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Cuando el río suena...

En menos de un mes renunciaron los funcionarios al frente de dos de las entidades clave en los proyectos de infraestructura vial. ¿Qué está pasando detrás de esto?

13 de junio de 2004

Cuando las cábalas en los mentideros del alto gobierno daban por descontado que Álvaro Uribe cambiaría al ministro de Transporte Andrés Uriel Gallego por la entonces directora de Invías (Instituto Nacional de Vías) Alicia Naranjo, sorpresivamente ésta renunció. Y aunque ella adujo motivos personales, en el ambiente quedó la sensación de que algo más hay detrás.

Esto no es gratuito. Veinte días antes el director del Inco (Instituto Nacional de Concesiones), José Alejandro Torres también renunció ad portas de adjudicar un millonario contrato. Además, al término de la semana pasada, el senador Javier Cáceres anunció que denunciará a Naranjo por tener presuntamente un conflicto de interés en la polémica conciliación que hizo con el consorcio Commsa, con quien el Estado ha tenido un pleito de años por el incumplimiento en la construcción de una vía que agilizará el transporte entre la Costa Atlántica y el centro del país.

Parte de la explicación de lo que ha sucedido curiosamente tiene que ver con las mismas razones por las que Naranjo sonaba como Ministra de Transporte.

Uribe, que se ha embarcado en proyectos de la magnitud del túnel de La Línea y la ampliación del aeropuerto El Dorado, aparte de comprometerse a entregar 2.500 kilómetros nuevos de vías, necesitaba delegar esta titánica labor en manos, no sólo de quien le diera toda su confianza en el sentido de transparencia, sino también en quien le otorgara todas las garantías en relación con su capacidad técnica. En esto último las credenciales de Naranjo son de las mejores. Como funcionaria de la administración del alcalde Enrique Peñalosa en Bogotá sacó adelante importantes proyectos en condiciones muy difíciles. Torres, director del Inco, venía de la misma escuela, pues había estado al frente de los aspectos financieros del TransMilenio.

Este equipo tecnócrata sumado a las cualidades del ministro Gallego, en teoría, sería la fórmula perfecta para sacar adelante los retos demandados por el Presidente. Pero algo falló en la receta. No pasó mucho tiempo antes de que salieran a relucir las diferencias entre el estilo tecnócrata de los peñalosistas y el ministro Gallego.

Según múltiples fuentes consultadas por SEMANA que han trabajado de cerca con el Ministro, si bien este se le reconoce una alta experiencia y es hombre de confianza de Uribe, a la hora de afrontar proyectos en los que hay participación de recursos privados, se le ve menos 'canchero'. Y esto es clave pues obras de esta envergadura, con la situación fiscal del país, no se puede aspirar que se hagan con recursos propios.

Con estas diferencias los proyectos empezaron a marchar como si tuvieran un palo atravesado en las ruedas. Esto tiene pegado del techo al presidente Uribe, tanto que la semana pasada citó a los funcionarios relacionados con el tema y, con su estilo de consejo comunitario, impartió órdenes, exigió cronogramas y fechas seguras para empezar a ver resultados.

La preocupación presidencial no es gratuita y ese es el tema de fondo. El desarrollo de la infraestructura vial, uno de los aspectos clave para el país por lo que implica en su progreso económico, hasta al momento -con cerca de dos años de gobierno- arroja muy pocos resultados.

Situaciones como la adjudicación de la doble calzada entre Bogotá y Girardot, que ha sido aplazada tres veces, que ha estado envuelta en polémicas por los certificados de idoneidad que presentaron algunos participantes y que ha estado expuesta a muchas presiones, añaden dudas sobre los procedimientos.

Además, a una negociación como la de Commsa, que de salir adelante le permitiría al gobierno mostrar resultados en corto plazo, aún le falta superar algunos escollos. Esta conciliación ha sido polémica y son muchos los que creen que el Estado cedió demasiado. SEMANA investigó las denuncias hechas de un posible conflicto de interés de Naranjo por tener relaciones comerciales con una de las empresas del consorcio, y si bien las encontró sería necesario hilar muy delgado para argumentar una inhabilidad legal en ellas. Esto, sin embargo, no garantiza que no sea un tema que haga mucho ruido y que ponga en riesgo el acuerdo que hoy está apelado por la Procuraduría.

Por ahora lo que el país espera es que todo el bombo dado al tema de la infraestructura empiece a ser evidente, ya no en proyectos sino en obras. Ahí es donde se debe concentrar toda la energía.