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En la Ciénaga de la Virgen, viven decenas de miles de cartageneros pobres. La desocupación es evidente, como lo demuestra esta foto de un martes las 3 de la tarde

cartagena

¿Curi otra vez?

En medio de una profunda crisis social, los cartageneros se inclinarían por Juan Carlos Gossaín, hombre de confianza del alcalde actual. SEMANA estuvo allí.

15 de septiembre de 2007

En Cartagena todavía se habla del documental de Pirry, que de una manera muy gráfica mostró la pobreza, la prostitución y la inseguridad que azota la llamada segunda capital de los colombianos. No le cayó bien al alcalde Nicolás Curi, quien en una conversación con SEMANA lamentó que Pirry ignorara los programas bandera de su administración de lucha contra el hambre y erradicación de tugurios. A Juan Carlos Gossaín, el gran favorito para ganar las elecciones del 28 de octubre - 30 por ciento, según la encuesta de SEMANA y el Centro Nacional de Consultoría-, tampoco le pareció objetivo el documental. "Es una visión sesgada de la ciudad," dice el ex secretario general de Curi.

Contrasta su opinión con la de su principal rival, Judith Pinedo, quien aparece con el 14 por ciento en la encuesta. Preguntada sobre si la Cartagena de Pirry es real, contesta: "Sale mejor porque no huele". Tiene razón. Sólo hay que caminar por los barrios aledaños a la Ciénaga de la Virgen para darse cuenta de que centenares de miles de cartageneros viven en una letrina. Pululan niños con los estómagos hinchados, hombres y mujeres desocupados jugando cartas a las 3 de la tarde, y el olor, el maldito olor, que proviene de la Ciénaga. Allí se vierte diariamente el 60 por ciento de las aguas negras de la ciudad sin tratamiento alguno.

Según el alcalde, en 2009 se corregirá este atentado contra la salud pública, cuando entre en operación el emisario submarino y las plantas de tratamiento, y la ciénaga podrá ser entonces un cuerpo de agua para mostrar y vivir y no para esconder. Parece increíble que Cartagena se demorara 15 años para resolver este crítico problema, cuya solución fue planteada por lo menos desde 1994, pero no es una aberración, más bien el reflejo de cómo ha sido gobernada la ciudad, tanto antes como después de la elección popular de alcaldes. Todo en Cartagena llega tarde. Los barrios populares conocieron las calles pavimentadas apenas en 1990, en la primera alcaldía de Nicolás Curi. La vía perimetral de la Ciénaga de la Virgen, inaugurada con bombos y platillos el año pasado como parte de las obras de los Juegos Centroamericanos, fue incluida en el Plan de Desarrollo de 1948. Sí, 1948.Y Transcaribe, el sistema de transporte masivo de Cartagena, lleva ya dos años de retraso. Se demoraron tres años para construir un kilómetro, de los 14 que se necesitan. Hay un déficit de vivienda de 79.000 para los estratos 1 y 2: la Alcaldía entregó 31 en 2006, según cifras de 'Cartagena cómo vamos'.

A pesar de la incomodidad del alcalde con Pirry, es innegable que la seguridad ha empeorado. Los homicidios son el pan de cada día; atrás quedaron los días cuando Cartagena era un remanso de paz en un país en conflicto. Según Freddy Goyeneche, del Centro de Observación y Seguimiento del Delito, Cartagena corre el peligro de replicar la ola de violencia de Buenaventura.

Es común en Cartagena achacarles todos esos males a los lugares comunes de la corrupción, el clientelismo desenfrenado y la politiquería. Salen a relucir como culpables las familias políticas que han mandado en la ciudad en los últimos tiempos: los Facciolince, los García, los Blel, los Curi. Sin embargo, esa evidente animadversión frente a la clase política no se refleja en las encuestas. El puntero, Juan Carlos Gossaín, no sólo es el favorito de la 'casa Curi', sino sus propuestas recogen varias de la banderas del alcalde actual. Aunque Gossaín niega ser el candidato de la administración, se declara orgulloso de su paso por ese gobierno. Como dicen por allí: si habla como un pato, camina como un pato, es un pato. Y Jhonny Copete, tercero en la encuesta, es apoyado por el polémico senador Vicente Blel.

Tampoco hay señales claras de cambios en las costumbres políticas. En la reciente inscripción de cédulas y de firmas, hubo gente a la que le pagaron entre 2.000 y 5.000 pesos. Una reciente encuesta de El Universal encontró que más del 70 por ciento de los cartageneros estaría dispuesto a 'vender' su voto. Esta noticia causó revuelo en la ciudad porque los optimistas pensaban que la experiencia de los comicios de octubre de 2005 había sido un punto de quiebre. En esa ocasión, más de 40.000 cartageneros votaron en blanco en protesta por la tercera candidatura de Curi. Según Judith Pinedo, la candidata cívica que busca recoger esos votantes descontentos, fueron las elecciones más transparentes en la historia de Cartagena. En otras palabras, Curi ganó bien. Hubo controles en los puestos de votación. Hubo transporte público (usualmente las campañas contratan todos los buses y taxis). Esto fue posible por la fiscalización nacional del proceso, según lo comentaron varios analistas a SEMANA.

Nadie espera que se repita ese fenómeno esta vez. Y por eso, hay una creciente preocupación de que la plata volverá a desempeñar su papel preponderante en las elecciones, y en especial se habla de los llamados nuevos ricos que han financiado recientemente las campañas locales: la empresaria del chance, Enilce López - La 'Gata' hoy detenida- y el empresario Alfonso el 'Turco' Hilsaca. Como Voldemort, el malo de las películas de Harry Potter, de ellos dos se habla poco y con palabras cifradas. Mucho político añora su apoyo económico; pero hoy le huyen a aceptar su respaldo en público. Incluso el tres veces concejal y hoy candidato a la Alcaldía, Amaury Martelo, quien acepta ser amigo de Hilsaca - "cooperamos en nuestras haciendas ganaderas"- niega ser financiado por él.

Martelo, un joven empresario al que le picó la política hace unos años, se vanagloria de ser un hombre muy rico. Preguntado sobre si iba a ser difícil conseguir los 849 millones de pesos que le permite el Consejo Electoral gastar a los candidatos: "No. Consigo eso mañana". Aunque Martelo anda rezagado en las encuestas -6 por ciento-, por su acceso a recursos nadie lo descarta. Gossaín, en particular, no ahorra esfuerzos para estigmatizarlo. "No le vendo mi conciencia al diablo o la diabla", le dijo a SEMANA.

Gossaín tampoco se ha librado de las críticas. Ha heredado todos los enemigos que Curi acumuló en sus varias décadas de política. Se esfuerza por mostrarse como un hombre independiente, sin ataduras, pero trabajó en las últimas tres administraciones distritales. Aunque políticamente puede ser un lastre, ese conocimiento de la realidad de la Alcaldía -desde sus finanzas como su capacidad de gestión- le ha dado una ventaja sobre sus contendores. Su programa de gobierno es de uno de los más detallados: queda la sensación de que no habría un largo período de adaptación si él asumiera como alcalde.

Con el amplio margen que comanda en las encuestas y el apoyo irrestricto de la maquinaria oficial, Gossaín debería estar tranquilo, pero no lo está, como lo reflejan sus ataques permanentes contra Martelo y Pinedo. A esta última la llamó "pajarraca", en referencia a su apodo de 'Mariamulata' con el cual firmaba una columna de opinión en El Universal. A Gossaín le molesta que gran parte del empresariado cartagenero apoye a Pinedo y no a él. No quiere ser visto sólo como un político, pero su subconsciente lo traiciona, como quedó evidente en una conversación con SEMANA. Mientras les exigía a los empresarios reconocer la deuda que tienen con la ciudad, destacaba el hecho de que 170 aspirantes a las juntas administradoras locales, 67 candidatos al Concejo, nueve concejales, Colombia Democrática, Cambio Radical y Convergencia Ciudadana, entre otros, estaban con él. El contraste con Pinedo es total.

La candidata por una Nueva Cartagena no tiene concejales, ni políticos de gran renombre local, pero sí el apoyo de empresarios de Mamonal y un incipiente movimiento ciudadano. Desde 1994, cuando el empresario Guillermo Paniza derrotó a los inderrotables García, Cartagena no había tenido un candidato independiente con posibilidades de acceder a la Alcaldía. Es la candidata de opinión, tanto local como nacional, como lo demostró el reciente respaldo que recibió de la senadora Marta Lucía Ramírez. Sin embargo, esa identificación con los 'ricos tradicionales' ha sido utilizada por sus opositores para debilitarla ante los sectores más populares.

Con tantos problemas que tiene Cartagena -la pobreza, la corrupción, la inseguridad creciente- sorprende que 10 personas quieran asumir ese reto. Tal vez es porque ven el vaso medio lleno. Cartagena tiene un enorme potencial en turismo, en recepción de inversión privada (más de 2.000 millones en los próximos cinco años ya están garantizados) y como puerto. Su talón de Aquiles ha sido siempre la política.