Home

Nación

Artículo

DEBO ESTAR EN LA CARCEL!

El insólito caso de un pez gordo del narcotráfico que pide estar tras las rejas y no lo dejan.

20 de mayo de 1991

GONZALO MEJIA SANIN FUE EL PRIMER NARcotraficante que se entregó en Colombia al amparo del decreto 2047. Su caso fue un escándalo en su momento, pues a pesar de ser considerado por las autoridades un pez gordo en el negocio del tráfico de drogas, quedó en libertad dos meses después de haberse entregado en un juzgado de Manizales. Lo increíble de toda esta historia es que el último que esperaba este beneficio de excarcelación era el mismo Mejía Sanín, quien, por las razones que explica en esta entrevista, tenía anticipado pagar su condena.
Paradójicamente salir de la cárcel le ha creado a Mejía Sanín más problemas que quedarse adentro. Su testimonio a SEMANA, además del valor anecdótico que pueda tener, ilustra las complejidades y sorpresas de la política que emprendió el Gobierno para la entrega de los narcotraficantes.
SEMANA: ¿Quién es usted?
GONZALO MEJIA SANIN: Nací en Manizales el 7 de agosto de 1950; estudié en el Colegio de Nuestra Señora hasta tercero de bachillerato. En el año de 1969 me fuí para los Estados Unidos como ilegal, estudié en el Miami Dade Community College. Después desempeñé trabajos de lavaplatos, de mesero, parqueando carros en los hoteles. En 1981 conocí a unos amigos en Miami y me propusieron ingresar en este negocio del narcotráfico.
SEMANA: ¿Usted se fue en busca del sueño americano?
G.M.S.: Me fui en busca de un mejor porvenir, de mejorar mi estatus de vida.
SEMANA: ¿En esos primeros años en Estados Unidos le fue bien?
G.M.S.: Me fue muy bien. Trabajaba 16 horas diarias y ganaba muy buena plata. Tenía mi propia casa, mis carros, vivía muy bien.
SEMANA: Entonces ¿por qué aceptó la propuesta de sus amigos en 1981 si usted estaba bien económicamente?
G.M.S.: La acepté porque era la oportunidad de mi vida de hacer una plata fácil, de hacerla rápida, sin medir las consecuencias que ésto me podía traer.
SEMANA: Cómo Comenzó?
G.M.S.: La primera vez me ofrecieron transportar un carro. Me lo entregaban en un supermercado para llevarlo a una casa y por eso me daban 10 mil dólares. Imagínese, 10 mil dólares en 20 minutos.
SEMANA: De ahí en adelante ¿qué pasó?
G.M.S.: Trabajaba muy bien y la gente me cogió confianza. Luego me di cuenta que estaba trabajando para el señor Carlos Ledher que era mi patrón. Trabajé casi dos años con él y luego me retiré.
SEMANA: Después de los dos años de trabajar con Ledher se separó de él?
G.M.S.: Me separé de Ledher y llegaron unos amigos norteamericanos y me propusieron, como conocía gente en Colombia, que les consiguiera mercancía y que me ganaba una comisión.
SEMANA: Por qué se vino para Colombia?
G.M.S.: Porque tenía miedo de que me cogieran en Estados Unidos. Me vine en 1984.
SEMANA: ¿En ese momento ya tenían algún cargo contra usted?
G.M.S.: Me estaban siguiendo los pasos. La compañía de teléfonos americana me mandó una carta en la que me decían que tenían mi teléfono interceptado hacía un año.
SEMANA: Cuando se vino a Colombia ¿qué trabajo comenzó a realizar?
G.M S.: Me instalé en Medellín y comencé a comisionar. Los americanos me llamaban para que les consiguiera mercancía, les colaboraba y me ganaba una comisión de 300 dólares por envío de cada kilo de droga que llegara a su destino final.
SEMANA: ¿En un embarque más o menos cuántos kilos se mandaban?
G.M.S.: En esa época eran embarques muy chiquitos, de 100 a 300 kilos.
SEMANA: ¿Siempre su trabajo fue de comisionista?
G.M.S.: Siempre hice de intermediario. Nunca llevé personalmente droga a los Estados Unidos, nunca vendí; mi trabajo era moverme entre colombianos y norteamericanos y buscar los contactos para conseguir la mercancía.
SEMANA: ¿Cuánto duró en ese trabajo?
G.M.S.: Hasta el año pasado. Pensé retirarme. Pero estuve un año y medio escondido después de la muerte de Luis Carlos Galán.
SEMANA: ¿Porqué?
G.M.S.: Porque comenzó una persecución contra todo el que era narcotraficante. Entonces me escondí para que no me extraditaran.
SEMANA: ¿Usted nunca participó en esa guerra que desató el narcotráfico?
G.M.S.: NO tuve nada que ver con eso. Mi trabajo era totalmente independiente.
SEMANA: Después del año y medio de estar escondido regreso al negocio?
GMS.: No. Cuando salieron los decretos del Gobierno vi la oportunidad de entregarme y llame a mis abogados. Les dije que estaba buscando desde hacía cuatro años un mecanismo para retirarme del negocio.
SEMANA: ¿ Es muy difícil llevar el sello de narcotraficante?
G.M.S.: Durísimo. Porque uno es repudiado por la sociedad, por esa misma que antiguamente nos aceptó, casi que nos buscó.
SEMANA: En alguna oportunidad trabajo con los ochoa?
G.M.S.: No. Yo he tenido negocios con los Ochoa pero de caballos, vacas, fincas, otro tipo de negocios.
SEMANA: Las autoridades dicen que usted es un narcotraficante pesado, ¿eso es cierto ?
G.M.S:. Eso es relativo.
SEMANA: ¿Cuando usted regresó a Colombia tenía algún expediente abierto en Estados Unidos?
G.M.S.: Sí, en Estados Unidos cogieron dos muchachos que trabajaron con Ledher y conmigo. Como Ledher, ya están detenidos, les ofrecieron rebajas de penas si delataban a otra persona y ellos me delataron porque me conocían.
Esa acusación se basa en testimonios, porque no tienen pruebas físicas de lo que yo hacía.
SEMANA: Usted hizo alguna consulta al alto gobierno para analizar su situación?
G.M.S.: Sí. Yo toqué muchas puertas. Me asesoré lo mejor que pude. Por intermedio de mi abogado nos comunicamos con el Ministro de Justicia y él me convenció de que el Gobierno era serio, que no era una trampa. Entonccs no vacilé y el Ministro me mandó a decir que me felicitaba si tomaba esa decisión y que la tomara cuanto antes.
SEMANA: Qué día tomó la desición de entregarse?
G.M.S.: La decisión la tomé desde que fue expedido el decreto 2047.
SEMANA: ¿Cuál era su idea?
G.M.S.: Entregarme, cumplir con el Gobierno, cumplir con la justicia cumplir conmigo mismo, cumplir con mi familia y cumplir con el país.

SEMANA: ¿Qué día se entregó?
G.M S.: El 26 de noviembre
SEMANA: Cómo fue el proceso?
G.M S.: En Medellín me reuní con mi abogado y tomé la determinación. Madrugamos para venirnos a Manizales, pusimos un carro adelante por si había algún retén para que no me fueran a coger, pero todo fue normal. Llegué a Manizales, el juez me estaba esperando en la puerta para evitar que me cogieran entrando y perdiera el derecho a los decretos. Subí con el juez, me tomó indagatoria, le conté todo, hice una confesión muy extensa. De ahí me trasladaron a la cárcel de Manizales.
SEMANA: ¿Cuántos delitos confeso?
G.M.S.:Muchos. Unos 15.
SEMANA: ¿Hizo entrega de bienes?
G.M.S.: Entregué 60 mil dólares y un carro.
SEMANA: ¿Qué ocurrió después de la confesión?
G.M.S.: El juez me remitió a la cárcel y comenzó el proceso.
SEMANA: ¿En ese momento hizo la petición de que lo dejaran construir una celda para usted?
G.M S.: El Ministro de Justicia en varias declaraciones dijo que nosotros íbamos a tener unas celdas especiales. Yo quería que fuera en Manizales porque tenía a mis amigos y a mi familia. Me dieron unas instalaciones que estaban sin terminar. Hice unas reformas para que fueran más cómodas pues creí que me quedaría un buen tiempo.
SEMANA: ¿Qué reformas le hizo?
G.M.S.: Hice un buen baño, le puse piso y techos buenos. Y monté un gimnasio.
SEMANA: ¿Su idea era quedarse a pagar una condena?
G.M.S.: Sí, mi idea era quedarme allá. No sabía cuánto tiempo me iban a dar, pero suponía que mínimo tres años. Pues sabía lo que había confesado.
SEMANA: ¿Cuánto invirtió en la reforma a la celda?
G.M.S.: Unos cuantos millones.
SEMANA: ¿ Qué vino después de que usted estuvo detenido en la cárcel de Manizales?
G.M.S.: Los pasos que tiene un proceso normal.
SEMANA: ¿Qué otras pruebas pidió eljuez?
G.M.S.: Se pidieron a los juzgados del país antecedentes penales. Llegaron unos 10 mil telegramas en los que se decía que no tenía ningún antecedente. Tengo el pasado judicial al día.
SEMANA: ¿Se pidieron pruebas al gobierno norteamericano?
G.M.S.: Sí. Lo que pasa es que los términos eran muy angustiosos y no alcanzaron a llegar. No había necesidad de que hubieran llegado, porque yo mismo los presenté. Pedí al Ministerio de Relaciones Exteriores las pruebas contra mí y ahí las tenían. Se las envié al juez. Yo mismo me acusé y presenté las pruebas en mi contra.
SEMANA: ¿Después qué vino?
G.M.S.: Me condenaron a seis años y con la rebaja de penas quedó en la mitad.
SEMANA: ¿Cuánto tiempo pasó en la cárcel?
G.M.S.: Acababa de cumplir dos, meses cuando de buenas a primeras me soltaron. El juez se ciñó a los decretos, donde se contemplaba la condena de ejecución condicional para aquellas personas sentenciadas a cumplir menos de tres años de cárcel.
SEMANA: ¿Cómo se produjo su libertad?
G.M.S.: YO estaba jugando fútbol con los presos. Me sacaron del partido y dijeron que ya estaba lista mi sentencia y que tenía que irme.
SEMANA: Lo sorprendió la decisión del juez?
G.M S.: Mucho. Inclusive le dije a la directora de la cárcel, Alba Lucía Tello, que no me quería ir. Quería cumplir de una vez por todas con la sociedad y no quería que dijeran que había sobornado, amenazado a alguien o puesto conejo. Pero ella me dijo que me daba dos horas para salir de la cárcel o si no me sacaba. Me tocó salir.
SEMANA: Pero se dice, por parte de las autoridades, que su libertad obedeció a que usted compró al juez.
G.M.S.: Eso es absolutamente falso. No compré al juez.
SEMANA: ¿Qué problemas le trajo su libertad?
G.M.S.: Muchos. No sé qué va a pasar conmigo. No sé si tengo o no libertad. Le pedí al Ministro de Justicia que no me dieran publicidad y me la dieron a nivel mundial. A pesar de que me entregué quedé con la fama de narcotraficante.
SEMANA: ¿Ahora qué es lo que está esperando?
G.M.S.: Estoy esperando que se haga justicia, que tengan en cuenta mi voluntad de cumplir con las leyes y de pagar condena. SEMANA: Como están las cosas, qué es preferible?
G.M.S.: Que se haga justicia. Yo di un ejemplo, fui el primero que me presenté y lo hice para colaborar con la paz de Colombia.
SEMANA: La opinión pública cree que todos los narcos que se están entregando continúan manejando sus negocios desde las cárceles. ¿Es eso cierto?
G.M S.: No. Las cartas las pusimos sobre la mesa. Tenemos toda la voluntad de cumplir. ¿Qué me gano con entregarme, para salir a lo mismo?. No estaría haciendo nada. Existe toda la voluntad y por eso he pedido que se vigilen mis actividades económicas.
SEMANA: ¿En este momento usted preferiría estar en la cárcel?
G.M.S.: La libertad es un don muy preciado. Vale mucho. Pero yo prefiero estar adentro y no este escándalo. Estoy dispuesto, hoy mañana, el día que me digan, a regresar.
SEMANA: ¿Se arrepiente de haberse entregado ?
G.M.S.: No. Pero este escándalo es igual de incómodo a ser un narcotraficante fugitivo.