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| Foto: Juan Carlos Sierra

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Informe Especial Educación: Reescribiendo nuestra historia

Cuando se disipa la niebla de la guerra, la educación debe ser el centro de la nueva agenda y el gran salto hacia el desarrollo y la equidad. Por Alejandro Santos Rubino

17 de septiembre de 2016

Esta cumbre se da 2 meses después de que las Farc se comprometen a dejar las armas, 6 días antes de que se firme la paz después de 52 años de conflicto armado y 12 días antes de que el país se exprese en un plebiscito para definir su futuro.

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Cuando en otras latitudes cunde el miedo, y los fanatismos están atenazando a la sociedad, Colombia emerge como un ejemplo de reconciliación de una sociedad que busca encontrar su camino, dejando atrás su historia de violencia política. Un camino que no va a ser fácil. Tendremos que entender qué significa la tolerancia cuando nos hemos oído poco. No será fácil tampoco valorar el pluralismo en una sociedad multicultural con el fardo de nuestra historia de estigmatización. Y será todo un desafío potenciar nuestra diversidad sin caer en la discusión anárquica o en el diálogo estéril.

En fin, en la construcción de esta nueva Colombia, la civilidad debe ser el epicentro de nuestra democracia y no que nuestra democracia sea el origen de nuestra violencia.

Por eso, en 2016 arranca realmente el siglo XXI en Colombia, al dejar atrás el gran flagelo del siglo XX: la guerra y, con ella, su dialéctica de bala y odio que tanto ha deshumanizado nuestra cotidianidad.

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En esa Colombia que se dibuja tímidamente, mientras se disipa la niebla de medio siglo de conflicto, empieza a surgir una nueva agenda. Esa agenda clama, casi que grita, educación. No es casualidad que esta cumbre de educación tenga el título de ‘Redescubriendo a Colombia’; porque la única forma de repensar un país es a través de la educación. Y cuando una sociedad busca reescribir su destino hay que tener tres condiciones esenciales: 1) El poder de la palabra y el lenguaje, que es el territorio más fértil para la construcción de valores que giren en torno al ser humano. 2) La capacitad de reinventarse, que necesita una mentalidad dispuesta al cambio, un espíritu innovador y la posibilidad de pensar en grande. Este será un termómetro del grado de autoestima que tendrá Colombia como nación. 3) Un fuerte sentido de lo colectivo, es decir, de la capacidad de generar acuerdos sobre lo que es fundamental para la sociedad.

La educación no es un tema nuevo en Colombia. Ha habido muchos líderes, políticos, académicos y sectores que han liderado todo tipo de proyectos y procesos que han contribuido a mejorar la cobertura y calidad de la educación en el país. Lo que sí es nuevo, es el país que se vislumbra en el posconflicto y que puede permitir que la educación se convierta en el motor de desarrollo y la competitividad, pero, sobre todo, en el factor determinante para que tengamos una sociedad más equitativa, más libre y más tolerante.

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Sin embargo, hay que preguntarse qué entendemos por educación y, aunque la respuesta no es fácil, pasa por responder cuatro preguntas: 1) ¿Qué ser humano queremos tener ante la sociedad? 2) ¿Qué colombiano queremos tener en el siglo XXI? 3) ¿Qué ciudadano queremos tener en democracia? 4) ¿Qué profesionales queremos formar en mercados globales y cambiantes?

Todas estas preguntas apuntan a una visión integral que arranca desde la primera infancia. Y en ese largo y complejo proceso de educación y formación, serán esenciales las habilidades sociales y emocionales, el bilingüismo, las competencias científicas y tecnológicas y la integridad y valores de las nuevas generaciones.

Todos estos temas hacen parte de cualquier debate sobre educación en cualquier país del mundo. Pero ningún país tiene, como Colombia tiene hoy, la resiliencia, la esperanza, el poder reparador del perdón, el espíritu de superación –el “impulso vital” que llamaba Bertrand Russell– para reescribir la historia, si pone la educación en el corazón y la mente de los colombianos. 

Reyes de la cumbre

Arriba (izquierda a derecha): Mario Hurtado, Semana Educación; David Bish, director de Gestión Académica de EF; María Lucía Casas, rectora de la Universidad Única; Mauricio Alviar, rector de la Universidad de Antioquia; Horacio Álvarez, especialista en educación del BID; Marc Prensky, líder mundial en Educación; Jacob Noel, Director de InsightStem; Ramsés Vargas, rector de la Universidad Autónoma del Caribe; Alfredo Hernando Calvo, autor de Escuela21; Víctor Hugo Riveros, Fundación FES.

Abajo: Andrea Escobar, directora de Semana Educación; Magola Delgado, gerente de Educación de Colsubsidio; Sandra Barragán, directora del Centro Educativo de la Universidad Nacional; Angélica Pongutá, investigadora de la Universidad de Yale; Emiliana Vega, jefe de Educación del BID; Zulia Mena, viceministra de Cultura; Fernando Valenzuela, director de McGraw Hill; Óscar Sánchez, coordinador nacional de EducaPaz; Luisa Pizano, directora de Alianza Educativa; Koji Miyamoto, Banco Mundial; Jorge Bueno, director del Instituto de Astrobiología de Colombia.