Home

Nación

Artículo

¿DIVISION A LA VISTA?

La "dedocracia" crea la posibilidad de que existan dos candidatos liberales a la Alcaldía

2 de noviembre de 1987

A sólo cinco meses de las elecciones el Partido Liberal de Bogotá no tiene candidato a la Alcaldía ni procedimiento para escogerlo. Hasta el momento se han mencionado unos nombres de posibles candidatos que si bien no cuentan con simpatías populares, no ofrecen resistencias dentro de los sectores políticos. Las renuncias a cualquier aspiración de Enrique Peñalosa, seguida de la que hiciera Otto Morales, considerados como dos de los "pesos pesados", han dejado el campo libre para que algunos "pesos livianos" sigan jugando a ser candidatos a alcaldes, más por vitrina política que por posibilidades reales de triunfo.
Como están las cosas la elección del alcalde puede ser popular, pero la selección de candidato se ha convertido en un proceso de negociación restringido y a puerta cerrada, que puede terminar, incluso con una división del liberalismo distrital.
En la práctica la participación en la escogencia del candidato oficial está limitada a sólo siete jefes políticos: tres miembros de la Dirección Nacional con intereses en Bogotá (Durán, Santofimio y Samper); el jefe del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán; el alcalde de Bogotá, Julio César Sánchez, y el compromisario Víctor Mosquera Chaux.
Las deliberaciones entre este pequeño grupo no han sido fáciles, puesto que lo que, en últimas, se juega en esta selección es el futuro de las aspiraciones presidenciales que tienen cada uno de ellos, que con excepción de Julio César Sánchez (por lo menos hasta ahora), han hecho públicas.
Además, el pacto de Mestre con Galán para presentar candidatos conjuntos a las alcaldías ha introducido un elemento nuevo que dificulta el proceso de selección del candidato oficial a la Alcaldía de Bogotá. Galán teóricamente tiene un partido independiente pero en la práctica forma parte de la coalición dominante en Bogotá con Samper y el alcalde Sánchez, de la cual están excluidos los concejales de los otros grupos del liberalismo distrital.
Unidos los tres, Galán, Samper y Sánchez, son la fuerza decisoria en Bogotá y podrían imponer su candidato en una convención distrital. Pero como Galán no forma parte del Partido Liberal, no concurriría a la convención, en cuyo caso los demás grupos liberales sumados serían mayoría. Tal vez por eso, comentó un observador político, es que no se ha convocado una convención del liberalismo bogotano que sería la forma más práctica y democrática de escoger el candidato oficial.
A Galán, Samper y Sánchez les queda fácil entenderse, y de hecho están aliados en el Distrito. De tal suerte que en cierta manera, el éxito de las conversaciones depende de la actitud que asuma Durán Dussán.
Si Durán se pone de acuerdo con ellos y todos respaldan el mismo candidato, a los demás jefes liberales les quedan muy pocas alternativas distintas a las de aceptarlo. En cambio, si no se pone de acuerdo y no respalda al candidato de la coalición dominante, muy probablemente lo acompañarían casi todos los grupos que quedaron excluidos del proceso de negociación, y sobre los cuales Durán tiene mucho ascendiente.
De todas maneras, los signos de una posible división son claros y se han comenzado a escuchar voces de alerta. Víctor Mosquera manifestó hace unos días que era partidario de alguna forma de consulta popular para escoger el candidato a alcalde, porque a él le gustaba la democracia y no la "dedocracia"; Paéz Espitia declaró a El Espectador que los grupos que fueron excluidos del proceso de selección, en rechazo a la imposición podrían lanzar un candidato propio; y, se dice, que Alfredo Guerrero ya adhirió a María Eugenia sin esperar a que le informen quién será el candidato oficial.
Lo cierto es, que a medida que pasa el tiempo, el malestar crece entre los jefes liberales, parlamentarios, diputados y concejales, a quienes dejaron por puertas en la escogencia del candidato oficial del liberalismo.
A su turno Galán ha quedado en una posición muy incómoda aunque ha obtenido algunas ventajas. El proceso de selección del candidato, en el que Galán es figura principal, se ha convertido en un arreglo político a puerta cerrada que es un método que el Nuevo Liberalismo siempre ha condenado, en cambio ha logrado ejercer un veto implícito a los presuntos candidatos que ha desembocado en que la fórmula de transacción entre el oficialismo y el Nuevo Liberalismo es que el candidato tenga que ser o haber sido llerista.--