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DEL DESPEJE SE PASO AL DESPOJO

MONSEÑOR HECTOR LOPEZ, OBISPO DEL ARIARI, ASEGURA QUE LAS FARC SE ESTAN <BR>ADUEÑANDO DE TODA LA ZONA DE DESPEJE Y DENUNCIA SUS ACCIONES CONTRA LA POBLACION

17 de mayo de 1999

Pensativo y con un conocimiento profundo de la zona de despeje, por haber permanecido
11 años al frente del Vicariato del Ariari, el obispo Héctor López sentencia: "Las Farc se van a poner
quisquillosas con lo que voy a decir, pero para mí es más duro, doloroso y vergonzoso callar que hablar". Tan
enérgico como afligido, este ministro de origen boyacense _quien decidió ser sacerdote a los 12 años y hoy
tiene 58_, insiste en que no puede quedarse tranquilo sabiendo lo que está pasando en su jurisdicción (los
municipios despejados, menos San Vicente), como los reclutamientos forzosos de niños y los
entrenamientos militares generalizados en algunos poblados. Esto, según enfatizó, mientras nadie habla por
terror a represalias. Consciente del riesgo que asume al cantar "muchas verdades", monseñor anota
con voz queda y pausada que él ya ha dejado instrucciones de que si lo llegaran a secuestrar nadie
debe pagar un centavo por él.
Semana: Usted denuncia que hay irregularidades en la zona de distensión. ¿A qué se refiere exactamente?
Monseñor Hector López: Se han dado dos tipos de reclutamiento forzoso. Uno es que por una ley de la
guerrilla todo niño o niña de 13 años en adelante debe entrar a pagar una especie de servicio con ellos.
Los vuelven guerrilleros. A algunos los convencen mostrándoles armas, a los que no quieren irse los obligan.
Cuando la guerrilla va a las casas de los campesinos y ve 10 vacas, les quitan una como impuesto. Así
mismo, como si fuera otro impuesto, les quitan a los hijos. Algunos han logrado escapar. En cuanto a las
niñas, abusan de algunas de ellas. También tratan de deslumbrarlas con el dinero de la coca. Un guerrillero
llegó con dos muchachas a una joyería de Vistahermosa. El les gastó 500.000 pesos en joyas a cada una.
Semana: ¿Cuál es el segundo tipo de reclutamiento?
H.L.: Reúnen a toda la población que tenga entre 13 y 60 años para adiestrarla durante dos o tres días. Ellos
van por las veredas, recogen a las personas y las llevan a sus campamentos. En algunos sitios a los que voy
en visita pastoral encuentro que sólo hay niños muy pequeños y algunas señoras. Al preguntar qué está
pasando me dicen que la guerrilla se lleva a la gente en buses y camiones a entrenar por varios días.
Semana: ¿Qué tipo de entrenamiento les dan?
H.L.: Les enseñan a usar armas pesadas. Un señor me dijo que los entrenaron para que avanzaran
arrastrándose bocabajo y les dijeron que a los soldados había que acabarlos. Esto ocurrió cuando estaban
dudando si se iba a prorrogar el despeje. En esta zona estamos pasando del despeje al despojo. A los
campesinos les dijeron que si querían irse debían hacerlo antes de determinada fecha, pero que quien se
quedara pertenecía a las Farc, ya fuera como guerrillero armado o como informante o como simpatizante. Las
Farc se están adueñando de toda la región.
Semana: Según eso, ¿reclutaron a toda la población de la zona?
H.L.: Lo hicieron al decirles que el que se quedaba tenía que pertenecer de alguna manera a las Farc.
Siempre salió una gran cantidad de gente, pero no todos pudieron.
Semana: ¿Y las propiedades de las familias que se quedaron?
H.L.: Prácticamente pasaron a ser de las Farc en el sentido de que los dueños tienen que pagar una cantidad
de impuestos de guerra. Se calcula que hay unos 3.000 guerrilleros en solo ese sector y, como todos
necesitan comida, la población termina alimentándolos.
Semana: ¿En qué lugar de la zona de despeje se han presentado más irregularidades?
H.L.: En La Julia y sus alrededores. En el casco urbano de esa inspección habrá por lo menos 2.000
personas. Algunos llegan a quejarse de los abusos de la guerrilla a la sede del Vicariato en Granada, pero
generalmente no se demoran mucho porque se sienten muy desprotegidos ante la presencia de otro flagelo
que ha estado llegando allí desde 1977: los paramilitares.
Semana: ¿Qué ventajas y desventajas le ha visto al despeje?
H.L.: La zona se ha calmado en parte porque hay menos matanzas y menos venganzas. Han
construido buena parte de una carretera cerca a La Julia. ¿Desventajas? Pues conflictos sociales,
económicos, pobreza, miedo. El campesino tiene que pagar por todo lo que trata de vender, por todo lo que
gana, por todo lo que tiene. Eso lo desestimula para trabajar. También se ha disminuido mucho el comercio.
Además el narcotráfico hace que los campesinos se vuelvan más perezosos.
Semana: ¿Cómo ve usted el proceso de paz?
H.L.: Para no hablar en términos muy desesperantes digamos que muy incipiente, muy incierto... muy en
pañales. Es que prácticamente no hemos comenzado los diálogos. Pero hay que mantener la esperanza.
Yo digo que si miramos lo que fue Europa en la Edad Media, hubo batallas salvajes por el poder. Colombia
está hoy como esa Europa. Como Nación estamos pasando por la crisis de la adolescencia: un país que no
sabe para dónde va.
Semana: ¿Cómo analiza el manejo que le ha dado el gobierno a los anunciados diálogos de paz?
H.L.: Para mí es desconcertante. Cuando veo al Presidente a veces me parece que lo que pasa es que tiene
una carta guardada en la manga mientras nosotros nos desesperamos porque no obra y no exige. A veces
pienso que la guerrilla se está debilitando con muestras de que no está haciendo nada positivo, de que no es
capaz de gobernar ni en estas zonas donde tienen influencia. También me pregunto qué tan conveniente es esa
generosidad tan extrema de Pastrana con la guerrilla porque le ha cedido mucho sin que la guerrilla haya
cedido un palmo. Parece haber demasiada ingenuidad. Pastrana espera que la guerrilla cumpla la palabra,
pero ésta no cumple y solo vuelve a prometer. A veces pienso, ¿pero por qué no obra?, ¿por qué tan lento?, ¿por
qué se deja como arrodillar?
Semana: ¿Cómo interpreta el hecho de que Manuel Marulanda haya pedido rodear a Pastrana y su proceso
de paz y su lucha contra el paramilitarismo?
H.L.: Es como al niño que le soban la nalguita para ponerle la inyección. Es una estrategia de ellos para
ganarse a Pastrana, ganarse al país y seguir ampliando su territorio. Ya a la guerrilla no le creo...
Semana: Si se trata de ingenuidad del gobierno, ¿a dónde cree que ésta nos pueda llevar?
H.L.: Creo que termina muy mal. La guerrilla nunca va a poder tomarse el poder. No tiene gente preparada
para gobernar. Ellos no saben más que mandar con las armas. Si empiezan a tocar a los ricos, su
patrimonio, se va a desatar una violencia aún más espantosa. Lo que busca la guerrilla es resquebrajar el
país, hacerse a una parte del país y quedarse en eso. Ahora quieren extenderse a Cartagena del Chairá y
decir luego: negociemos.
Semana: ¿Negociar qué?
H.L.: Creo que dirán: como no podemos llegar a la paz negociemos la creación de unos estados federados.
Veo que quieren despedazar el país. De hecho, hubo un tiempo en el que los 'elenos' proponían eso
abiertamente. Porque de resto se llegaría a una guerra civil.
Semana: ¿Cree que a pesar de lo que dice se va a prorrogar el despeje?
H.L.: Sí. Y en la prolongación va a seguir esta agonía. Yo le diría a Pastrana que si tiene una política clara
nos dé un indicio de que así es a los colombianos desesperados. Que nos dé una esperanza.
Semana: Lo que plantean las Farc es que están luchando por un mejor nivel de vida para la gente, que están
luchando por los menos favorecidos.
H.L.: Siempre les he escuchado el mismo rollo. Sólo que ahora pienso que si alguna vez la ideología los
movía a ellos, ahora es una cuestión que dicen simplemente de memoria, porque a las Farc las corrompió
la coca. Creo que ellos ya no tienen ninguna ideología. Se mueven por el dinero.
Semana: ¿Cree que eso sucede con todas las Farc o reconoce que puede haber sectores que conservan
matices ideológicos?
H.L.: En las Farc hay dos grupos: uno minoritario que es pacifista y otro guerrerista. Y esto es lo que,
entre otras cosas, ha retardado los diálogos. A los primeros los gobierna Alfonso Cano. Y esta gente
últimamente no se ha sentido, está en la clandestinidad. El ala guerrerista es liderada por el 'Mono Jojoy', no
creo que haya otro hombre más violento en las Farc. Marulanda es un gran estratega, pero ya es un mito. No
es el hombre que pueda liderar el grupo. Hoy las Farc se contradicen: si están luchando por el pueblo, por las
masas, ¿por qué los oprimen tanto? Los líderes de las Farc critican a los oligarcas, pero ellos mismos son
oligarcas. Una vida austera sí la viven los guerreros rasos. Pero los líderes no invierten en la gente, invierten
en las armas y en la guerra y deben tener mucho dinero capitalizado.
Semana: Por lo que ha dicho, para usted las Farc serían casi una farsa.
H.L.: Claro que sí lo son. Ha habido tomadura de pelo. Esa es la esencia de ellos. Porque prometen y
después... es como el inicio de los diálogos. Mi reflexión es que las Farc no tienen nada que mostrar.
Marulanda no es capaz de presentarse a un diálogo así. Como estratega sí debe ser estupendo, pero como un
interlocutor en ese momento yo no creo. Si Marulanda se hubiera presentado el mito se hubiera caído.
Semana: ¿Si pudiera ver a Marulanda qué le diría?
H.L.: Le preguntaría si se han hecho autocrítica y el porqué no cambian la estrategia. ¿Acaso han creado un
palmo de paz en Colombia o de progreso? Nada. Les diría que están muy atrasados con un comunismo de
hace 40 años. También que se sienten ya a ponerse de acuerdo en qué va a consistir el diálogo y comenzar.
Semana: ¿Y al líder de las Autodefensas, Carlos Castaño?
H.L.: Que él dijo que atacaba a la guerrilla por sus violentos métodos y ahora él mata peor que la guerrilla,
secuestra y boletea como la guerrilla y hacen del pueblo el pagano de todo, como la guerrilla. Le preguntaría:
¿Qué diferencia hay entre los paramilitares y la guerrilla? Lo que algunos pensaron como una salvación se
convirtió en otra pesadilla.