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DIOS SALVE A LA BP

Los problemas recientes de la British Petroleum en Colombia podrían deteriorar las relaciones diplomáticas con el Reino Unido.

4 de agosto de 1997

La semana pasada la British Petroleum Company estuvo en el ojo del huracán. Varios medios de comunicación anunciaron que la petrolera británico había tomado la decisión de trasladar su sede de operaciones a nivel latinoamericano de Bogotá a Caracas. La opinión pública interpretó esta noticia como la gota que rebasó el vaso de dificultades que la British Petroleum ha tenido que enfrentar desde hace algún tiempo en el país.
Sin embargo, según funcionarios de la BP en Colombia, la noticia resultó ser falsa y fue el producto de un malentendido. Ni British Petroleum ha resuelto salir de Colombia ni se ha decidido un traslado de la sede de operaciones regionales a Caracas, dijeron a SEMANA sus directivos. La confusión se presentó debido a que la casa matriz tomó la determinación de crear nueve centros regionales de operación en todo el mundo, y desde un comienzo ubicó el centro de operaciones latinoamericano en Venezuela. Este nunca estuvo en Colombia. Aunque las directivas de la BP aseguraron haber hecho lo posible por desmentir la información equivocada la noticia ya tenía fuerza propia. Esto se debió en parte a que una decisión como la de salir de Colombia tenía todos los visos de ser un mensaje de la petrolera al gobierno colombiano, una advertencia de disgusto por algunos problemas que ha enfrentado la multinacional en su operación en el país. En otras palabras, parecía una determinación ajustada a las circunstancias.
Aunque la noticia de una inminente salida de la BP de Colombia sea falsa, la verdad es que los problemas que la aquejan en su operación en el país no lo son. Tampoco lo es cierto malestar de la compañía con la situación nacional. Sobre todo con el tema de la seguridad. Movimientos subversivos como el ELN la han declarado objetivo de guerra y sus directivos son amenazados permanentemente. La mayoría de los ejecutivos británicos de la compañía no quieren ser asignados a Colombia por no someter a sus familias al riesgo de un secuestro o un atentado. Y ha resultado muy difícil defenderse. Para hacer frente al problema la BP contrató servicios de seguridad con la firma británica DSL, cuya filial registrada en Colombia presta servicios a la multinacional dentro del país. Pero el remedio resultó peor que la enfermedad.
Serios problemas
Por primera vez en la historia de la petrolera británica su operación está teniendo serios problemas de imagen en el Reino Unido y la Unión Europea. Esto es debido a una serie de publicaciones que se han hecho en periódicos ingleses como The Guardian, The Observer y The Independent, así como en un reciente documental televisivo del programa World in Action, en el cual se acusa a la British Petroleum de adelantar una guerra sucia en Colombia. En ellos se sindica a la compañía de promover y financiar grupos paramilitares y de entrenar unidades antisubversivas del Ejército y la Policía. Como dijo a SEMANA el experto colombianólogo inglés Malcolm Deas, "La mayoría de los británicos a duras penas saben que existe Colombia. Saben que el Ejército tiene mala reputación en materia de derechos humanos y si la BP está financiando a las Fuerzas Armadas colombianas, entonces la BP también merece una mala reputación en derechos humanos. Es un argumento injustamente simplista pero fácil de vender".
Para algunos esta situación es consecuencia de una estrategia de desprestigio contra la petrolera. Al respecto, el embajador de Colombia en Londres, el vicepresidente Carlos Lemos Simmonds, dijo a SEMANA: "Me imagino que es porque la British no paga vacunas a la guerrilla en Colombia. Todo se inició con un informe elaborado por varias entidades estatales colombianas, entre ellas el gobierno, la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo sobre la situación del Casanare. En ese informe se recogieron testimonios de personas que acusaron a la British, y este informe llegó a manos del periodista Michael Gillard. Sin embargo la BP ha pedido a la Fiscalía que investigue los hechos, y ésta no se ha pronunciado al respecto". Y en opinión de un alto ejecutivo de la casa matriz de BP, "esto es parte de la estrategia de internacionalización de la guerrilla colombiana. Este tipo de acusaciones encuentran eco entre los movimientos de izquierda británicos y los sindicatos petroleros, que siempre han sido enemigos de la privatización de la BP que se llevó a cabo hace años".
A esta situación se suma el hecho de que muchos presuntos refugiados políticos colombianos han asumido una posición agresiva contra la multinacional en Gran Bretaña. Hasta que el gobierno de Londres decidió imponer el requisito de tener visa para ingresar al Reino Unido, más de 1.500 personas ingresaron a ese país y solicitaron asilo político en lo que va corrido de 1997. Algunos de ellos realizan frecuentes manifestaciones en frente de instalaciones de la empresa y se hacen presentes cada vez que BP organiza un evento social para protestar contra violaciones de los derechos humanos presuntamente propiciadas por la multinacional en Colombia. "Esta crisis de imagen ha hecho que para una empresa cuyas inversiones aquí son tan sólo el 1 por ciento del total mundial tenga que dedicar un 20 por ciento de sus ejecutivos a trabajar el tema de Colombia por la multiplicidad de problemas que implica", dijo a SEMANA un ejecutivo de BP radicado en el país.
A estos problemas se suman las dificultades que ha tenido la petrolera con los yacimientos del Piedemonte, ya que un reciente fallo del Consejo de Estado modificó las condiciones de los contratos firmados entre BP y Ecopetrol en perjuicio de la multinacional. Aunque el ministro de Minas, Rodrigo Villamizar, ha terciado en favor de la British Petroleum para que se respeten las condiciones originalmente pactadas, todo parece indicar que la empresa, por cuenta del cambio en las reglas del juego, está considerando replantear su política de inversiones en Colombia.
¿Que puede pasar?
Para algunos observadores políticos la difícil situación que ha tenido que enfrentar la BP en el país puede tener implicaciones incluso en la relación bilateral entre el Reino Unido y Colombia. Para el embajador Carlos Lemos, "la BP es totalmente privada desde hace muchos años, por lo cual los problemas de esa empresa no afectan la relación. Las relaciones con el gobierno británico son excelentes y no hay siquiera una sombra de deterioro. Obviamente, a los gobiernos les gusta que a las empresas de su país les vaya bien en otros países, pero eso no afecta la relación en absoluto". En el mismo sentido se pronunció un alto funcionario del Foreign Office -la Cancillería británica en Londres-, quien aseguró que "es claro que la gente de la BP se debe defender sola ante todas las acusaciones que se han presentado. Hay vínculos muy fuertes entre la BP y nuestra política exterior en relación con Colombia y vemos a la BP como parte importante de la agenda bilateral. Nuestra política es la de defender los intereses comerciales británicos, pero eso no quiere decir necesariamente que en este caso se vaya a afectar la relación".
Para Malcolm Deas, en cambio,"nadie puede negar que la BP y sus operaciones son un elemento importante en la relación bilateral con Colombia. Yo diría que su importancia puede ser cercana al 50 por ciento". Sobre el mismo tema un alto funcionario de la multinacional dijo a SEMANA: "En mi opinión, todos estos hechos ya han tenido como consecuencia un serio deterioro de la relación bilateral entre el gobierno británico y la administración Samper".
Aunque las opiniones en este sentido son disímiles, SEMANA pudo establecer que importantes ejecutivos de la BP se reunieron la semana pasada con altos funcionarios de su Cancillería en Londres para discutir el tema. Esto se debe a que no son pocas las consecuencias políticas que puede tener en la Gran Bretaña todo este asunto. Tanto es así que el reciente nombramiento de sir David Simon, ministro para las Relaciones con Europa del gobierno del nuevo Primer Ministro Tony Blair, fue criticado por su posición frente a las violaciones de derechos humanos tan sólo porque antes del nombramiento se desempeñaba como presidente de la junta directiva de la British Petroleum. El salto de este ejecutivo de la British a una posición desde la cual se manejan las relaciones con la Unión Europea tuvo resistencias incluso en otros países del continente por la misma razón.
Por encima de estas consideraciones, algunos observadores de la relación bilateral concluyen que los problemas de la BP en el país, de no resolverse pronto, pueden ser interpretados por el nuevo gobierno británico como una señal de que su política con Colombia ha sido equivocada. Mientras que Estados Unidos endureció su posición a medida que avanzó la crisis política, el gobierno británico fue más bien amigable. Mientras los norteamericanos han logrado importantes progresos en su agenda bilateral a punta de presión, los británicos ven con preocupación el futuro desarrollo de sus intereses comerciales, representados en buena medida por la BP. Y si esta tesis diplomática llegara a imponerse en el Foreign Office el gobierno de Colombia podría perder a un importante aliado internacional.