto Escondido o Moñitos. El problema es tan grave que además de la presencia de los Úsuga, se han establecido en el departamento pequeños grupos criminales que se hacen pasar por miembros de la banda para hacer su agosto.

En los últimos 30 años, Córdoba ha vivido una violencia que parece no tener fin. ¿Por cuánto tiempo más seguirá esta situación?