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Corto circuito

La solución a la crisis cafetera se aplaza por un distanciamiento entre el Presidente y Jorge Cárdenas.

10 de septiembre de 2001

La crisis del cafe ha adquirido dimensiones históricas. El colapso de la actividad cafetera significa no sólo un cambio en la estructura productiva del país sino un problema social de enormes proporciones. Quinientas mil familias viven de ese negocio. En esas circunstancias la prioridad nacional debería ser una unión de esfuerzos entre el gobierno y el gremio cafetero para adaptar la industria a las nuevas realidades del mercado mundial del grano.

Lamentablemente la peor crisis de los últimos 100 años en el sector coincidió con un distanciamiento entre el Presidente de la República y el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Jorge Cárdenas Gutiérrez, los principales responsables de buscarle una solución al problema.

Todo estalló la semana pasada cuando se hizo pública la renuncia de Alvaro Villegas Villegas, representante de la Federación en Nueva York y quien era hasta entonces considerado por muchos el más probable sucesor de Cárdenas al frente de esta entidad. Detrás de su salida hay una serie de conflictos que se pueden clasificar en tres categorías: problemas de fondo, de personalidad y de plata.

El problema de fondo es obvio. Lo que está en juego en esta crisis es nada menos que la viabilidad de la industria cafetera y de las instituciones que la soportan. Hace 30 años el poder político y económico de la Federación de Cafeteros era superado únicamente por el del gobierno central. Este gremio generaba el 50 por ciento de las divisas del país y el Fondo Nacional del Café tenía un patrimonio superior a los 1.000 millones de dólares. Dentro de unos años va a quedar muy poco de todo esto. Las exportaciones cafeteras serán menos del 10 por ciento de las totales. La Federación jugará un papel más comparable al de un gremio común y corriente, como la SAC o Fedegan, que al papel tradicional de gobierno paralelo que desempeñó durante medio siglo.

La transición de la vieja economía del café a la nueva requiere plata. Concretamente, se necesitan ya 100 millones de dólares para financiar la próxima cosecha y otros 350 millones de dólares para una reestructuración de fondo que vuelva autosostenible la industria hacia el futuro. Como las finanzas del país no están boyantes, girar esos recursos no es nada fácil. Tiene que quedar muy claro para qué son y qué se espera obtener con ellos. Y es en esta definición para la que se requiere un consenso entre el gobierno y el gremio.

Las diferencias

No deja de ser sorprendente que haya roces personales entre Andrés Pastrana y Jorge Cárdenas. Ninguno de los dos es conflictivo y, por el contrario, ambos han llegado a donde llegaron en parte debido a sus relaciones públicas y su carácter conciliador. En los últimos meses, sin embargo, la comunicación entre ambos prácticamente se rompió. Fuera de una reunión protocolaria la semana pasada en Palacio entre dirigentes cafeteros y el alto gobierno, los anteriores encuentros entre Cárdenas y Pastrana habían terminado mal.

Allegados al Presidente afirman que hace 18 meses Cárdenas le comunicó que estaba cansado y que pensaba retirarse, probablemente durante el Congreso Cafetero de diciembre de 1999. Desde ese instante el Presidente mencionó que si esa era la decisión de Cárdenas un posible sucesor podría ser Alvaro Villegas. Este llenaba el doble requisito de ser un veterano de 30 años de servicio en la Federación y al mismo tiempo amigo cercano al primer mandatario.

La selección del gerente general de la Federación de Cafeteros se hace por medio de una terna que el Comité Nacional de Cafeteros le envía al Congreso Cafetero para que éste escoja. Como el comité está integrado paritariamente por el gobierno y representantes de los cultivadores se requiere un consenso para integrar la terna. El Presidente consideraba que Villegas generaba ese consenso.

Ante la expectativa del retiro de Cárdenas, Pastrana se fue preparando para el relevo a tal punto que el año pasado en el Congreso Cafetero le hizo un elocuente discurso reconociéndole su papel histórico en la industria cafetera nacional.

A todas estas Alvaro Villegas rechazó dos ministerios y tentadoras ofertas de Julio Mario Santo Domingo creyendo que contaba con el apoyo del Presidente y del gremio cafetero para suceder a Cárdenas. Este último, no obstante, fue posponiendo su retiro.

Detrás de esta situación había diferencias de criterio, intereses creados y malentendidos entre el equipo económico del gobierno y la Federación. Al primer mandatario le insistían en la necesidad de un timonazo radical para salvar la industria. Esto requeriría borrón y cuenta nueva en muchos frentes, lo cual difícilmente se lograría sin un relevo en la cabeza.

A Jorge Cárdenas, por su parte, los comités departamentales le pedían que permaneciera al frente de la Federación dada la gravedad de la crisis. En términos concretos, le pusieron de presente que la crisis es mundial y que el liderazgo internacional que él tiene en la actualidad en el mundo del café iba a ser un instrumento clave en la búsqueda de soluciones.

Detrás de toda la presión para que se quedara había también consideraciones de otro orden. Algunos comités departamentales, como el de Caldas, aspiran a que sea un representante de esa región del país el próximo gerente de la Federación. En ese sector cuenta con simpatías un veterano caldense de la entidad, Emilio Echeverri, quien tiene menos experiencia internacional que Villegas pero conoce a fondo los problemas de los productores.

Un factor adicional en todo este enredo, según algunos, fue que a Cárdenas le molestó la presión de Palacio por precipitar su relevo, así como el hecho de que parecieran tácitamente aliados un subalterno suyo, Alvaro Villegas, y el Presidente de la República. Villegas llegó a sentir que se estaban poniendo en tela de juicio su lealtad y su ética en todo este proceso y tomó la decisión de renunciar en forma irrevocable hace casi un mes. La renuncia se había mantenido en reserva hasta la semana pasada, cuando se filtró y todo este episodio salió a flote.

La situación en la actualidad es que Jorge Cárdenas está decidido a permanecer hasta el final del año y algunos comités departamentales creen que debería seguir hasta la elección del próximo gobierno para que sea un nuevo presidente el que lidere los cambios. El Presidente de la República considera que es su responsabilidad liderar el viraje cafetero pues cada día de retraso en la búsqueda de soluciones estructurales tiene un costo muy alto. Como estos cambios requieren plata y la chequera está en sus manos, hasta que no se sienta cómodo con la situación no va a girar.

Y en medio de este limbo miles de cafeteros colombianos no ven que se defina un norte para salir de una crisis que debería ser prioridad nacional.