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De halcones a palomas

Esta semana en Cristales, Antioquia, tendrá lugar la mayor desmovilización de miembros de las AUC hasta la fecha. SEMANA estuvo allí .

30 de julio de 2005

A medio kilómetro de Cristales, un caserío pintoresco agarrado del filo de una de las montañas del noreste antioqueño, se dan los últimos retoques a la ceremonia en la que esta semana 2.200 paramilitares dejarán las armas.

El sello particular de esta desmovilización es que, según funcionarios del gobierno, 70 por ciento de sus filas son personas que actúan en las ciudades y no en el campo, como ha sido característico de las recientes desmovilizaciones. Sin embargo los jefes de este grupo dicen que se trata de una fuerza esencialmente rural.

Este importante evento ha estado precedido por las denuncias que recibieron las autoridades de Medellín sobre el reclutamiento de jóvenes en las calles para que se hicieran pasar como integrantes de las AUC. Además, según lo ha denunciado la Policía, a este grupo, que se autodenomina Bloque Héroes de Granada (BHG), pertenece la temida estructura de 'La Oficina', que supuestamente tiene el control de gran parte de la delincuencia de la capital antioqueña.

A la controversia se sumó el traslado que hizo el gobierno del jefe paramilitar Diego Fernando Murillo, conocido como 'don Berna' o 'Adolfo Paz', desde 'Villa Murciélago', (hay miles de esos animales), en Santa Fe Ralito, a la finca La Mariana, donde se cumplirá la entrega de armas. Este lugar está enclavado en un pequeño valle donde se armaron varios campamentos, cada uno en promedio con 200 personas, en los que reciben las instrucciones finales.

Hace sólo dos años, el control de la región estaba a cargo del jefe paramilitar conocido como 'Rodrigo Doblecero'. Cerca de la finca donde se prepara la desmovilización, el grupo ilegal tenía una de sus escuelas de entrenamiento militar más importantes, llamada Corazón. Era la Tolemaida de los paras y contaba con polígonos, pistas de obstáculos y salones de clase donde se formaron muchos de los comandos que por años han sembrado el terror en varias zonas del país.

Pero la luna de miel con 'Doblecero', quien estaba al mando del Bloque Metro y desterró a la guerrilla del noreste, terminó mal. Según personas que conocieron de cerca a 'Rodrigo' y a'don Berna', entre ambos se desató una lucha de poderes y orgullos, acentuada por las declaraciones permanentes que 'Doblecero' hacía de la cercanía de 'don Berna' con el narcotráfico. Pero fue el ataque con una granada a un hombre de 'don Berna', llamado 'Efe', lo que desató una guerra sin cuartel que terminó con la muerte de 'Doblecero' en mayo de 2004, cuando se escondía en Santa Marta. Ahora, a la espera de la desmovilización del BHG, 'don Berna' está recluido en la casa de mayordomos de la finca que sirviera de refugio, en varias oportunidades, a su enemigo.

Para llegar a La Mariana se toma una desviación que hay en la carretera entre el municipio de Cisneros y el corregimiento San José del Nus. Una trocha estropeada, en la que hay un par de retenes que hacen parte de los tres anillos de seguridad montados por el Ejército y la Policía, y enmarcada por banderas blancas que conducen a la portería de la finca. A pesar de las restricciones para acceder al lugar, se ven dos lujosas camionetas, sin placas, entrando y saliendo del lugar. "Son de apoyo logístico de esa gente", dice resignado uno de los policías.

El patio central de la hacienda parece una mezcla de guarnición militar con centro carcelario. El miércoles pasado hubo bastante trajín: varios centenares de combatientes se intoxicaron y los médicos y los funcionarios pasaron la noche en vela para sortear la emergencia, que finalmente sólo retrasó el llamado circuito de identificación de los futuros desmovilizados.

Este circuito comienza con la solicitud de beneficio jurídico y de ahí se pasa por diferentes pasos que incluyen el CTI, la Registraduría y la Fiscalía. Los combatientes lucen como escolares esperando los resultados de un examen. "A mí no me salió nada. ¿A usted cómo le fue?", pregunta un combatiente a otro sobre sus antecedentes penales. "Grave, hermano, me salió cipote lista", responde. Sólo que no se trata de simples calificaciones, sino de delitos graves.

Al lado de la casa principal hay un improvisado armerillo donde se guardan las armas,cuya cantidad no corresponde con el número de personas que están desmovilizándose. "No son todas", se apresura a decir uno de los jefes paramilitares ante la pregunta obligada.

En la casa de mayordomos de la finca está recluido 'don Berna', custodiado por unos 20 agentes de la Sijín. Él y su lugarteniente alias 'Daniel Rangel', quien porta una pistola y es señalado por las autoridades de ser el jefe de 'La Oficina', dialogaron con SEMANA, pero sólo aceptaron que se publique su determinación de abandonar la ilegalidad y su optimismo frente al proceso.

A ellos los acompañó Augusto Pineda, quien se presenta como cuadro político del BHG y quien durante cuatro meses fue secretario general del Ministerio del Trabajo en 1976. Pineda asegura que una de las razones para ingresar al BHG, hace poco más de un año, fue encontrar en 'don Berna' un hombre bien intencionado, que ya era "una paloma, y no un halcón como todo el mundo cree".

Pese a que tiene acceso sin mayores restricciones de sus hombres de confianza y de algunas personas externas, y aunque cuenta con computador y comunicaciones en su pequeña vivienda, es evidente que 'don Berna' se siente incómodo con la restricción de desplazamiento impuesta por el gobierno. En su tono amable es difícil descubrir en él a uno de los hombres que peleó a muerte contra Pablo Escobar y quien heredó gran parte de su estructura criminal en Medellín.

Los jefes paras compartieron con SEMANA su historia, la que ellos aseguran "han llenado de mitos".De sus declaraciones se deduce su convicción de que Medellín y los municipios aledaños les deben en gran medida la mejoría en los índices de seguridad. Y son reiterativos en el mensaje que le han dado a la gente a su cargo: "De aquí en adelante, no respondemos por lo que hagan".

Esa es preocupación de antioqueños y del país en general. La experiencia de la desmovilización de 850 hombres del Bloque Cacique Nutibara mostró que más allá de los subsidios por 18 de meses que el gobierno ofrece a los desmovilizados, es necesario que el Estado, los empresarios y la sociedad les den la oportunidad de reincorporarse a la vida civil. Para que no vuelvan a alimentar el círculo vicioso de la violencia colombiana.