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De armas tomar

Algunos viejos escritos de José Vicente Rangel despiertan interrogantes ahora que es ministro de Defensa venezolano.

5 de marzo de 2001

Lo Unico que no esperaban los militares venezolanos era que el presidente Hugo Chávez, el primer militar en décadas, les nombrara ministro civil de Defensa l. Por eso fue grande la sorpresa cuando el viernes pasado fue reemplazado el general Eliécer Hurtado Soucre por el hasta entonces canciller José Vicente Rangel. Este último es ya bien conocido en Colombia por sus posiciones radicales expresadas sin pelos en la lengua mientras ocupaba la cartera de Relaciones Exteriores. No hay sino que recordar sus declaraciones incendiarias en contra del presidente Andrés Pastrana y a favor de las Farc.

La carrera de Rangel ha sido caracterizada por tres cosas: su prestigio en el periodismo, su militancia en el Partido Comunista y su exacerbado anticolombianismo. Por eso, aunque el personaje es el mismo, tiene trascendencia su paso de la Cancillería al Ministerio de Defensa. Los colombianos por lo general le atribuían a Chávez los recientes y crecientes roces con Colombia. Se creía que Rangel era el vocero de la línea política trazada por la presidencia. La verdad es que era más bien al revés. En materia de anticolombianismo la batuta la tiene Rangel y Chávez es más solidario que instigador.

La lectura de algunos artículos viejos del nuevo Mindefensa tienen algunas connotaciones en materia de defensa que no deben pasar inadvertidas. En un escrito del 24 de febrero de 1993 titulado El Cerco Rangel pone en tela de juicio las bondades de la integración infiriendo que Colombia y Brasil no tienen simplemente consideraciones comerciales en esta materia. En consecuencia, Venezuela estaría quedando cercada por países hostiles con agendas ocultas. Sobre Colombia afirma: “Hay un proceso de rearme en Colombia que por la calidad de los equipos no se puede interpretar que se trata de colocar en condiciones aptas a las fuerzas de seguridad en la lucha contra narcotráfico y guerrilla. Las Fuerzas Armadas colombianas se están aprovisionando aceleradamente en Rusia, Estados Unidos, Israel, Francia y Brasil, con armamento de primera, sistemas electrónicos avanzados, blindados, etc. Todo esto en condiciones económicas muy favorables”.

Del artículo se desprende que los colombianos son unos grandes estrategas que presentaban sus compras de armas en términos de la lucha contra la guerrilla o el narcotráfico pero que detrás de éstas podría haber un elemento de política exterior relacionado con las ‘pretensiones’ colombianas en el Golfo de Venezuela. Como dato curioso el periodista describe la política colombiana como “articulada” y “coherente” y la venezolana como “improvisadora”.

Este elogio sin duda alguna sorprenderá a los colombianos, que piensan exactamente lo contrario. En Colombia, tal vez por no haber inmigración venezolana, no hay mucha conciencia de la problemática entre los dos países. Mientras que en Venezuela no hay un taxista que no pueda explicar el diferendo con el país vecino, en Colombia escasamente pueden los ex cancilleres. El tema de Venezuela nunca ha despertado grandes pasiones. Allá sucede exactamente lo contrario y uno de los jefes de propaganda del anticolombianismo ha sido precisamente Rangel.

Si el nuevo Mindefensa creía que había un rearme maquiavélico durante el gobierno de César Gaviria, cuando las preocupaciones nacionales eran Pablo Escobar y el apagón, ¿qué irá a pensar ahora con el Plan Colombia cuando el rearme es de verdad y Colombia recibe la ayuda militar de Estados Unidos?