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| Foto: Archivo SEMANA

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Educar para la paz

Gobernadores y alcaldes tendrán la gran responsabilidad de promover una formación para los jóvenes que responda a las necesidades de cada región. La directora (e) de la ESAP, entidad que prepara a quienes administran lo público, analiza ese reto.

Claudia Marcela Franco Domínguez*
2 de diciembre de 2016

La paz no solo depende de la firma de los acuerdos de la Habana o de la voluntad democrática del pueblo colombiano en su refrendación. También está condicionada al cumplimiento de lo acordado, y en especial, a la implementación y seguimiento de una política educativa novedosa y coherente con el modelo de país que queremos, para que nuestras futuras generaciones convivan pacíficamente.

Además de su liderazgo político natural, que ha sido validado por los ciudadanos a través del voto popular, es necesario que los mandatarios locales y seccionales se conviertan en verdaderos gerentes públicos, lo cual implica desarrollar una alta capacidad de gestión de los recursos escasos, en términos de priorización, focalización, planeación, medición del impacto de las acciones en sus municipios y comunidades, probidad, transparencia, generación de espacios de participación y concertación.

Pero también deben estar comprometidos con la protección de los derechos humanos, en especial de las mujeres, niños, ancianos, comunidad LGTBI, afro descendientes, raizales, Rom, indígenas y población con necesidades especiales, entre otros.

Realmente, en temas y enfoques de la administración pública no existe una fórmula única de cómo administrar; lo que sí está claro es que todos estos mandatarios deben ser conscientes de que se necesita un gobierno cercano a la gente, moderno, eficaz y eficiente, que tenga la posibilidad de dialogar con la empresa privada y demás actores no estatales en pro del desarrollo de las comunidades.

Si se tiene en cuenta que las realidades y necesidades locales varían sustancialmente de un departamento a otro, incluso entre municipios cercanos, el papel más importante de los alcaldes y gobernadores en este punto específico, como representantes de sus comunidades, no es otro que el de participar activamente en el diseño e implementación para que estas respondan a sus propias circunstancias, en el ámbito urbano y rural.

Lo que principalmente se debe buscar, bajo el liderazgo de estos mandatarios, es que la educación para la paz incluya la atención integral a la primera infancia, como una prioridad, teniendo en cuenta la importancia fundamental que representa la inversión en los primeros años de vida y la cobertura y calidad de la educación en todos los niveles.

Los Acuerdos de la Habana han hecho explícito el compromiso de profundizar en la educación técnica de nuestros jóvenes y especialmente en la educación rural, para que responda a las condiciones particulares del medio que va de la mano con el desarrollo de una infraestructura y dotaciones físicas y tecnológicas coherentes con el medio campesino, a través de los cuales los jóvenes y niños desarrollen al máximo sus capacidades en un ambiente de felicidad y amor. Incluso, sus padres puedan aprovecharlas para que se eduquen y capaciten también.

Este ambicioso plan de educación para la paz estable y duradera solo podrá ser una realidad con el decidido apoyo de nuestros alcaldes y gobernadores. Así que los invito a participar y hacer de Colombia un nuevo Estado para nosotros y para nuestras nuevas generaciones.

*Directora Nacional (E) Escuela Superior de Administración Pública (ESAP)