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De Maguncia a Ginebra

Las diferencias entre las citas de Alemania y Suiza con el ELN no sólo serán de forma sino también de fondo.

21 de agosto de 2000

En público Pablo Beltrán, de la cúpula del ELN, se mostró autoritario y tajante. Quienes lo conocieron en el verano de junio de 1998 en aquel monasterio medieval manejado por las monjas cistercienses llamado Puertas del Cielo, en Alemania, lo vieron como un hombre que irradiaba una seguridad de hierro. Sin embargo, cuando estaba solo, se aferraba preocupado a un teléfono satelital para llamar a Colombia y enterarse si no le habían dado un ‘golpe de estado’ en el movimiento guerrillero mientras él dialogaba.

En aquella ocasión la situación del ELN era compleja: mientras buscaba una salida negociada para frenar la guerra, en su interior simultáneamente se vivía un agitado proceso de transición. Semanas atrás había muerto ‘El Cura’ Manuel Pérez, el hombre que tuvo el absoluto control de esta guerrilla durante décadas y la lucha por el poder era total.

Este es uno de los hechos que diferenciará las reuniones de Maguncia (Alemania) y la de Ginebra (Suiza) prevista para este lunes y martes entre la sociedad civil y representantes del grupo subversivo. El ELN llega a la cita unido y con cada comandante con su papel bien definido. Sentar en una misma mesa a Antonio García, Ramiro Vargas, Milton Hernández, Felipe Torres y Francisco Galán, todos de la cúpula de este movimiento, es una señal clara de la trascendencia que el ELN le da a la reunión.

En esta ocasión no viajó Beltrán. Se quedó en el país para hacerle frente, junto con su jefe Nicolás Rodríguez Bautista, ‘Gabino’, a otro hecho: la guerra a muerte con los paramilitares en las montañas del norte del país.

Aunque en el papel la cita de Ginebra, en la que participarán 80 personas entre gremios, Iglesia, académicos, periodistas y funcionarios del gobierno, servirá para que la guerrilla presente su proyecto de agenda para la convención nacional, el ELN quiere que este sea el punto de partida con el fin de lograr un acuerdo definitivo con el Estado.

En este punto se origina otra diferencia de peso con la cita de Maguncia hace dos años. En aquella ocasión Beltrán fue tajante: “La guerrilla no se va a desmovilizar ni a desarmar porque no ha sido derrotada, sino que, al contrario, ha seguido creciendo”. Ahora el ELN parece haber evolucionado y se ve más como un catalizador para solucionar las dificultades sociales. “Pretenden ser animadores de los intereses contrapuestos de la sociedad civil”, dijo un estudioso de esta guerrilla. Un ejemplo sería darle la bendición a un acuerdo entre Ecopetrol y la USO en una negociación laboral.

En este sentido su concepción es opuesta a la de las Farc. Para ‘Tirofijo’ y compañía es el Estado el que debe buscar soluciones directas con ellos a los problemas. Para el ELN es la sociedad la que debe hacerlo, pero con su presencia.

La participación del Estado en la reunión de Ginebra es un logro importante para las partes. Y es mayor al comprobar que se trata de una muestra representativa. Además de la voz oficial, en boca del alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, el gobierno nacional será representando por Gustavo Villegas, presidente de la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia; Hernando Angarita, quien viene trabajando en el proceso con el ELN desde el gobierno anterior, y María Helena Ramírez Fadul, embajadora de Colombia en Suiza.

Hay un hecho que puede ser anecdótico pero que refleja la distancia que hay entre Maguncia y Ginebra. Para esta ocasión los 80 delegados viajaron en el FAC 001 de la Presidencia mientras que en aquella ocasión al gobierno se le dio un tratamiento de tercera que se reflejó en el portazo dado al entonces alto comisionado Daniel García-Peña, al que se le privó de entrar a la cita.

En ese episodio tuvieron mucho que ver los esposos Isabel Seidel y Werner Mauss. Con ese acto le pasaron viejas cuentas de cobro al gobierno de Samper. Los Mauss, quienes manejaron todos los hilos de la cita en Maguncia, tampoco estarán ahora porque el encuentro de Ginebra fue impulsado por discretos y eficaces políticos suizos, quienes han dicho que su gestión es un acto de altruismo hacia Colombia.

Otra de las diferencias de esta cita es que, si bien las partes tendrán un abierto y franco tête à tête, ambas han sufrido un evidente desgaste frente a la reunión de hace dos años. De una parte, el Estado colombiano se encuentra hoy con mayores fisuras debido a la crisis económica y el desbarajuste político mientras que el ELN llega herido porque en sus últimas —y delirantes— acciones militares han erosionado el poco capital político que tenían. Hechos como los secuestros del avión de Avianca y de los feligreses de la iglesia La María lo han debilitado nacional e internacionalmente.

Hay otro elemento para tener en cuenta. Durante el encuentro de Maguncia no estaba en marcha el proceso de paz con las Farc. En esta ocasión a ambas partes les interesa avanzar en una negociación. Al gobierno para sacar a la opinión de su creciente escepticismo ante la falta de hechos de paz por parte de la guerrilla y al ELN para oxigenarse políticamente y sentirse como un interlocutor legítimo ante el gobierno.

El punto más candente y problemático de la reunión será, sin duda, el de la zona de despeje para realizar la convención con este grupo. Porque mientras los asistentes a Suiza se fueron cargados de proyectos e ideas para solucionar este impasse, los organizadores de los paros del ‘No al despeje’ en el sur de Bolívar advirtieron que no darán marcha atrás.

Finalmente, entre las citas de Maguncia y Ginebra hay dos hechos casi idénticos. Por un lado el clamor de la sociedad para llegar en primera instancia a un acuerdo que humanice el conflicto y le ponga fin a los atroces crímenes —sobre todo el secuestro y las masacres — y, por el otro, la actitud de las Farc que, por ahora, se aferran a su soberbia y miran por encima del hombro al ELN. Actitud que quedó en evidencia en la respuesta de Raúl Reyes al explicar porqué no enviaban a uno de sus delegados invitado cordialmente por las partes a Ginebra: “No nos interesa”, dijo escuetamente.