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Día histórico para la izquierda: así fue la vertiginosa jornada para los seguidores de Petro

Crónica de un día en el que los seguidores de la Colombia Humana vieron que las esperanzas de sus ideales renacieron. Por momentos creyeron que Fajardo los superaría.

27 de mayo de 2018

El punto más alto que alcanzó la campaña de Gustavo Petro pudo ser esa noche, la del jueves 17 de mayo, en la que el candidato de la Colombia Humana cubrió con una marea de gente los casi 13.000 metros cuadrados de plaza de Bolívar, la más grande de Bogotá.

Ese día no había por dónde caminar a varias cuadras a la redonda. Las filas para entrar a los baños de los locales aledaños se hicieron densas. Petro envió un mensaje al establecimiento de que era capaz de llenar plazas, de sacar muchedumbres a las calles, demostró que había gente que creía en su discurso. Ese mismo que sus contradictores políticos tachaban de populista e irrealizable.

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Aunque hubo un momento en el que se daba casi por seguro su paso a la segunda vuelta, en los últimos tres días de campaña apareció el fantasma de Sergio Fajardo, un candidato que generaba menos rechazo en sectores de centro y de derecha. Aunque los seguidores de la Colombia Humana nunca perdieron la esperanza, entre las personas de la campaña se hablaba del nerviosismo entre dientes.

Desde muy temprano del domingo, los testigos electorales de Petro salieron a las mesas a cuidar sus votos. Pero la mañana fue recibida con una noticia difícil de digerir: el asesinato de Gabriel Muñoz Muñoz, uno de esos voluntarios que vigilaba la mesa 23 en La Argentina, municipio de Pitalito, en el Huila.

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Las alertas sobre posibles fraudes llegaban, pero de manera marginal. A eso de las 11:30 de la mañana, Gustavo Petro llegó, en medio de ovaciones, a la escuelita Marco Antonio Correa de Puente Aranda donde tiene inscrita la cédula.

Foto: Esteban Vega / SEMANA.

Se trata de un barrio popular en el que Petro se ilusionó por primera vez en la vida con ser alcalde de Bogotá, en una candidatura que muy pocos recuerdan. En esa ocasión -año 1997-, el exguerrillero del M-19 sacó apenas 7.000 votos. El ganador fue Enrique Peñalosa.

Estaba vestido con una camisa lila y un blazer azul oscuro. Venía tomado de la mano de su esposa Verónica y su pequeña hija Antonella, de 9 años. A Petro le resplandecía la cara cada vez que volteaba a mirar a la niña.

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En su breve paso por los micrófonos, después de votar, Petro fue prudente respecto a esa idea de pedirle a sus seguidores que salieran a las calles. Se percibía en el ambiente que no tenía suficientes indicios de posibles fraudes. “Hay que salir a ganar primero las elecciones”, dijo. Para ese momento se le notaba tranquilo.

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Afuera de la escuela lo ovacionaban. La gente que salía de votar se arrimaba a las tiendas a comprar tamales para el desayuno. En las calles nada avizoraba preocupaciones.

Pero conforme pasaban las horas, la tensión crecía entre los miembros de la campaña. En la sede del barrio la Soledad, la gente entraba y salía en medio de una incertidumbre que no se les veía días antes. A la entrada del Downtown Majestic, donde se recibirían los resultados, cayó como un baldado de agua fría el primer boletín de la Registraduría que ponía a Iván Duque primero, Sergio Fajardo segundo y Petro tercero. Las caras de los pocos que habían llegado eran de espanto.

En una pantalla gigante aparecía María Lucía Fernández, de Noticias Caracol, diciendo que Fajardo aventajaba a Petro por 533 votos. Apenas se había informado el 0,09 de las mesas. El temor era que esos escasos números se convirtieran en tendencia.

Sobre la tarima quien tenía la responsabilidad de no dejar caer los ánimos era Lalis Smile, una joven youtuber que durante la campaña dedicó varios videos para defender la gestión del exalcalde de Bogotá. Pero a ella misma se le notaba nerviosa.

Los minutos fueron pasando y lo que en principio parecía un funeral se fue convirtiendo en una fiesta. “Unidad, unidad, unidad”, gritaban al unísono. En el auditorio ondean banderas de la UP, del M-19, y vallas con consignas de movimientos indígenas, afros y minorías.

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Afuera, sobre la calle 26, las personas que llegaron intentando saludar al candidato ya no cabían en la acera. Una vez ingresó y tomó el micrófono, Petro se dirigió a los jóvenes y a los pobres, los que considera sus mayores electores. “Nuestros casi cinco millones de votos son los votos de la juventud y de sectores excluidos de Colombia que han decidido irrumpir y decir ‘aquí estamos’. Cinco millones que aún no son suficientes”.

Las palabras del candidato fueron más de unidad que de triunfalismo. “Los que hemos sufrido derrotas entendemos lo que significa por lo que estaban pasando en este preciso momento en las otras campañas”, dijo en tono de felicitación a los seguidores de Fajardo, De la Calle y Vargas.

Se trató de un discurso pausado. Dijo que los proyectos políticos de Vargas Lleras, Fajardo y De la Calle, por diferentes que fueran al suyo, tenían que continuar. “Un señor como Germán Vargas -por muchas diferencias que tengamos- merece continuar con el liderazgo que tiene”.

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Sobre Humberto De la Calle dijo que no había correspondencia entre su brillantez y los resultados que obtuvo. “Hizo una campaña magnífica”, aseguró. E invitó a Vargas a que repensara su forma de entender el ejercicio de la política: “Ya no son las maquinarias con las que se hace política en Colombia”.

Petro no desaprovechó la oportunidad para dirigirse a quienes, por fuera de sus toldas, creen que un eventual mandato suyo será de carácter autoritario. “En el gobierno de la Colombia Humana será respetada la oposición. No tiene que temer el presidente Uribe si llegamos a gobernar. Un gobierno en nuestras manos no vulnerará sus derechos (…) Temen las personas que si llegásemos al gobierno lo haríamos en forma autoritaria. Olvídenlo. Nosotros hicimos la Constitución de 1991”. Para ese momento el auditorio estalló en aplausos.

Sin embargo, Petro sí quiso dejar claro qué lo diferenciaba de una candidatura como la de Iván Duque. “Las maquinarias se fueron toditas donde Iván Duque, pero así no se hace ya política en Colombia. O el país vuelve a la violencia o sigue hacia una era de paz. No es un acuerdo con las Farc lo que se está dirimiendo, es mucho más que eso”.

Petro subió el tono cuando dijo que lo que estaba en juego en la segunda vuelta era el futuro o volver al pasado, “el autoritarismo o los ciudadanos libres, la Constitución de 1886, o la de 1991. Nosotros estamos por la democracia plural. Unir todas las fuerzas posibles para cimentar acuerdos. El estilo de gobierno que propongo es el pluralismo, no el de la mermelada”.

A la salida solo había ambiente de fiesta, pero también cansancio. A todos en la tarima se les notaba. El susto de que Fajardo los hubiera sacado de la segunda vuelta, ya había desaparecido. Ahora comienza una nueva campaña. La izquierda sueña con la Casa de Nariño, de la mano del exguerrillero que más alto ha llegado en la política colombiana.