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Uno de los temas que precipitaron la renuncia de Armando Zamora fue un convenio entre la ANH y las Fuerzas Armadas para que prestaran labores de sísmica para las cuales no están capacitadas.

POLÉMICA

De héroe a villano

Armando Zamora, considerado hasta hace poco un funcionario estrella, terminó renunciando por denuncias de la Contraloría sobre su gestión como director de la Agencia Nacional de Hidrocarburos. ¿De qué lo acusan?

17 de septiembre de 2011

Armando Zamora, director de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), fue exaltado durante ocho años como un funcionario ejemplar. La entidad se convirtió en modelo para otros sectores como la minería y la infraestructura. Pero casi de la noche a la mañana, los vientos le cambiaron a Zamora, cuya gestión empezó a mirarse con otros ojos. La semana pasada, la Contraloría le hizo graves acusaciones que lo pusieron contra las cuerdas y tuvo que renunciar.

Hay tres líos que, según la Contraloría, comprometen su gestión. El primero tiene que ver con un convenio con las Fuerzas Armadas para que un batallón especializado en ingeniería prestara servicios de sísmica en el Chocó, los Montes de María y el sur del Meta, por considerarlas zonas rojas y de difícil acceso para empresas privadas dedicadas a la sísmica. La decisión fue cuestionada porque los militares no tienen experiencia en este tipo de trabajo.

Además, el convenio -que se firmó en 2009 por 50.000 millones de pesos- aún no ha arrancado y sin embargo ya se han girado 20.000 millones. Según la Contraloría, ese dinero se ha destinado a la construcción de una sede para la Compañía de Sísmica en Tolemaida, que incluye gimnasio, zonas húmedas, peluquería y salón de internet -entre otras comodidades- para 800 personas.

Dentro del convenio también se adquirió una flota de camiones y no todos los que la componen son adecuados para los trabajos geológicos. Sin empezar a ejecutarse el objeto de los contratos, se firmó un otrosí para adicionar 8.000 millones de pesos para comprar más equipos, que hoy siguen sin utilizarse.

El segundo rollo que compromete a Zamora tiene que ver con la destinación de recursos de la ANH para capacitar y educar a los hijos de los empleados y a particulares. Se le cuestiona que cambió las reglas del juego para darles incentivos académicos al personal, sus familias y terceros, lo que no estaba contemplado en los estatutos. Zamora afirma que así logró mitigar la fuga de talentos y la rotación de personal, que alcanzó el 85 por ciento en los últimos años.

El tercer tema se refiere al manejo de los recursos de las regalías, por lo cual la Contraloría determinó que hay inconsistencias financieras por 1,24 billones de pesos. El exdirector de la ANH dice que están invertidos en TES, listos y a la espera de un nuevo ordenamiento jurídico que le diga cuándo y a quién girarlos.

Pero no son estos los únicos enredos que presionaron la salida de Zamora. Hay otros relacionados con acoso laboral, problemas de contratación con las empresas de los Nule, bloqueos a la labor de auditoría y gastos innecesarios en las sedes de la ANH. Los 31 hallazgos, entre administrativos, disciplinarios, penales y fiscales, que detectó la Contraloría dejaron sin salida a Zamora y el martes pasado -antes de acudir a un debate en la comisión quinta del Senado- hizo pública su carta de renuncia.

El retiro de Zamora se produce en pleno boom energético en el que el país tiene metas muy ambiciosas en materia de producción petrolera. La importancia de la ANH no está en duda, y los expertos coinciden en que requiere una reestructuración -que va en marcha- para corregir fallas y ajustarse al auge del sector. Sin duda, el cambio de timonel no debería afectar, sino fortalecer la imagen de la institución en su momento estelar. El sucesor de Zamora será, sin duda, uno de los principales protagonistas de las noticias económicas de los próximos años.