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Divide y evangelizarás

Con la creación de las diócesis de Engativá, Fontibón y Soacha la Iglesia Católica espera acercarse más y mejor a su creciente feligresía urbana.

29 de septiembre de 2003

La sociedad actual siempre ha sido más veloz que la estructura de la Iglesia. La primera se transforma a la velocidad de la luz mientras que la segunda hace esfuerzos por imprimirle a sus cambios aunque sea la velocidad del sonido.

Prueba de esto es lo que acaba de suceder con la arquidiócesis de Bogotá. Hace 22 años los jerarcas católicos colombianos le presentaron al Vaticano una audaz propuesta para dividirla y crear varias diócesis dentro de la ciudad capital. Ese era el momento oportuno para hacerlo y esa era la forma adecuada de responder a las nuevas necesidades pastorales que les planteaba a los fieles el acelerado ritmo de crecimiento de la ciudad y la aparición de la cultura urbana, que definía e imponía un nuevo estilo de vida. No obstante la propuesta fue archivada por la Santa Sede.

Las diócesis son definidas, según los documentos de la Iglesia, como "una porción del pueblo de Dios que se confía al obispo para ser apacentada con la cooperación de sus sacerdotes, de suerte que, adherida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, constituya una iglesia particular, en la que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo".

Aunque los cardenales Mario Revollo y Pedro Rubiano llevaron a cabo cambios que le dieron cierta autonomía e independencia a algunas zonas bajo el control de la arquidiócesis, como la creación de las Zonas Pastorales Episcopales, esto no fue suficiente. Hace tres años la realidad se impuso y los cambios tuvieron que hacerse ahora por necesidad.

En 2000 monseñor Rubiano presentó de nuevo el proyecto de creación de diócesis urbanas, que después de muchos ires y venires se concretó este semestre. El mes pasado el papa Juan Pablo II erigió las diócesis de Engativá, Fontibón y Soacha y nombró como obispos para cada una a los monseñores Héctor Gutiérrez Pabón, Enrique Sarmiento y Daniel Caro, respectivamente (ver mapa).

A primera vista esta decisión parece responder a unas necesidades administrativas y de descentralización territorial muy definidas. Sin embargo, más allá de esto, tiene una lógica precisa también en términos pastorales. Colombia es el noveno país con más católicos del mundo. En las zonas rurales el catolicismo está fuertemente arraigado por la tradición, mientras que en las áreas urbanas se ha debilitado por las condiciones de vida que impone la ciudad.

Esta fragilidad de los fieles los hace presa fácil del proselitismo de los grupos cristianos protestantes, que con una evangelización personalizada, puerta a puerta, están ganando adeptos a pasos agigantados. En Colombia se calcula que 15 por ciento de la población ya pertenece a estos cultos. Este es un fenómeno que afecta a América Latina, en general, que hasta hace poco era considerada como un bastión y una reserva mundial de católicos.

Con la creación de las tres nuevas diócesis la Iglesia pretende recuperar el terreno perdido en la conquista de almas. Aunque esta tarea parece muy abstracta hay formas concretas de llevarla a cabo. Por una parte, los obispos van a tener más tiempo y mayor cercanía para trabajar con los sacerdotes, con lo cual se supera la sensación de orfandad institucional que éstos podían tener pero también se les tiene a mano para apretarles la cuerda si es del caso y evitar que su labor se salga de los lineamientos doctrinales.

En esto actúan tal como lo recomendó recientemente el Papa cuando los exhortó a cuidar de sus "primeros colaboradores, los sacerdotes". La otra ventaja que tienen las diócesis para llevar a cabo su tarea evangelizadora es que van a tener mayor contacto con los feligreses, por eso hay más sacerdotes que parroquias en cada una de ellas, y pueden focalizar su labor en los problemas más importantes de cada zona y desarrollar soluciones pastorales acordes para cada uno. Una forma novedosa de convertir en realidad el dicho que reza: "A Dios rogando y con el mazo dando".