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| Foto: Archivo SEMANA.

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Crímenes en la impunidad: 22 años del asesinato de José Antequera

El 3 de marzo de 1989 el líder de la Unión Patriótica fue asesinado. Aún hoy, la justicia no ha dado resultados. No es el único caso. Otra historia, la del sindicalista Manuel Gustavo Chacón, baleado en 1988.

4 de marzo de 2011

José Antequera Guzmán tenía cinco años cuando asesinaron en el aeropuerto El Dorado a su papá, el dirigente de la Unión Patriótica José Antequera. Marco Felipe Chacón tenía ocho años cuando varios sicarios balearon en el centro de Barrancabermeja a su papá, el líder sindical Manuel Gustavo Chacón. Le metieron 37 balazos. Y ambos, José y Marco, siguen esperando que se haga justicia. No son los únicos.
 
Según un informe realizado por la Escuela Nacional Sindical (ENS), hasta el 2010, “del total de sindicalistas asesinados, la justicia colombiana solo está investigando el 25,5 por ciento de los casos (...) Respecto de los que se están investigando, el 48,9 por ciento se encuentra en etapa preliminar, es decir, casi en la mitad de los casos no hay identificación del presunto autor”.
 
Lady Sanjuán, investigadora de la ENS, señala que “aún no se puede hablar de superación de la impunidad porque cuando se dan condenas, estas son contra autores materiales exclusivamente, o el condenado es un reo ausente, o porque se trata de sentencias anticipadas en donde el juez avala una aceptación simple y llana del crimen”.
 
José y Manuel coinciden con Lady. Dicen que en los crímenes de los que fueron víctimas sus papás se evidencia cómo la impunidad reinó. En los dos casos han pasado más de 20 años. No pierden la fe, pero la idea de que se haga justicia para ver a los responsables en una cárcel cambió. Ellos exigen justicia por una cuestión de dignidad.
 
La historia de José Antequera contada por su hijo

Aunque era un niño cuando su papá fue asesinado en el aeropuerto El Dorado, justo cuando se saludaba con quien sería presidente años después, Ernesto Samper, José Antequera, hijo, relata con detalles la muerte de su papá. A qué hora, dónde y cómo fue.
 
La ha tenido que repetir mil veces. El pasado 3 de marzo se cumplieron 22 años del asesinato y de la impunidad en su caso.
 
“Mi papá fue asesinado por un sicario adolescente en el aeropuerto El Dorado, cuando se disponía a viajar a Barranquilla”. Él se enteró de la noticia por la radio. Al principio no entendió muy bien, pero ver la cara de su hermana, cinco años mayor, y cómo en pocas horas su casa se fue llenando de gente, lo convenció de que algo malo había pasado. Comprenderlo le tomó años.
 
“Crecí consciente de todo, sintiéndome orgulloso de lo que había sido mi papá”. José recuerda muy bien que el día que enterraron a su padre hubo revueltas en muchos barrios de Bogotá. Tanto que su familia tuvo que rogar, dice, para que los dejaran enterrar a su papá ante la negativa del alcalde de ese entonces, Andrés Pastrana, quien tenía miedo a las protestas generadas por la muerte de Antequera.
 
José sabe que la historia de sobre cómo fue la muerte de su papá se ha escrito mucho, por eso prefiere hablar de las razones del asesinato, que -en sus propias palabras- “son las mismas del asesinato de más de 5.000 personas pertenecientes a la UP y las mismas de tantas miles de otras historias que parecen dolerles a muy pocos, porque a José Antequera lo asesinaron por denunciar ese fenómeno llamado paramilitarismo que se comió nuestro país, sembró las más bárbaras prácticas de sometimiento al ser humano y despojó a campesinos e indígenas de más de 6 millones de hectáreas de tierras”.
 
José estudió derecho. Su hermana, periodismo. Ambos encabezan la asociación Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad. Él, además, desde el 2008, coordina el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, un equipo que trabaja en una cartografía de la memoria, en donde está ubicada la muerte de su papá el 3 de marzo de 1989.
 
¿Por qué tanta impunidad?
 
En el estudio realizado por la ENS, basado en experiencias de abogados que llevan este tipo de casos, se encontraron algunas barreras en los procesos judiciales. “El prejuicio y la estigmatización por parte de los fiscales, la investigación de los crímenes de manera aislada y fuera de contexto, sin ver lo que ocurre alrededor, contrariando los pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cambios y movimientos de fiscales o de los procesos, en momentos claves de la investigación”, so  para la investigadora los principales obstáculos de estos procesos.
 
A esto se suma, según el estudio, el hecho de que “este tipo de sentencias se circunscriben a la versión del victimario y dejan de lado la posibilidad de realizar investigaciones profundas que conduzcan al esclarecimiento de los hechos y a la identificación de los determinadores”.
 
Además, “las falencias que presenta Justicia y paz han llevado a que la verdad sea manejada exclusivamente por los paramilitares, a tal punto que hechos comprobados por justicia ordinaria, a través de sentencias anticipadas, han logrado transformar las realidades acomodadas a sus intereses”, señala el documento.
 
El caso de Manuel Gustavo Chacón
 
Marco Felipe Chacón es el hijo de Manuel Gustavo Chacón, un hombre que hacía parte del sindicato de ECOPETROL y que en 1988 fue baleado en el centro de Barrancabermeja (Santander). “Defender los derechos de los trabajadores y el pueblo fue la razón”, cuenta Marco, quien tenía ocho años cuando unos sicarios mataron a su papá. Un caso que también está en la impunidad, porque aunque se condenó a una persona -dice- ya está libre.
 
“Se realizaron las investigaciones preliminares que adelantó la Procuraduría en materia disciplinaria investigando a algunos de los posibles autores intelectuales y materiales que se señalaron en ese momento. La Fiscalía investigó y condenó a una persona, que resultó ser un exmiembro de la fuerza militar. Ya está libre. Era una de las personas que iba manejando la camioneta de la que dispararon”, cuenta Marco.

Aunque mucha gente vio cómo mataron a su papá, pocos se atrevieron a servir de testigos. La amenazas no los dejaron. A uno de los que se atrevió, lo mataron. La investigación la trasladaron varias veces de lugar. En 1992 las investigaciones fueron suspendidas. El abogado que llevaba el proceso era Eduardo Umaña Mendoza, asesinado en 1998. Hasta el momento solo hay una sentencia.

Marco tiene dos hermanos, uno mayor y una menor. Los tres y su mamá tuvieron que dejar Barrancabermeja. También fueron víctimas de amenazas.