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Desbandada en el Congreso

Algunos de los congresistas más reconocidos por la opinión no volverán al Capitolio en el 2014.

2 de febrero de 2013

Mientras los obstáculos del proceso de paz monopolizan la atención de la opinión pública, los jefes políticos del país tienen su atención en otros dilemas. En las sedes de los partidos los directivos empezaron a armar el mapa de las elecciones al Congreso de marzo de 2014. Y vaya sorpresa: la mayoría de las colectividades perderá una o más de sus mejores fichas: las figuras que atraen decenas de miles de votos a las listas y jalonan escaños adicionales.


El caso más dramático es el Partido de la U, el cual puede llegar a sufrir una baja de 700.000 sufragios. Juan Lozano, el mayor elector del país, y cabeza de lista en 2010, obtuvo 210.000 votos en los comicios pasados. Sin embargo, ya le confirmó a SEMANA que no volverá a aspirar por razones personales. “Mi decisión es no volver al Congreso. Sin embargo, no me ausentaré del debate nacional y buscaré espacios como la academia o la prensa para opinar con independencia” afirmó. Además de Lozano, dos barones electorales del Valle tampoco volverán. Es el caso de Dilian Francisca Toro, quien sacó 150.000 votos, que por su situación actual con la Justicia colombiana no podrá aparecer en el tarjetón. Roy Barreras, uno de los senadores más activos, cuyo caudal electoral superó los 80.000 en las elecciones pasadas, confirmó su decisión de no aspirar. Al hacer campaña para lograr la presidencia del Senado, Barreras le prometió a sus colegas que no volvería a en 2014. En efecto, busca cambiar el Legislativo por el Ejecutivo y trabajar en el segundo tiempo del gobierno Santos. Armando Benedetti, otro senador que sabe hacer ruido y tiene un nivel de apoyo similar al de Barreras, no quiere volver al Capitolio y está explorando varias opciones. Por último, es posible que el gran elector de Norte de Santander Efraín Torrado no aspire y que Piedad Zuccardi, de Bolívar, sea reemplazada por su hijo. 

Este escenario es complicado para el partido de gobierno. Estas personalidades se han encargado de construir estructuras políticas propias, por lo cual los votos no son del partido sino de cada barón. Para mantener su poder electoral y su presencia en el Congreso, el partido más votado del país tiene la doble obligación de encontrar nuevos nombres que logren cautivar el voto de opinión y que estén alineados con el mensaje de la Casa de Nariño. Además, en 2014 La U no podrá asociarse con el imán que significa Álvaro Uribe, quien seguramente tendrá su propia lista y competirá por los mismos apoyos en las regiones. Aunque son concientes de la encrucijada que vivirán, los directivos del partido oficialista no tienen afán de tomar decisiones y lo único claro es que no buscarán príncipes herederos ni delfines para encabezar una de las listas más robustas del mundo político.

Por otras toldas también hay movimientos tectónicos interesantes. Es el caso de los Verdes, donde la mayor electora Gilma Jiménez—dueña de un caudal de 200.000 votos conseguidos a pulso gracias a su trabajo por los niños—no se siente cómoda en el partido del girasol. Siente que su organización no se ha puesto la camiseta de los menores y no aprueba la relación de los directivos con el gobierno nacional. Para seguir haciendo parte de esta colectividad, pide respeto, garantías y una mayor disciplina de partido. En sus palabras, “yo quiero seguir en el Verde, ojalá el Verde me permita”. Si no, añade, buscará otras alternativas para mantener vigencia y asumir su próximo reto: la Alcaldía de Bogotá en 2015. Para la joven colectividad, el posible vacío de Jiménez sería un golpe mortal. La senadora es de los pocos candidatos que obtuvo individualmente mayor número de votos que el logo de su partido. Gracias a su inmensa votación, los verdes aseguraron una bancada de cinco senadores. Para 2014, el reto será aun mayor pues el umbral para la supervivencia de los partidos será más alto que nunca, casi 500.000 votos. Sin Jiménez y sin ola verde, se verán en ascuas para conseguir el respaldo necesario para seguir existiendo.

Otra bancada en dificultades es la de Cambio Radical. La ausencia de Javier Cáceres, actualmente preso por parapolítica, quien sacó 83.000 votos, más la decisión de no regresar de Fuad Char, otro gran elector de Atlántico que alcanzó su curul con 70.000, tiene a los directivos haciendo malabares. Sin embargo, existen varias esperanzas para el partido de Germán Vargas. La primera es que el ministro de Vivienda encabece la lista, aunque ha asegurado que “ya pasó la página del Congreso.” Otra opción más probable es que el hijo de Fuad Char, el exalcalde de Barranquilla y actual consejero de las regiones, Alex Char, sea el primero en la lista. Con su aceptación y carisma, en Cambio creen que Char podría ser una revelación en el terreno electoral y darle un impulso al partido. 

Las huestes tradicionales, por su parte, también tendrán ausencias notorias. En el caso del Partido Liberal, dos figuras reconocidas— Juan Fernando Cristo y Simón Gaviria— han anunciado su retiro del Legislativo. Cristo asegura que cumplió su ciclo, que se va contento con haber convertido la Ley de Víctimas en realidad y que espera explorar otros escenarios de la vida política. Por su experiencia y roce podría convertirse en una ficha en el primer sonajero ministerial de un eventual segundo mandato santista. Por los lados de Gaviria, quien sacó más de 80.000 votos y se consolidó como el mayor elector en la Cámara, su posición como presidente del liberalismo le obliga a construir las listas para las elecciones, y no sería bien visto que él haga parte de ellas. Gaviria tendrá la responsabilidad de continuar como el líder de los rojos y también hace parte de los nombres que aspiran a entrar al Ejecutivo, pues no es un secreto para nadie la cercanía liberal con Santos. 

Por último, la partida de la conservadora Liliana Rendón significará la pérdida de más de 100.000 votos. Rendón quiere dedicarse a preparar su campaña para la Gobernación de Antioquia, pero también afirmó a SEMANA que ella, crítica de Santos y uribista de corazón, no puede seguir haciendo parte de un partido que apoya al gobierno actual. Aunque la partida de Rendón no pone en jaque al partido, que con disciplina y cálculos casi exactos ha mantenido una alta votación durante décadas, si tiene un significado especial: en 2014, los votos uribistas abandonarán al Partido Conservador y las corrientes políticas de Luis Alfredo Ramos y Fabio Valencia alimentarán la lista uribistas y dejarán un vacío en las toldas azules. 

Por todo lo anterior es casi inevitable que el Congreso de 2014 tenga una nueva cara. En este año, los partidos tendrán que reclutar nuevas y atractivas figuras para la actividad política o montar herederos de los barones actuales para garantizar un buen resultado electoral el año entrante. Harán falta las intervenciones de Cristo, la eficiencia de Barreras y las frases de Benedetti. Por otro lado, aún no es claro lo que el futuro les depara a los que le dicen adiós al Congreso. Algunos tendrán una oportunidad de entrar a hacer parte del gobierno, pero serán una minoría. Otros se prepararán para buscar éxito en las elecciones locales de 2015. Y otros más se enfrentan a un futuro incierto sin la seguridad que otorga una curul mientras unos entregarán su caudal a hijos o familiares. Por lo pronto lo único seguro es que el Senado sufriría un cambio extremo el próximo año. Ojalá sea para mejor.