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El rey Juan Carlos y el presidente Álvaro Uribe tienen hoy algo en común: la enemistad de Hugo Chávez

POLítica exterior

Días de triunfo

Europa le dio un espaldarazo al presidente Álvaro Uribe en su lucha contra las Farc en momentos que su popularidad sigue por las nubes. Y el gobierno del presidente George W. Bush ratificó que se la jugará toda por la aprobación del TLC.

26 de enero de 2008

El presidente Álvaro Uribe no olvidará fácilmente la semana del 21 de enero. En la gira más importante de su presidencia por Europa, Uribe obtuvo el respaldo público que llevaba años buscando en el Viejo Continente en el tema que siempre lo ha trasnochado: un reconocimiento de su lucha contra las Farc. En capital tras capital, el Presidente encontró eco a su calificación de la guerrilla como una organización terrorista. Las protestas que acompañaban cada uno de sus periplos europeos y que muchas veces opacaban sus visitas, esta vez no fueron la noticia principal. Mientras se dedicaba a la alta diplomacia, Uribe tuvo otra buena nueva: los resultados de la encuesta Gallup. Había expectativa sobre cómo la opinión pública interpretaría la actuación del gobierno en el frustrado show de Hugo Chávez a final de año, la increíble historia de Emmanuel, la liberación de Clara Rojas y Consuelo González y el reconocimiento político de Venezuela a las Farc. La conclusión no podía ser mejor: la aprobación por el Presidente rompió la barrera del 80 por ciento, una cifra histórica. La favorabilidad de los ministros y altos mandos militares más visibles en este último mes también subió como un cohete. Y el viernes, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ratificó en Medellín el compromiso de su gobierno de lograr la aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia (TLC).

Como pocas veces ha ocurrido en el segundo mandato de Uribe, en estos días confluyeron sus tres pilares: la seguridad democrática, la popularidad del Presidente y su principal objetivo de política exterior y comercial. Curiosamente, hace menos de un mes, nadie hubiera apostado por los resultados de esta semana. Todo comenzó con la decisión de emprender una ofensiva diplomática en Europa para hacerles frente a las declaraciones del Presidente venezolano, que aumentaban cada día en volumen y agresividad, y quitar de piso su argumentación principal de que las Farc no eran terroristas.

Dada la preeminencia de Francia en el intercambio humanitario, sin duda la reunión de mayor riesgo político era la de Uribe y el presidente Nicolas Sarkozy. Se habían visto por última vez en Nueva York, en septiembre, cuando Chávez aun era facilitador oficial. Era una incógnita cómo Sarkozy recibiría la nueva realidad del intercambio. Uribe salió con su semblante tranquilo: dijo que su colega francés le había dicho que " los relojes de Colombia y Francia están totalmente sincronizados" en el tema de la liberación de los secuestrados. Y Sarkozy pronunció la frase clave: que para él las Farc siguen siendo terroristas. Aunque era obvio -como miembro de la Unión Europea mal podría Francia ir en contra de una política comunitaria-, su declaración fue ampliamente divulgada en Colombia.

En Bruselas, Javier Solana, el alto representante de Política Exterior y Seguridad Común del Consejo de la Unión Europea, fue más allá, en un tono casi uribista: "Quiero decir que el presidente Uribe tiene todo nuestro apoyo en la batalla, en la lucha en la que está implicado en este momento contra el terrorismo. Hay que decir claramente que los terroristas lo que tienen que hacer es soltar a los rehenes, sin condiciones, inmediatamente, que no tiene justificación ninguna".

El remate de la corrida ocurrió en España. Allí el apoyo provino desde todos los estamentos. El socialista presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo que "el compromiso de España con Colombia, con el presidente Uribe en la lucha por el fin de la violencia, en la lucha en favor de los secuestrados, en el combate a favor de la razón, a favor de Colombia, a favor de la vida, a favor de la libertad". Y en el IV Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo, inspirado por el opositor Partido Popular, Colombia estuvo en primera fila con el canciller Fernando Araújo y Clara Rojas, dos ex secuestrados por las Farc. Araújo fue ovacionado tras su intervención.

También durante su visita, Uribe volvió a reactivar la labor de intermediación de Francia, España y Suiza y prometió darles la independencia necesaria para hacer su trabajo. Aunque aun subsiste la sombra de Chávez -el mismo Canciller francés dijo el viernes que sería un error descartar la participación venezolana del todo-, el Presidente regresó al país convencido de que le había cerrado las puertas al mandatario venezolano y con la satisfacción de los resultados de la encuesta. Los números de Gallup son contundentes: sólo el 14 por ciento de los colombianos desaprueban la gestión de Uribe. Mientras que a Chávez de nada le sirvió su espectáculo mediático de la liberación de Clara y Consuelo, ni su conocimiento del Himno Nacional colombiano. Es evidente que su discurso bolivariano no cala: el 76 por ciento de los encuestas tienen una opinión desfavorable de él y apenas 10 por ciento dice tenerle alguna simpatía.

La encuesta también señala un giro drástico sobre qué preocupa hoy a los ciudadanos. Gracias a Chávez y las Farc, la seguridad volvió a ser el tema prioritario. Y está demostrado -en dos elecciones- que los colombianos creen que el hombre para enfrentar esas amenazas es Uribe.

Y la encuesta trajo otra ñapa que le vino como anillo al dedo al gobierno en momentos que recibían la visita de la Secretaria de Estado y su comitiva de 10 congresistas a Medellín. Según Gallup, el 57 por ciento de los colombianos apoyan el TLC y una mayoría tiene una opinión favorable de Estados Unidos. En declaraciones a la prensa, Condoleezza Rice reconoció la necesidad de que el Congreso de su país apruebe el TLC y reiteró el compromiso de la administración del presidente George Bush de sacarlo adelante.

Aunque la promesa de Rice no es nueva -otros miembros del gabinete y el embajador William Brownfield han dicho lo mismo-, por su alto cargo y el lugar donde lo dijo -Medellín- tiene un significado especial. Confirma que en materia de comercio exterior, Colombia es una prioridad A. Y desde la perspectiva del gobierno colombiano, no se puede pedir más del ejecutivo norteamericano.