Home

Nación

Artículo

DE REGRESO A CASA

SEMANA reconstruye la odisea de los hermanos Morales Ballesteros, quienes se le volaron al EPL después de seis meses de secuestro.

22 de diciembre de 1997

El sábado 15 de noviembre, a eso de las 6:15 minutos de la mañana, timbró el teléfono en la casa del parlamentario Norberto Morales Ballesteros en Bucaramanga. El político santandereano respondió la llamada pensando que era otra más de las muchas que habían hecho los secuestradores de sus hijos Juan Carlos y María Constanza, quienes estaban en poder del grupo guerrillero Ejército Popular de Liberación -EPL- desde el 18 de mayo pasado. Su sorpresa fue mayor cuando escuchó al otro lado de la línea la voz débil y nerviosa de su hijo mayor: "Papá , soy yo, Juan Carlos. Estoy con María Constanza. Nos volamos. Ya salimos para allá".
La hora que pasó desde el momento de la llamada hasta el instante en que sus hijos llegaron a la puerta de su casa en un taxi ha sido la más larga y angustiosa que ha vivido este aguerrido político liberal santandereano. "Sólo cuando los vi con mis propios ojos pude comprobar que no estaba soñando y que Dios nos había hecho el milagro de devolvernos a nuestros hijos", dijo Morales profundamente emocionado a SEMANA.
Pero los hermanos Morales Ballesteros no llegaron solos. Con ellos estaba un joven de unos 20 años, quien lucía más nervioso que los recién liberados. Mientras aquéllos contaban las angustias vividas durante su cautiverio él prefirió guardar silencio. A la pregunta de ¿quién es él? los dos hermanos respondieron que se trataba de un baquiano que se había encargado de orientarlos durante la fuga."Todo el mundo le dice Chondo", dijeron los Morales ante la insistente pregunta.
La verdad era que 'Chondo' era más que un baquiano. Era uno de los guerrilleros del EPL que había tenido bajo su cuidado a los dos hermanos durante los seis meses de cautiverio. Por esas cosas del destino el hombre que había sido escogido para ser el verdugo terminó siendo el redentor.
En manos del EPL
La pesadilla de los hermanos Morales Ballesteros comenzó el 18 de mayo cuando regresaban de Matanza, municipio ubicado a 35 kilómetros de Bucaramanga. Ambos integraban una brigada de salud que estaba visitando el municipio para prestar asistencia social a sus habitantes y además hacían proselitismo político en la zona. Juan Carlos aspiraba a la Cámara de Representantes y María Constanza a la Asamblea departamental. El es médico de la Universidad Industrial de Santander y ella abogada de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga.
A las cinco de la tarde, cuando la caravana transitaba por el municipio de Suratá, a una hora de Bucaramanga, un retén del EPL, al que todos confundieron con uno del Ejército, los obligó a detener sus vehículos. Sólo cuando los miembros de la caravana vieron los rostros de los presuntos soldados se dieron cuenta de la equivocación que habían cometido. Pero ya era tarde. Los guerrilleros empezaron a pedir los documentos de identidad y a preguntar por los "hijos de Norberto Morales". Eran cerca de 20 hombres, todos fuertemente armados.
El retén había sido instalado desde la una de la tarde en plena vía pública sin que las autoridades se dieran por enteradas. Cuando uno de los guerrilleros, al parecer el jefe del grupo, identificó a Juan Carlos y María Constanza, les dijo a los demás: "Bueno, ya cumplimos. Tenemos a quienes nos interesa".
Pero los hermanos Morales Ballesteros no fueron los únicos secuestrados. Junto con ellos se llevaron a Juan Carlos Cortés, odontólogo; Eduardo Alturo, médico; Fanny Gutiérrez, dirigente liberal; Clara Rodríguez, estilista; Herman Ramírez, escolta; y Heriberto Orejarena y Faday Castro, quienes conducían dos de los vehículos.
Una hija de María Constanza, de ocho años, y la odontóloga Adriana Pedroza, quienes también fueron retenidas por los guerrilleros, fueron liberadas al día siguiente. No ocurrió lo mismo con dos de los secuestrados. Herman Gaviria y Heriberto Orejarena fueron asesinados por sus captores días después de la retención. El primero de ellos fue asesinado al cuarto día, al parecer por el hecho de ser escolta y haber pertenecido en el pasado a una institución armada.
Heriberto Orejarena era gran amigo de Juan Carlos desde sus años de infancia. Después de mucho tiempo de no verse se encontraron en Bucaramanga dos días antes del secuestro y Juan Carlos le pidió que lo acompañara a la brigada de salud en Matanza. Lo asesinaron porque los guerrilleros creyeron que por tener puestas unas botas de tela, de suela pantanera, parecidas a las que utilizan los soldados, era miembro del Ejército. "Nada más absurdo y delirante", dijo a SEMANA uno de sus amigos.

La negociación
Una semana después del secuestro los guerrilleros del EPL enviaron una carta al parlamentario Morales Ballesteros. La misiva era tan exigente como insultante."Señor Norberto, como le decíamos anteriormente, la retención de sus hijos no sólo tiene carácter político, sino también económico, por eso le queremos hacer saber que la suma exigida por nuestra organización es de dos millones de dólares, así estamos castigando su actitud arrogante y criminal que usted. comete con nuestro pueblo", decía uno de sus apartes. A manera de consolación le decían que "el estado de salud de sus hijos es bueno".
En medio de la desesperación Norberto Morales y su familia empezaron a hacer contactos en Bogotá con miembros de la Cruz Roja Internacional. A través de ellos le enviaron varias cartas a sus hijos en las que les pedían paciencia y mucha fe en Dios. Un mes más tarde los guerrilleros liberaron a las demás personas que habían sido secuestradas con los hermanos Morales.
El siguiente mensaje de los guerrilleros fue más amenazante: "Si ustedes no aligeran la negociación de sus hijos los asesinamos". En ese momento se puso al frente de la negociación Miguel Angel Pinto, esposo de María Constanza, quien ya tenía experiencia en estos casos puesto que en mayo de 1992 había negociado con el EPL la liberación de su suegro. Pinto logró que los guerrilleros rebajaran de dos millones a 500.000 dólares. En realidad era más un triunfo moral que económico: los Morales Ballesteros tampoco tenían esa plata. Pero los guerrilleros pusieron una nueva condición: por cada día que demoraran en pagar el rescate la familia tenía que cancelar 10 millones de pesos de multa.
Tres meses después del secuestro de sus hijos Norberto Morales logró reunir la plata exigida por los guerrilleros. No fue nada fácil. Tuvo que acudir a los bancos a solicitar más créditos, pidió prestado a sus amigos y hasta hizo varios cocteles en su casa para poder completar el dinero. Cada uno de los presentes debió pagar un millón de pesos para poder asistir.
Por su parte los amigos del Colegio San Pedro de Bucaramanga, donde Juan Carlos estudió el bachillerato, reunieron entre todos 100 millones de pesos. Para ello debieron hacer tómbolas y empanadas bailables, entre otras actividades. Así fue como reunieron el dinero. El propio esposo de María Constanza se lo entregó a los guerrilleros, quienes al recibirlo se comprometieron a liberar a los dos hermanos en las siguientes 48 horas. Pasó el tiempo y la promesa nunca se cumplió. La respuesta que la familia Morales Ballesteros recibió cuando preguntó por la suerte de Juan Carlos y María Constanza, luego del pago del rescate, resultó un monumento al cinismo:"La verdad es que todo eso era un cañazo. Esa plata era por la liberación de los que soltamos la vez pasada. Nosotros seguimos en dos millones de dólares".
La comunicación se volvió a establecer a comienzos de octubre. Esta vez llamaron a doña Cecilia, madre de Juan Carlos y María Constanza. Ella pidió a los guerrilleros que redujeran sus exigencias económicas. "No hay rebaja. Más bien por qué no empiezan a abonar parte de la deuda". Mientras doña Cecilia pedía rebaja a los guerrilleros Norberto Morales solicitaba ayuda a la Presidencia de la República, al zar antisecuestro y hasta al propio Francisco Caraballo, jefe del EPL, preso en la cárcel de Itagüí. Caraballo se mostró dispuesto a prestar su colaboración.
Tratando de encontrar un entendimiento con los guerrilleros Morales Ballesteros les envió una carta en la que les pidió, una vez más, rebajar sus exigencias y buscar una solución rápida a la situación. En su respuesta los guerrilleros del EPL se mostraron tan despiadados como en ocasiones anteriores. "Caminos de reconciliación entre el EPL y su familia es una utopía ya que usted se ha declarado enemigo de nosotros y es mucho el desprestigio y daño que nos ha venido causando después de su liberación hace poco más de cinco años, es por eso que hoy no podemos hablar de acuerdo entre las partes. Tenga muy en claro que estamos exigiendo y no pactando", decía uno de los párrafos de la carta.
Además anunciaban la inminente ejecución de Juan Carlos y exigían otros 1.000 millones de pesos por la liberación de María Constanza.
Pero ninguna carta golpeó tanto los sentimientos de los Morales Ballesteros como la que envió María Constanza el pasado 31 de octubre. De su puño y letra ccontaba que ya la habían separado de Juan Carlos, que no sabía de su suerte y que temía lo peor. "Háganme saber si no pueden hacer nada para resignarme y por lo menos para alcanzar a confesarme. A mis hijos cuídenlos muchísimo. Los adoro. Les hice unos poemas y espero poder entregárselos".
La fuga
Lejos de su hermana y en medio de su soledad, Juan Carlos se aferró a Dios. Rogaba para que le enviara una señal que le indicara el día de la huida. La señal llegó el miércoles 11 de noviembre mientras escuchaba el programa La Luciérnaga, que transmite la cadena Caracol. En medio de la charla el periodista Edgar Artunduaga preguntó por la suerte de los hermanos Morales Ballesteros: "Hay mucha preocupación por la suerte de esos muchachos", dijo Artunduaga. Juan Carlos pensó que había llegado la hora de escapar.
Es en ese momento en que 'Chondo', el guerrillero del EPL encargado de cuidarlo, quien además había recibido la orden de ejecutarlo, pasó de verdugo a redentor. De tanto compartir con ellos sus pesares y angustias había terminado por encariñarse con los dos hermanos. Hubo un momento -cuando los separaron- que 'Chondo' sirvió de correo entre ellos. El fue la persona que se encargó de diseñar el mapa de la zona, las vías de escape, los posibles refugios. Los reunió minutos antes de la fuga y cargó durante varios kilómetros a María Constanza cuando ésta se lesionó una rodilla. La fuga duró toda la noche. Salieron el viernes 14 a las 9:30 de la noche y llegaron a Rionegro el sábado 15 a las 6:15. Desde allí Juan Carlos llamó a su padre para decirle: "Nos escapamos. Ya vamos para allá".
Por desgracia la historia no tuvo final feliz. El martes de la semana pasada un comando urbano del EPL llegó a la casa donde vivía la señora Purificación, madre de 'Chondo', en Barrancabermeja, y la asesinó en venganza por lo que ellos consideran una traición de parte de su hijo. Un menor, hermano del guerrillero, también murió. Ese mismo día 'Chondo' abandonó el país con una nueva identidad, buscando otros horizontes, tratando de rehacer su vida, esperando quizá a la novia que dejó en la guerrilla. El sábado 15 de noviembre no fueron dos las personas que recuperaron su libertad. Fueron tres.