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El director de la Policía de Colombia, el general Rodolfo Palomino (d), acompaña al director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Diego Mora (c), después de la liberación de su hija Daniela Mora. | Foto: EFE

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La odisea que vivió Daniela Mora durante su secuestro

Detalles sobre las 48 horas eternas en las que la hija del director de la UNP, Diego Mora, estuvo plagiada.

8 de junio de 2015

Era jueves 4 de junio a las 5:00 p. m., Daniela, hija del director de la UNP, Diego Mora, salía de sus clases en Kumon, un instituto al que iba en sus tardes libres.

El conductor de la familia estaba afuera esperándola. La pequeña de 11 años se montó al carro y vio que un hombre, aparte del conductor, estaba adentro. Ella se asustó y el hombre, para tranquilizarla, le dijo que era un amigo de la mamá.

“El hombre le dijo que no asustara. Pero Daniela me dice que se empezó a preocupar cuando vio que el carro no iba por el camino de siempre, sino que se dirigía hacia otro lado”, narró Mora a Semana.com.

El vehículo se detuvo en un momento determinado y el conductor tuvo que regresar a Cúcuta, pues los hombres -incluyendo uno que iba detrás del carro en una motocicleta- se llevarían a la niña. Esa era la orden. Y el inicio de la pesadilla para los Mora.

Daniela caminó con ellos durante un largo tiempo en medio del monte. Aunque la niña no sabe qué lugar era, su padre cree que estuvo entre los municipios del Cornejo y la Laguna, en Norte de Santander.

Después de una larga caminata, en medio del sopor y los mosquitos, Daniela y los hombres llegaron a un ‘cambuche’ que no tenía ni agua ni luz, tan solo unas hamacas.

Ahí, justo en ese lugar, se quedó Daniela las más de 40 horas que estuvo secuestrada. Si bien la niña está en buen estado de salud y no le hicieron un daño físico, el maltrato psicológico fue mucho.

“La amenazaron, le decían que si seguía llorando la iban a amordazar. Que si la Policía llegaba en algún momento, la mataban. También le dijeron que ya la venían siguiendo de mucho tiempo atrás”, contó su padre.

Durante el secuestro la niña solo comió un yogur con cereal y un ponqué. “Todo el tiempo se la pasó acostada en la hamaca. Como estaba al aire libre llegó con muchas picaduras de zancudos y con un poco de fiebre. Al otro día le dio dolor de cabeza y estaba bastante deshidratada”, narró el director de la UNP.

Las horas pasaban y Daniela seguía en la misma hamaca, recostada esperando a que algo sucediera. Ella contó que vio a dos o tres hombres, pero que deben ser más los involucrados, pues hablaban por teléfonos con otras personas sobre lo que estaba pasando.

“A mí nunca me llamaron a pedirme plata por la niña. Yo creo que ellos se vieron acorralados con todo el operativo que desplegó la Policía. Yo me enteré que tal vez iban a liberar a mi hija desde la noche del viernes, pero no se sabía dónde ni cuándo”, dijo Mora.

Finalmente la espera para Daniela y para su familia terminó. En la tarde del pasado sábado la niña fue liberada en la vía El Zulia-Cornejo (Norte de Santander). La Policía, en cabeza del general Rodolfo Palomino, la recogieron después de haber recibido una llamada.

Cuando la niña estaba a salvo, ella habló por celular con su padre, quien intentaba tranquilizarla para que no llorara más. “Estaba consternada. Yo le decía que todo estaba bien y que ya nos íbamos a ver. Apenas colgué el teléfono salí tras mi chiquita”.

Siguen las pesquisas

Aunque Daniela está sana y salva, la investigación continúa. La Policía debe dar con el paradero de los delincuentes que secuestraron a la pequeña. Se cree que uno de ellos es de nacionalidad venezolana, otro es paisa y otro es de Norte de Santander.

Diego Mora, por su parte, aún no sabe si el conductor seguirá trabajando con él, ni tampoco sabe si alguna persona cercana a la familia estuvo involucrada al caso.

“Uno a veces cree que conoce a las personas y se equivoca. En este momento hay que estar abierto a todas las posibilidades”, dijo.

Y es que según Mora, hay detalles que solo una persona cercana podría conocer. “Ese jueves fue el primer día que Daniela decidió retomar sus clases en el instituto. Eso nadie lo sabía. La decisión de que ella volviera a las clases fue de un momento a otro. Nadie tenía por qué saber que ella iba a estar allá”, dijo Mora.

La investigación continuará. El director de la UNP espera que este caso se esclarezca pronto y aseguró que hará todo lo posible por apoyar a las familias en el país que están viviendo casos similares.

“Las personas deben perder el miedo y aprender a denunciar. Son decisiones complicadas porque está en juego la vida de un hijo, pero hay que hacerlo. Hay que perderle el miedo a esos delincuentes”, finalizó el director de la UNP.