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La Cumbre Agraria congrega a campesinos, indígenas y afrodescendientes. | Foto: Claudia Camejo / SEMANA

POLÍTICA

Los nuevos liderazgos en el campo colombiano

Después del paro y la negociación con el Gobierno, el movimiento Cumbre Agraria se consolida como un interlocutor clave a nombre del campesinado.

21 de mayo de 2014

La conclusión más contundente de los dos paros agrarios, el del año pasado y el del último mes, es que están surgiendo y consolidándose nuevos liderazgos en el mundo rural colombiano, algo que no sucedía desde los tiempos de la ANUC, en los años 70. 

Dos grandes vertientes organizativas se han ido delineando desde cuando estalló el paro agrario de mediados del 2013, que puso en jaque al gobierno de Juan Manuel Santos y marcó uno de los puntos más bajos en la popularidad del presidente en las encuestas.

Por una parte, aparecieron las llamadas Dignidades (papera, cafetera, arrocera, cebollera, panelera, etc.), que surgieron como alternativas a los gremios tradicionales en cada una de esas áreas y jugaron un papel protagónico en las protestas de entonces. 

Por otra parte, a partir de la masiva movilización en el Catatumbo y en otros lugares del país, numerosas organizaciones iniciaron un proceso de confluencia que desembocó en la conformación de la denominada Cumbre Agraria, que integra 13 organizaciones del mundo campesino, afro e indígena, además de un movimiento político como Marcha Patriótica. 

En marzo pasado estas organizaciones formalizaron su proceso de confluencia al acordar en un masivo encuentro en Bogotá un pliego de exigencias que se plantea como una alternativa que impulsa el Gobierno, al Pacto Agrario con los gremios del agro y que contempla reivindicaciones de fondo, como una reforma agraria, la necesidad de redefiniciones sustanciales en materia de ordenamiento territorial, cambios en el modelo económico y minero, una oposición a los acuerdos de libre comercio y apoyo al proceso de negociaciones en La Habana entre el gobierno y las FARC.

Ahora, a raíz del reciente paro agrario, y en medio de la urgencia para desmontarlo con las elecciones a la vista, el Gobierno se reunió con ellos y, mediante un decreto, los reconoció como un interlocutor legítimo con el que continuará negociando sus aspiraciones en la denominada Mesa Única Nacional.

Desde La Habana, las FARC saludaron esto como “una primera y significativa victoria” y dijeron que “no es de extrañar la coincidencia de objetivos, problemas y propuestas de soluciones entre el sector rural y las FARC-EP”. Algunas voces, como la del exministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo, han declarado su inquietud por “si este mecanismo no se va a convertir en una maniobra de las FARC para introducir por la puerta de atrás las pretensiones que no han logrado hacer avanzar en La Habana hasta ahora”. 

Semana.com entrevistó a representantes de la Cumbre Agraria para discutir estos temas y hacer un balance de lo que lograron y para hablar de sus planes hacia el futuro. 

Ellos son categóricos en negar que puedan ser un instrumento de la guerrilla. “Allá (en La Habana) no nos representa el Gobierno y tampoco las FARC”, dice Alberto Yace, de la Organización Nacional Indígena (ONIC), que se ha destacado por mantener un claro deslindamiento de la lucha armada y ha tenido no pocos enfrentamientos con la guerrilla por ese motivo.

Según él y otros líderes entrevistados, lo que está en curso es un proceso de unidad y organización para plantear reivindicaciones históricamente sin respuesta. “Estamos haciendo una plataforma política entre indígenas, afros y campesinos”, dice. Y la perspectiva es de una negociación que, a lo largo de varios años, pueda llegar a satisfacer estas demandas que, más que reivindicativas, son programáticas.